Vinícius y Febas, protagonistas de un mágico presagio

Se cierra el telón de la liga regular de la mejor manera posible: con un Real Zaragoza que queda en el podio, en tercer lugar. Para mayor satisfacción de Natxo González, lo ha hecho como el vitoriano quería: en un escenario lleno de suplentes. Todo le va de cara a un equipo que quiere soñar. Y eso que el partido no empezó nada bien, ante un Barcelona B ya descendido que no se jugaba nada.

 
Le costó mucho entrar al partido al Real Zaragoza 'light' que había preparado Natxo. Una versión libre de titulares, de pujanza, de chispa. El encuentro tenía el ritmo de un amistoso de selecciones: frío, sin ritmo ni sal, con jugadores para nada acostumbrados a jugar entre sí. El paradigma del equipo era un Vinícius que no jugaba desde marzo, al que apenas se le vieron sus botas naranjas. Pocos balones tocó los primeros minutos, lo mismo que un desasistido Toquero. El Zaragoza necesitaba animarse, encontrar un motivo para ganar. 
En el minuto once Alberto Zapater, el que no descansa, el capitán, marcó gol, pero estaba en fuera de juego y el tanto no subió el marcador. El partido avanzaba a ritmo cansino, vacío y oxidado como un coche abandonado en un descampado. Sólo los toques de calidad de un Aleñà que tiene una pinta escandalosa, rompían la monotonía. Cada vez que Aleñà tocaba un balón y conectaba con los de arriba, la zaga, formada en el eje central por Perone y Grippo, temblaba. 
En este contexto de partido, llegó la mayor ocasión para los catalanes. Sarsanedas soltó un latigazo seco y fuerte que Álvaro Ratón despejó a córner tras una gran parada. La ocasión espoleó a un Real Zaragoza que ya sabía que en ese momento el Sporting perdía ante el Córdoba... y se lanzó al ataque. Ángel Martínez centró un balón desde la izquierda, Toquero prolongó con la cabeza (qué bueno es el vitoriano metiendo la testa en cualquier situación) y el esférico le llegó a un Vinícius que se quedó ante Jokin y definió de media volea. Gol del brasileño y 0-1.
Así es el fútbol... Vinícius, que no era titular desde hacía exactamente una vuelta, marcaba un gol que le ponía tercero a su equipo. Quién nos lo diría en enero... El gol reactivó a un Real Zaragoza que empezó a dominar el juego con más claridad y a entonarse. En este contexto, el equipo aragonés se retiró a los vestuarios: con la miel de la victoria y la alegría de saberse terceros.
Tras el intermedio, el equipo aragonés adoleció de uno de sus males de está temporada: salir dormido del vestuario. Aleñà empezó a dar un recital de juego, de controles y jugadas en la línea de fondo que inquietaron a la zaga durante todo el partido. Por su parte, Nahuel y Carlos Pérez asustaron, dentro de la monotonía de una segunda parte muy falta de intensidad, a los dos laterales. Especialmente difícil fue el partido para un Ángel Martínez al que el encuentro se le acabó haciendo muy largo.
Una mano clara de Tarín en el minuto 69 (que había rozado el gol minutos antes en el área pequeña) le dio al Real Zaragoza la oportunidad de sentenciar el partido, pero Jokin, el portero rival, le adivinó las intenciones a Oliver Buff. Pasaría igual minutos después con Vinícius: el brasileño cayó en el área y está vez le tocó lanzar a él el penalti... que también paró Jokin. 
"Cómo no quedemos terceros por esto...", pensaba la afición, sobre todo cuando Ratón le hizo una muy buena parada a Nahuel. Pero Febas disipó todas las dudas. En una arrancada estelar, marca de la casa, sentenció el partido. Golazo del mediapunta. El catalán se llevó el balón ante tres contrarios por pura velocidad y definió a la perfección ante Jokin. Justo después marcó el Córdoba el tercero ante un Sporting que será cuarto...
Así, el Real Zaragoza ha quedado tercero. De manera sutil, casi sin quererlo, en un partido para los suplentes. Un mágico presagio para los play off.