Idiakez, otra víctima del banquillo del Zaragoza: la sangría que no cesa

Enrique Pérez

Zaragoza, 22 oct .- Imanol Idiakez, el técnico donostiarra destituido este domingo como entrenador del Real Zaragoza, se ha convertido en una nueva víctima del banquillo del conjunto aragonés en lo que continúa siendo una sangría que no cesa desde que se produjo el último descenso del equipo, del que se cumplen seis campañas.

Idiakez no ha podido sustraerse a los malos resultados que ha cosechado con seis jornadas consecutivas sin ganar, en las que su equipo solo ha sido capaz de sumar tres puntos de dieciocho posibles, además de haber ido perdiendo progresivamente las buenas sensaciones del inicio de temporada sin que se viera capacidad de respuesta.

El equipo, que había iniciado la temporada sumando ocho puntos de doce posibles, habiéndose enfrentado a dos rivales tan cualificados como la U.D. Las Palmas y el Real Oviedo, entró en una espiral descendente a partir de la gran victoria en tierras asturianas (0-4), que desató la euforia tanto por el resultado como por el juego demostrado.

Desde entonces acumula la mencionada racha de seis jornadas sin vencer y que ha acabado con un nuevo técnico en la cola del paro, el noveno desde que el equipo zaragozano descendió.

Las numerosas lesiones que ha sufrido el equipo, algunas como las de Eguaras, Raúl Guti y Toquero, arrastradas desde la pasada temporada y que les mantienen en el dique seco en la actual, al menos en el caso de los dos últimos; las recientes de Zapater, James, Papunashvili y últimamente las de los dos delanteros titulares, Marc Gual y Álvaro Vázquez, no han ayudado a que las cosas varíen positivamente.

Además, el equipo pareció ser víctima de su propio éxito tras el triunfo en la capital asturiana, pues en los dos siguientes encuentros, contra el Almería y el Lugo, se observó cierta suerte de relajación en la plantilla.

El halago debilita y al equipo 'blanquillo' parecieron afectarle demasiado los elogios del triunfo en el Carlos Tartiere, algo de lo que se aprovecharon Almería y Lugo, que además parecieron estudiar a la perfección su sistema de juego ganándole la partida también en el aspecto táctico.

Del exceso de confianza se pasó a los nervios, la falta de respuesta a lo que proponían los rivales, que copiaron lo que habían hecho sus predecesores; la ausencia de gol y también a errores que le penalizaron en demasía hasta dejarle a dos puntos del descenso.

Otro factor que se repite temporada tras temporada, y que es ajeno al técnico y a la plantilla, es la presión que desde el consejo de administración del club se ejerce sobre aquellos.

Los dirigentes del Real Zaragoza parecen aferrados a un pasado glorioso que ya no existe y que solo sirve para presionar a los jugadores, fruto de la necesidad económica del club, que ve su maná en el ascenso ante las numerosas deudas que todavía arrastra de la época del anterior mandatario, Agapito Iglesias.

Si desde que el Real Zaragoza descendió, el objetivo obligado ha sido el regreso a la máxima categoría a pesar de que el presupuesto no se correspondía con dicho objetivo, en las últimas campañas este problema se ha agudizado porque con menos capacidad económica la exigencia sigue siendo la misma o mayor.

De hecho, y aun cuando la meta estaba puesta en el ascenso, fuera por vía directa o a través de la promoción de ascenso, en esta temporada el presidente del club, Christian Lapetra, sorprendió diciendo que el ascenso debía ser directo pese a que el club cuenta con el decimotercer presupuesto de la Segunda División.

Esa exigencia máxima parece que no ha sido asimilada por un grupo de jugadores a los que les ha pesado la situación cuando esta se ha torcido y que, aunque todavía hay tiempo, sobre todo vista la gran reacción de la pasada temporada, se antoja complicado que se vuelva a repetir.