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Ni me creo a nadie ni me dejo de creer. Ni me pongo a pies juntillas detrás del alcalde Joan Ribó y la vicepresidenta Mónica Oltra (Compromís) cuando celebran la llegad del anteproyecto del polideportivo anexo al Nuevo Estadio que -al fin- ha presentado el Valencia CF ni quiero quemar antes de tiempo todos los puentes como hace, en buena parte con razón, la vicealcaldesa Sandra Gómez y como hizo Ximo Puig (PSPV-PSOE) tras recibir a Murthy en el Palau de la Generalitat. Pongo las siglas porque aunque esto no va de política, me parece cuanto menos curioso que los socios de gobierno en la Generalitat y el Ayuntamiento miren cada uno para su lado. El tiempo dictará si es el principio de algo o sólo una maniobra más para dilatar un marrón monumental que vemos cada día todos los valencianos cuando entramos a la ciudad por la CV-35.
Dicho esto, el punto primero, al margen de disquisiciones si me creo mucho, poco o nada a Meriton a estas alturas de la película es que, para el VALENCIA CF SAD (sí, si, en mayúsculas y en negrita, el club) acabar de construir el Nuevo Estadio y el Polideportivo anexo para el barrio de Benicalap son una OBLIGACIÓN, no una dádiva y no hay motivo de celebración por el anuncio. Quizá sí de alivio porque tras doce años las obras paradas (seis de ellos con Peter Lim, cuatro con Anil Murthy) obligados por la presión política y social parece que veremos entrar las máquinas en el solar de nuevo en enero de 2022
Ahora bien, he oído tantas cosas sobre el Nuevo Estadio y fechas (estaría para una final de Champions en 2015, después para el Centenario en 2019...) y ahora ¡¡ya vamos por 2026!! que hasta que no lo vea, no lo creeré.
Entretanto, celebro la presión social, política y de los grupos como De Torino a Mestalla, Libertad VCF y demás para presionar para que los dirigentes del club se muevan.
Nuevo Estadio o Viejo Mestalla
Hecha esta exposición del asunto. Como soy de los ingenuos y en el que cree que "todo er mundo tiene argo güeno" que diría aquel, aparco el si se hará pronto, si tendremos que ver a Peter Lim salir del club para que se construya o no para centrarme en el el doloroso adiós a Mestalla. Porque no olviden que, desde que se inicien las obras (Meriton plantea -no firma- que a partir de junio de 2024) tardarán dos años en acabarse.
El caso es que, superada la fase en la de saber si esta vez es la buena o si realmente lo que quiere Meriton es una cortina de humo, tengo que confesarles que cada vez que se habla del nuevo estadio me entra mucha pena y añoranza sólo con pensar en el derribo de Mestalla.
Cuando he leído la propuesta del club, ¿saben lo que de verdad me ha sacado una sonrisa? Pues que a este paso Mestalla cumplirá cien años y se podría ir hasta los 105. Y es que, uno que nació y vive a cinco minutos paseando de Mestalla, no puede concebir su vida personal, profesional y deportiva sin ese campo en el que tantas y tantas emociones ha vivido desde niño.
Cuando he leído la propuesta del club sobre el Nuevo Mestalla y el polideportivo ¿saben lo que de verdad me ha sacado una sonrisa? Pues que a este paso Mestalla cumplirá cien años y se podría ir hasta los 105.
Sin embargo, cuando mi yo racional que se acerca a los cincuenta, se pone a pensar y se seca las lágrimas y la congoja pensando en el templo valencianista, el cemento, el negocio, puede con el sentimiento y el ocio. Desde hace mucho tiempo tengo claro que, por mucho que nos duela, el cambio del estadio para el Valencia CF dada su delicadísima situación económica y la nefasta gestión posterior y presente de la entidad que ha generado casi 500 millones de euros de deuda, es innegociable. Tener un nuevo campo aliviaría esa situación y permitiría al Valencia entrar en una liga nueva de recintos donde albergar finales, incrementar los ingresos ordinarios precisos `ara la supervivencia diaria de la entidad, esté quien esté al mando. Veremos cuáles, porque con este lío de la Superliga uno no sabe ya qué va a pasar.
Y es que, este tema del estadio es trascendental para el futuro del Valencia porque no es una cosa del aquí y del ahora. Tenerlo parado lastra a la entidad y a la ciudad, avergüenza a los aficionados. Acabarlo implicará dar un salto de calidad, un salto un salto cualitativo vital para el club y su supervivencia futura. Insisto, sea quien sea el máximo accionista.
Cemento contra sentimiento es una duda difícil de resolver. Ver derribar el estadio de Mestalla será duro, quizá por eso el proyecto de Adu Mediterráneo me hacía menos daño, porque conservaba parte de su idiosincracia manteniendo el centro del campo o los accesos al túnel de vestuarios entre otros hitos del viejo Mestalla..
En todo caso, si llega el momento de despedirse del viejo coliseo será doloroso pero un bendito problema porque significará que el club y la ciudad al final tendrán un hito urbanístico a la altura de lo que merece, un hogar y no un 'buñol' de cemento parado en una de las entradas de la capital que avergüenza a propios ya extraños. ¿Lo veremos? Me preguntaba un amigo el otro día. Y yo le contesté, aunque sea que podamos ir cuando nos jubilemos. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en Valencia