Un año después de la Copa del Rey: Lo que queda y lo que no de aquel Valencia CF
Un centenario sacado adelante por la masa social del club y por iniciativas como el partido de Leyendas, un inicio de temporada en el que se llegó a dudar de la continuidad de Marcelino y las esperanzas de repetir clasificación a Champions por los suelos. Ese era el resumen del Valencia CF, pero a base de unión y de un vestuario que se mantuvo fiel a las ideas de su técnico, el equipo salió adelante. Aunque la campaña fue irregular se logró la cuarta plaza y el 25 de mayo los nombres de aquella plantilla quedaron grabados con letras de oro en la historia del club. Justamente un año después de aquella gloriosa noche en Sevilla, analizamos cómo ha cambiado la entidad.
De "soñar que no tenemos techo" a "es lo que hay"
La Copa del Rey del Valencia CF está llena de simbolismo. La invasión che de la ciudad, las lágrimas de Parejo o el marcaje de Coquelin a Messi. Sin embargo, la metáfora del encuentro se vivió en los momentos previos a que el árbitro inicase el partido. El FC Barcelona desplegaba una pancarta y se le partía en dos; la hinchada blanquinegra hacía lo mismo con más suerte. Villa, Kempes y Baraja traían un mensaje que resume la forma de sentir el valencianismo: "Soñar que no tenemos techo". Se soñó y se ganó al Barça del mejor jugador de la historia. Once años después el Valencia CF era campeón de Copa del Rey.
La afición se volcó con el equipo, Marcelino parecía indiscutible, Mateu Alemany era respaldado por todos y Meriton gozaba de la mejor imagen desde que aterrizó en Mestalla. Con la llegada del verano, el supuesto tridente de mando (propiedad, presidencia y dirección deportiva) se resquebrajó. Ya había ocurrido anteriormente, después de la clasificación a Champions de 2015 se decidió cambiar el sistema y el Valencia CF quedó decimosegundo dos campañas consecutivas. Se despidió a Marcelino con la temporada empezada y Alemany se convirtió en un convidado de piedra hasta su marcha en noviembre.
Hemos sufrido pero debemos unirnos los que amamos al @valenciacf. Sin luchas, ni distracciones que solo nos dañan. Es lo que hay. Cerramos filas y defendemos el VCF. Sin mirar nunca atrás. #AmuntValencia pic.twitter.com/w6unoCTUPz
— Valencia CF 🦇💯 #AMUNTDesdeCasa 🏡 (@valenciacf) September 14, 2019
El sustituto fue Celades, sin experiencia en la máxima categoría, con el vestuario enfrentado a la dirección del club y posicionado en favor del técnico despedido y con el FC Barcelona, otra vez, como rival. La plantilla se negaba a hablar ante los micrófonos, consideraban que esa labor la tenían que hacer otros, y se visitaba el Camp Nou. La última vez que los valencianistas jugaron contra los catalanes se había alzado una Copa del Rey; esta vez el resultado fue una goleada, cinco goles en contra. Desde el club, con la exposición de las redes sociales, buscaron calmar los ánimos: "Es lo que hay".
Marcelino y Celades: dos estilos contrapuestos
Se escribe Marcelino, se pronuncia 4-4-2. El entrenador asturiano ha abogado durante toda su carrera por este sistema y ha basado su éxito en minimizar riesgos y aprovechar las oportunidades. Dos líneas juntas, buen bagaje defensivo, verticalidad y electricidad al contragolpe. Aunque previamente a su llegada había tenido sus más y sus menos con la afición che, no tardó en ganarse su cariño. Las ideas de Marcelino cuajaron en un Mestalla que ansiaba volver a un estilo que consideraban suyo y la plantilla, confeccionada por y para el asturiano, mataba por esas ideas de juego. La comunión era total y los resultados refrendaban las decisiones: dos clasificaciones a Champions y una Copa del Rey.
Celades llegó con un vestuario en pie de guerra y con la afición reclamando urgentemente que se cortaran cabezas. No tenía experiencia, la plantilla estaba ideada para un estilo específico y él supo adaptarse. Con su carácter se ganó a sus jugadores y supo convertir en suyo el 4-4-2. Ahora, le queda la tarea de dar su impronta al equipo, lograr que el 4-3-3 funcione y que los jugadores sean capaces de desarrollar un fútbol de toque que en contadas ocasiones ha funcionado en el Valencia CF.
Cambios en la portería y el ansiado nueve
El FC Barcelona apretaba, estaban a un gol de empatar el encuentro y, aunque no generaban peligro real, Messi o un Piqué disfrazado de Alexanko podían terminar con los sueños valencianistas. Entonces Guedes corrió hacia la portería rival, con Valencia entera admirando su zancada mientras por su memoria corría el Piojo por la Cartuja. Tuvo dos mano a mano y en el paredón de fusilamiento le esperaba Jasper Cillessen. El portugués falló los dos, pero para delirio che el árbitro pitó el final. Ese día al holandés le tocó vivir la otra cara de la moneda. Perdió la final y encajó dos tantos. En el banquillo rival Neto se compadecía por no jugar los partidos clave de la temporada y pidió marcharse, preferiría ser cola de león con los blaugranas. 365 días después han cambiado las tornas, Neto es el suplente en el FC Barcelona y Cillessen, aunque discutido, el titular con Celades.
Durante el año del centenario el Valencia CF vivió peleado con el gol. Rodrigo lideró al equipo, pero no fue capaz de repetir sus cifras; Gameiro se mantuvo en la irrelevancia hasta que soltó lastre y se convirtió en uno de los mejores revulsivos; Batshuayi dio más juego en Instagram que en el césped y Mina, todo sacrificio, erraba ocasiones inverosímiles. Los números mejoraron en el último tercio de la competición pero, aun así, los de Celades han incrementado el acierto de cara a puerta. El fichaje de Maxi Gómez ha mejorado las prestaciones de los delanteros y se ha encontrado al nueve con juventud y experiencia que se ansiaba. El cambio con Santi Mina ha sido beneficioso. A mejorar quedan los datos defensivos.