La vieja guardia ruge en Orriols

El Levante UD volvió a la vida en Orriols (2-1) y lo hizo con un equipo muy innovador de Paco López pero, paradójicamente, sustentado por la vieja guardia, por los del ascenso y por los que tantas veces le han servido de sustento cuando parecía no haber red y sólo abismo. Las dudas dudaron poco, lo justo para que el Alavés se pusiera por delante y le diera el susto de la tarde a la sufrida parroquia azulgrana. Pero poco tardó en regresar el orden y la intensidad pero sobre todo esa fe tan necesaria para llevar a cabo las ideas de su entrenador. Primero Jason de forma contundente y luego Toño le dieron la vuelta al marcador y dejaron los tres puntos tan ansiados en el casillero del Levante UD.

Paco López sorprendió con su planteamiento inicial no tanto por las caras nuevas por las que apostó, que también, sino incluso por un cambio de sistema que hizo que el Levante exhibiera tres centrales y dos laterales muy abiertos, tanto que uno de ellos era Jason, más acostumbrado a rondar el área del adversario. También aparecía directo desde la grada Rochina revestido con una total libertad en la zona del '10' y arriba regresaba Morales a funciones de atacante junto a Boateng. Era el todo o nada, es decir, un cambio radical que con un mal resultado -he ahí el fútbol, a veces tan ingrato y otras tan reconfortante, siempre con la figura del técnico- se puede interpretar como bandazos de entrenador y, con uno bueno, como un golpe de efecto mágico para revitalizar al equipo. Luego se vería por qué lado caería la moneda.

El arranque de partido, de todos modos, fue poco halagüeño para el Levante. En el minuto 4 ya se le habían aparecido todos sus fantasmas habidos y por haber. La defensa achicó un saque de esquina y, cuando la pelota cayó en los pies de Rochina, el mediapunta no despejó con la contundencia necesaria para ahuyentar del todo el peligro. Tanto que Ibai se hizo de nuevo poseedor del esférico y su centro, saltando por encima de Róber Pier, que perdió la marcha, y Prcic, lo envió a la red Rubén Sobrino. Era el peor escenario posible para desembarazarse de las dudas y, sin embargo, el gol en contra espoleó más que encogió a los de Paco López, que casi desde el primer minuto tras el 0-1 se lanzaron a por el empate. Rochina estuvo cerca en el 7' cuando, tras moverla en la frontal hacia Jason, el gallego se la devolvió y disparó cerca de la escuadra. Minutos después, el saguntino dispondría de un libre directo (con Bardhi fuera de combate por unos problemas médicos) y de nuevo el cuero estuvo cerca de colarse por la escuadra.

El conjunto azulgrana, volcado sobre todo por su flanco izquierdo por donde insistían una y otra vez Toño y Morales, merecía establecer las tablas... y lo consiguió. En el 18', Boateng se descolgó por ese flanco, acompañado por Rochina que, al recibir, puso un centro medido hacia el primer palo. Por allí apareció como el Capitán Trueno, entrando como un relámpago, Jason, para reventarla con la frente hacia el fondo de las mallas. La explosión del coruñés, el gesto de euforia, era evidente y evidenciable y el asedio a partir de ese momento a la meta de Pacheco, total y absoluto. Internadas del 'Comandante', centros por izquierda y derecha, saques de esquina, de momento sin acierto. No lo tuvo Rochina cuando Campaña, pisando área por el vértice derecho, le puso el pase de la muerte a su entrada desde atrás y, con una pantalla de cine, chutó lamiendo el palo izquierdo.

Pero la insistencia granota hallaría pronto su recompensa. Fue un gol de fe, tanto del que inició la acción, Morales, como del que la siguió y materializó, Toño. El madrileño encaró a su par entrando por el piquito del área y, tras no poder marcharse, el balón salió expelido para que el lateral izquierdo la recogiese y con un zurdazo de primeras, raso y bien colocado pegado a la madera, superase a un impotente Pacheco. Era el 2-1 y el Levante, varias jornadas después, volvía a aparecer, con el Ciutat de València de dichoso testigo. Y no se conformaba. Jason, en el 37', progresó por el carril del medio y se la cedió al 'Comandante' pero la pelota la recogió botando y chutó arriba. El conjunto de Orriols se había venido definitivamente arriba, parecía no saciarse y no era para menos tras varias semanas en que estaba muy lejos de ser ese equipo tan reconocible de Paco López. A poco del final, estuvo a punto de tener otro disgusto con una pelota perdida por Prcic en la medular que precedió a una cabalgada de Burgui y un centro raso envenenado que por poco ni Sobrino ni Guidetti empujaron a gol.

El dominio del Levante se agudizó en el segundo tiempo, que durante mucho tiempo fue un auténtico monólogo de los valencianos. Ahora la función había cambiado, tampoco entraba en el guión lanzarse al ataque de forma desbocada pero, aun así, la presencia de los de Paco López rondando el área rival era constante, a falta de un buen último pase que rematase a los vitorianos. La primera acción de peligro llegó en el 59' con un balón largo a Morales que punteó el capitán y su disparo posterior lo detuvo Pacheco. Al poco, fue un Boateng muy activo, aunque poco certero, el que cabeceó tras un saque desde el banderín pero su remate, bastante cómodo, lo echó un metro fuera de la portería.

El Alavés, sin embargo, no había dicho su última palabra y tenía que revolverse para al menos demostrar que quería empatar. Y de nuevo sus ocasiones llegaron por falta de contundencia a la hora de desembarazarse de la pelota. Eso sucedió en el 79' e Ibai lo aprovechó para soltar un latigazo al poste que casi enmudeció a Orriols. Instantes después, tras otro mal despeje de los granotas, Martín la puso al corazón del área y Maripán, llegando por sorpresa, rozó el gol. El Levante no lograba desembarazarse del acoso de los vitorianos y al final hubo que tirar incluso de desfibrilador cuando Melero López, a falta de segundos para la conclusión, señaló ua peligrosa falta en la frontal. Jony fue el encargado de ejecutarla pero su tiro se marchó a las nubes. Otra cosa habría sido un borrón innecesario, injusto, para los granotas. Sonríe y ruge Orriols.