Los buenos

Esta vorágine en la que andamos metidos los que seguimos al Levante me lleva loco. En lo que llevamos de año ya he vivido un amago de crisis tras dos empates seguidos con Cádiz CF y Real Valladolid. El dulcecito de pasar a cuartos de Copa. Luego va y ganamos al Real Madrid en su casa. Espera, espera. Inolvidable y heroico pase a semifinales con un gol en el último minuto de la prórroga. Soldado que nos amarga la comida. Melero y Cárdenas asaltando San Mamés y una final a solo 90 minutos de gloria. De repente la caraja y el palo de CA Osasuna. Y este miércoles llega el todopoderoso líder y le rasco. Me lo dicen a finales del año pasado y retruco: “Sí, claro. Y en América va a haber un asalto al Capitolio, va a nevar en la Gran Vía de Madrid y en las playas de Andalucía y también un poquito de terremotos… en Granada, por ejemplo. ¡No te lo crees ni tú!”.

Y así, esta montaña rusa de emociones tan seguidas no sé dónde nos va a llevar. Me decía un amigo el otro día: “Víctor, no sé si prefiero que nos eliminen a la primera y au. ¡Esto es un sinvivir!”. Evidentemente, no. Es una forma de hablar. Nos va la marcha. A él el primero. Pero el autocontrol del que tanto presumo ya hay momentos en los que se tambalea. ¡Esto es el Levante, my friend! Haber elegido muerte. Me quedo con la lectura de que algo bien se estará haciendo para tener esa sensación tan desarrollada. La de atreverse con todo.

"¡Esto es el Levante, my friend! Haber elegido muerte. Me quedo con la lectura de que algo bien se estará haciendo para tener esa sensación tan desarrollada. La de atreverse con todo"

Con tanto sube y baja ya no sé si echar pestes por no finiquitar LaLiga Santander contra Osasuna o venirme arriba por tutear al Atlético. Ves el partido del domingo… ¿y? No merecimos perder. Tampoco ganar. O sí. Ya no sé. ¿Y ayer? ¿Qué mereciste? Un puntito que sabe muy bien cuando ya se intuía un descalabro clasificatorio en las próximas semanas. ¿O es poco? Es tan difícil medir. La objetividad reina por su ausencia. Es todo siempre más pasional que otra cosa. O cultural, que diría aquel. O psicológico pienso yo. 

"Pero hay una cosa que sí que me choca. No me termina de gustar. Me tiene algo preocupado. Y está en el ambiente granota. El discurso de 'los buenos' del Levante".

Pero hay una cosa que sí que me choca. No me termina de gustar. Me tiene algo preocupado. Y está en el ambiente granota. El discurso de “los buenos”. Si juegan o no juegan. Hasta mi hija me lo pregunta con ese descaro: “Papá, ¿hoy qué? ¿Están los buenos?”. No nos hace bien. Y menos, creo, este año que precisamente el protagonismo, salvando las distancias, se está repartiendo mucho. Para algunos quizá demasiado. Es verdad que éste, y le tomo la palabra al compañero y amigo Tomás Pérez, seguramente lo recordaremos como el Levante de Roger y Morales. Podría ser pero nos pongamos vendas. Ni nos flagelemos a la primera de cambio. 

Podemos enzarzarnos en que algunos deberían jugar siempre. En que en determinados puestos, éste es mejor que el otro. Debatir eternamente sobre los estados de forma y de ánimo de casos concretos. O de que si habría que mejorar aquí o allá. A mí, sabéis los que me conocéis más, que me encanta hablar y discutir de esto y de todo en general. Pero hay demasiados matices. Demasiados detalles. Escuchaba al amigo Isma Ledesma, que pilota algo más en cuestiones tácticas, técnicas e internas, hablar del reparto de la carga física, de periodos cortos y largos entre cada partido, de los riesgos de las lesiones… Y es que hay tantas cosas que no sabemos ni manejamos que al final es un hablar por hablar. Resulta que Roger no juega ni un minuto contra Osasuna y nos arde el pecho. Resulta que arrastraba algunas molestias. Resulta que es tan fácil disparar que entramos en un vale todo que no me vale.

Precisamente el Levante UD. Que siempre se ha caracterizado por todo lo contrario. Por lo menos el Levante que a mí me ha tocado vivir. El de los suburbios de la Segunda B. El de las travesías por Segunda. El de Preciado. El de la primera vez en Primera. El de Mané. El de Luisgar. El de Europa. El Levante del yunque que ahora queremos enterrar. El de todos juntos. El de matar por el de al lado. Y aunque suene impopular, el de da igual quién juegue. Porque el escudo es el mismo. Para debates tuiteros y tertulias de bar (cuando se pueda) siempre hay tiempo. Pero cuando tu equipo se está jugando la vida, tú mueres por él. Y con él. Y eso es siempre. Para mí, eso no se negocia. Para mí, “siempre con los buenos”.

Víctor López

Periodista