'San Nayim' y el círculo perfecto
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El diez de mayo es desde 1995 y para todos los zaragocistas el día de 'San Nayim'. Todo aficionado blanquillo que se precie como tal sabe donde estaba y cómo vivió aquella noche en la que el Real Zaragoza rozó el cielo con escala en París gracias al tanto logrado en el último suspiro de la prórroga por Mohamed Alí Amar, Nayim.
Lo que quizá se conoce menos es la primera vez en que Nayim tuvo contacto con el estadio de La Romareda. Y eso que aquel, no sería el primer encuentro que el ceutí disputara frente al Real Zaragoza. Su primera vez había sido años antes, en la temporada 1987/88 en las filas del FC Barcelona, con quien disputó 45 minutos en la jornada 37 en la victoria por 4-2 del equipo blaugrana en el Camp Nou.
Daremos pues, un salto en el tiempo. Hasta el 23 de abril de 1993. Nayim acumulaba ya cinco temporadas en el Tottenham inglés en el que tuvo la oportunidad de curtirse y conocer un juego muy distinto al que había disfrutado en La Masía. En Inglaterra tuvo la oportunidad de coincidir con auténticos mitos del fútbol de las islas, nombres como los de Paul Gascoigne y Gary Lineker o jóvenes valores como Teddy Sheringham o Sol Campbell. Todo ello a las órdenes, entre otros de Terry Venables. Y con ese equipo fue con el que Nayim pisó por primera vez el césped de la que después y para siempre será su casa.
La primera vez que Nayim jugó en La Romareda, lo hizo con la camiseta del Tottenham, en un partido de homenaje a la quinta de 'Los Magníficos'Un encuentro que, casualidad, servía para homenajear a la primera gran generación de futbolistas del Real Zaragoza, la que hizo historia en España y Europa logrando los primeros títulos para la entidad blanquila, 'Los Magníficos', encabezados por un aragonés, Carlos Lapetra, que sería el encargado de hacer el saque de honor antes del partido. Sin saberlo, el homenaje a aquel mítico equipo sería, también, el inicio de una nueva generación que llevaría al cielo al zaragocismo. Porque en aquellos días ya se sabía que Nayim sería jugador blanquillo, y aunque todavía no estaba cerrado el fichaje –que se cifró en 70 millones de pesetas– el ceutí ya ejercía como jugador del equipo aragonés al asegurar que había un acuerdo verbal, que era lo realmente importante. Aquel encuentro lo ganó el Real Zaragoza, aunque apenas sea relevante, con goles de Poyet y Solana. Un partido que también se recuerda por la ausencia de Víctor Fernández, que se encontraba convaleciente tras sufrir apendicitis y al que tuvo que cubrir su segundo, Manolo Nieves y por la figura de Paul Allen, que tras ser sustituido volvió a saltar al césped ante la ausencia de recambios.
El debut oficial llegaría poco más de un mes después, el 30 de mayo en la victoria en La Romareda frente al Valencia. Pero está claro que la historia se hace a base de casualidades. En aquella temporada, el Real Zaragoza llegó a la final de Copa en la que ni Nayim ni Aragón estaban inscritos, por lo que no pudieron participar en la derrota frente al Real Madrid. Un año después, ambos serían titulares en una nueva final, en el Vicente Calderón, en la que el Real Zaragoza volvería a alzar la Copa tras conseguir el triunfo en los penaltis frente al Celta de Vigo.
Lograr el título nacional otorgaba el derecho a los aragoneses a pasear nuevamente su nombre por Europa en la competición que enfrentaba a los campeones de Copa. Un camino nada fácil fue el que llevó al Real Zaragoza a una nueva final europea. Hubo que luchar en el exilio de Mestalla frente al equipo rumano del Gloria Bistrita y nuevamente ante los eslovacos del Tatran Presov. Aunque cuando la cosa se puso de verdad seria fue en cuartos de final, en la que hubo que remontar el 1-0 de la ida cosechado por un correoso Feyenoord con goles de Esnáider y Pardeza. En semifinales esperaba el Chelsea, al que se goleó en La Romareda y que en la vuelta estuvo a punto de voltear el 3-0, algo que sólo impidió el gol de Aragón en el minuto 54.
En la final, de nuevo un equipo inglés, el Arsenal. El conjunto gunner que había sido campeón una temporada antes y con el que el Tottenham, casualidad, guarda la más enconada rivalidad de cuantas coexisten en la ciudad de Londres. Un partido duro en el que Esnáider abría el marcador con un golazo y Hartson igualaba el marcador para llevar el partido a la prórroga. Treinta minutos de terrible esfuerzo en el que todos pensaban ya en discernir el título desde los once metros –como demuestra el cambio realizado por Víctor Fernández, que cambió a García Sanjuán, que había entrado en el minuto 68 para dar entrada a Geli en el minuto 114, un especialista desde el punto de penalti–. Pero entonces apareció Nayim, en el último suspiro y desde 40 metros para dejar en evidencia al portero Seaman y desatar la locura en la afición blanquilla.
Un gol que convirtió a aquel modesto jugador ceutí en un mito del fútbol español, con epicentro, por supuesto en la afición del Real Zaragoza, que hoy también, 23 años después, sigue recordando semejante derechazo. Pero lo es también para la afición del equipo con el que pisó por primera vez La Romareda, un Tottenham que aún hoy sigue recordando a su eterno rival, el Arsenal, que el que un día fuera su jugador, les robó un título con un disparo mágico desde el centro del campo.
Un tanto que cerraba un círculo perfecto, el que conectaba de forma directa las dos mejores generaciones de la historia del Real Zaragoza hasta la fecha, la que unió en la memoria a 'Los Magníficos' y aquella quinta de la Recopa.