Así le fue el 2018 al Celta
El Celta de Vigo cierra un 2018 irregular, donde las principales alegrías llegaron desde A Madroa y la cantera, ya que el primer equipo, ni con Unzué ni con Mohamed, llegaron a convencer a una afición a la que pocos argumentos dieron para ilusionarse. Un 2018 donde el Celta cumplió 95 años, donde inauguró su Sede en la Calle Príncipe pero que sin embargo pasará al recuerdo por la cruenta guerra Mouriño-Caballero por la reforma del estadio de Balaídos y la construcción de la ciudad deportiva de Mos.
El año comenzó con la despedida de un ídolo para el celtismo, Guidetti, el sueco se marchó cedido al Alavés para no volver. En su lugar llegó Lucas Boyé, que será recordado en Balaídos por su pésimo rendimiento e ínfima calidad. La temporada pasó sin pena ni gloria hasta el punto de lograr un empate en Balaídos ante un Deportivo casi descendido.
Unzué no sigue
La mala temporada terminó con la salida de Unzué, las pocas noticias positivas llegaban de la mano de cantera, con Brais Méndez de estandarte y con un Aspas que revalidaba su Zarra. En los institucional el club inaguraba su Sede en Príncipe aunque las relaciones con el Concello y Abel Caballero se volvían a enturbiar.
El Celta contrataba a Mohamed para su nuevo proyecto, el verano pasaba con tres celestes en el Mundial de Rusia y con las idas y venidas de un mercado de fichajes marcado por los conflictos con Jonny, Sergi Gómez, Wass y Radoja. Estos jugadores serían apartados hasta que encontrasen destino, lo lograron todos menos Radoja.
Las caras nuevas ilusionaban al celtismo, Beltrán , Okay Yokuslu, Mathias Jensen, Boufal permitían mantener la calidad de un bloque que perdía a piezas importantes que habían rozado la gloria en Old Trafford, aunque lograba mantener a jugadores como Lobotka, Aspas o Maxi Gómez.
95 aniversario
El Celta aprovechaba su Sede para celebrar por todo lo alto su 95 aniversario invitando al acto a sus socios nacidos en 1923, el mismo año que se fundó el equipo. Una jornada festiva y emocionante el 23 de agosto.
La temporada comenzó bien, se lograban siete puntos de nueve posibles, la cantera daba más y más internacionales en todas las categorías de la selección española. Las únicas malas noticias venían del ámbito institucional con las acusaciones de boicot a la Ciudad Deportiva de Mos, el conflicto con los comuneros de Tameiga y con un Balaídos cuya reforma dejaba mucho que desear.
Destitución de Mohamed
Tras el primer parón de selecciones todo empeoró, el equipo no sabía a qué jugaba, llegaban los malos resultados, pero lo peor eran las sensaciones que transmitía el Celta. Mohamed estaba en el alambre pero en un mal partido del Celta la genialidad de Aspas le salvaba la cabeza con un hat trick ante el Éibar.
Fue una prorroga, Mohamed terminó destituido y llegó Cardoso. La Copa del Rey se volvía a esfumar ante la Real Sociedad pero al menos en Liga el Celta volvía a parecerse a un equipo. Los resultados de Cardoso aún no son brillantes, pero el celtismo ha recuperado parte de la confianza perdida.
Guerra con el Concello
Si el plano deportivo mejoró en el último mes y medio del 2018 el institucional volvió a estallar. Mensajes de Mouriño pagados en la prensa acusando a Caballero de mentiroso y traidor que se sumaron a las pésimas condiciones de Balaídos.
La Grada de Marcador muestra su peor cara, con grietas y agujeros que provocaron la petición de varias peñas de ser reubicadas a otras zonas de Balaídos al no sentirse seguras. Un año el 2018 donde A Madroa y los canteranos han sido las alegrías de un club cada vez más alejado de sus socios y aficionados y entregado a la constante guerra con el Concello de Vigo.