Dos expulsiones inadmisibles regalan el duelo al Cádiz
La historia de este partido viene marcada por la expulsión de Diogo Verdasca antes de cumplirse la media hora. La pifia del portugués fue una losa para su equipo y antes de protestar en algunos términos hay que medir las consecuencias y ver si te puedes cargar el trabajo de tus compañeros y la ilusión de tantos aficionados. Muy mal el joven central luso. A todo ello colaboró un Cordero Vega nefasto con el silbato y que tuvo a todo el mundo con los nervios a flor de piel con sus decisiones. Luego se autoexpulsó Cristian en la segunda parte. Había que ganar en La Romareda y, por unos motivos o por otros, eso se sigue sin lograr. Una pena.
Salió a morder el Real Zaragoza y así lo ejemplificó en su persona un Papu extramotivado que en apenas dos minutos se cargó a José Mari y a Garrido por su excesiva intensidad. No fue intencionado, pero pudo ser expulsado. De hecho, el exzaragocista se tuvo que marchar lesionado antes del descanso. De este modo, se mantenía a raya a un Cádiz que venía con la moral por las nubes por su racha de victorias y cargado de confianza.
Apenas se produjeron llegadas en los primeros 45 minutos. Un balón largo de Delmás que Borja Iglesias quiso rematar de primeras y poco más. El asistente anuló un gol de Vinicius por fuera de juego tras una buena jugada por la banda derecha. En la siguiente acción, Barral pudo anotar, pero su remate se marchó fuera.
El Zaragoza trataba de desactivar el juego por bandas de los gaditanos anulando a Salvi y a Álvaro. Era el plan. Sin embargo, Verdasca se encargó de dinamitar cualquier estrategia al protestarle a Cordero Vega una acción y decirle "eres muy malo". Claro que uno ve constantemente esas expresiones en jugadores de la talla de Luis Suárez y compañía y no se sancionan con esta virulencia. Es más fácil echar a un chaval de veinte años poco mediático. Aún así, tirón de orejas para el luso.
El partido ya no fue el mismo. Natxo metió a Valentín por Vinicius y todo cambió. El equipo aragonés contuvo bien al rival y se alcanzó el descanso sin que los gaditanos inquietaran a Cristian. En los vestuarios, el técnico debía cambiar sus planes para intentar sumar algún punto en un partido en el que sólo servía la victoria.
Los locales salieron demasiado atrás y sus despejes eran sin sentido y sólo beneficiaban a los intereses del Cádiz. En una de esas ofensivas llegó el gol de Álvaro. Abdulah se inventa un pase lleno de magia y el extremo no perdona ante la salida a la desesperada de Cristian. El partido se ponía cuesta arriba.
Todavía la gesta era más difícil a los pocos minutos cuando Cristian, tras errar en el control, tocó el balón con la mano fuera del área. Otro expulsado y con dos menos era ya mucho más complicado. El error del veterano guardameta no se puede permitir.
Aún sacó el equipo fuerzas de flaqueza con el empuje de Toquero para poner algo de emoción en el partido. Borja iglesias y el Papu pudieron empatar y contagiaron a la grada. Pero no pudo ser. Era más la ilusión por ver a nueve jugadores peleando contra las adversidades que la realidad de un marcador imposible. Romera finiquitó el duelo sobre la bocina con el segundo tanto.