El Real Zaragoza, entre 88 y 103 años

El Real Zaragoza está de enhorabuena. El club aragonés celebra en este 18 de marzo su cumpleaños, concretamente se alcanzan los 88 años de historia. Una cifra controvertida y que siempre se ha mantenido en duda, pudiendo tratarse de algo más, superando el centenario para alcanzar, apenas en unos días, los 103 años.

Para entender la problemática habría que trasladarse hasta el inicio del siglo XX. Fue entonces cuando el juego del balompié se introdujo en la ciudad de Zaragoza. Un deporte que saltó de los colegios, donde parece que comenzó a practicarse algo antes, a los proyectos por aunar voluntades creando los primeros clubes, concretamente el Zaragoza Foot-ball Club. Una iniciativa que, pese a pasar a la historia como el primer proyecto serio de fútbol en la capital del Ebro, no acabaría de fructificar, teniendo que esperar a la creación de la Gimnástica, en 1913.

El origen: avispas y tomates

Precisamente de aquella Gimnástica y con apenas 20 años, asomaría el nombre del que posiblemente sea el hombre más importante en la implantación del fútbol en Zaragoza, José María Gayarre. Fue a él a quien pidieron consejo los hermanos argentinos Abinzano a la hora de fundar el Iberia, uno de los gérmenes del Real Zaragoza, nacido en 1917 y cuyos colores, los ‘avispa’, heredaron del proyecto anterior de Gayarre.

Más complejo es el origen de la otra pata original del club blanquillo. De nacimientos y fusiones, apareció el España, que fue Athletic, Stadium, Real Sociedad Atlética Stadium, Zaragoza y Zaragoza CF. Sería de esta rama de la que tome el club el título de Real, concedido en 1922 por Alfonso XIII a la Sociedad Atlética Stadium. Ya en 1925 comenzaría a sonar el nombre de Real Zaragoza tras la fusión con el Zaragoza FC –que anteriormente se fusionara con el CD Fuenclara–, un título que se perdería poco después con la llegada de la República en 1931.

Durante los primeros años de convivencia, la rivalidad entre ambos fue enconada. Algo que iba más allá de lo deportivo, pues alcanzaba también lo social ya que mientras el Real Zaragoza CD se nutría de familias de corte aristocrático y elitista, el Iberia lo hacía de la gente de clase media, estudiantes y algunos obreros. No sería pues, sino la necesidad, la que obligaría a la unión de ambas entidades.

Rivalidad y declive

Tal sería la rivalidad entre ambos que decidieron competir en grupos diferentes para no tener que verse las caras. Sin embargo, con la llegada de la década de 1930 llegaría la crisis económica que, como no podía ser de otra manera, afectaría también al fútbol. Especialmente afectado el Real Zaragoza al que las deudas ya estuvieron a punto de hacer desaparecer en 1929. En la 1930/31 se tocó fondo. El Iberia descendió de Segunda a Tercera división. Sería una deuda contraída con Osasuna la que llevaría a la desaparición del Zaragoza en 1931. Una desaparición que en este caso sería federativa, aunque administrativamente el club seguiría existiendo unos meses más.

En beneficio del futuro del fútbol en la capital del Ebro se optó finalmente por la mal llamada fusión entre Zaragoza, los ‘tomates’ y el Iberia, ‘avispas’. Así lo explicaba Gayarre, “Lo cierto es que quienes tenemos sobre nuestras espaldas la responsabilidad de haber creado una organización, teníamos el deber de no regatear esfuerzo alguno por afrontar una situación difícil que amenazaba a dar al traste con lo logrado hasta el momento, a base de tanto sacrificio. Ni podía satisfacer unos la crisis evidente del Zaragoza, por muy enemigo nuestro hubiera sido, ni podíamos empequeñecer nuestra labor fundamental frotándonos las manos de regocijo ante la hecatombe de nuestro adversario, porque su repercusión podía alcanzarnos y dar por estéril todo lo hecho hasta el momento”.

El nacimiento del nuevo Zaragoza FC

El nuevo equipo se llamaría Zaragoza Fútbol Club, luciría el escudo de la ciudad, en la que el Iberia se reservaba el perfilado amarillo y negro de su equipación, ya que a partir de ahora luciría de azul y blanco, los colores de la Federación Aragonesa. Un club que se constituiría el 15 de marzo de 1932 –refrendado por los socios de ambos clubes tal día como hoy, 18 de marzo–, y en cuya acta fundacional ya se advierte que aquello no era estrictamente una fusión, “Habida cuenta de que el nuevo club no puede ser producto de una fusión en el aspecto oficial dentro de la organización deportiva, por haber causado baja en la misma uno de los dos clubs actualmente existentes”, una sospecha que se completa de forma clara, “hará constar ante la Federación regional aragonesa su acuerdo de: sustituir el nombre de Iberia SC por el de Zaragoza FC”.

“Partíamos del hecho de que el nuevo club tenía que ser el Iberia, que cambiaría el nombre, tomando el de la ciudad”

Algo que se traduce también en el hecho de no perder los derechos federativos, manteniendo la categoría del Iberia, en lugar de partir en la última categoría regional, obligación en caso de tratarse de un club nuevo. Así, como defiende Pedro Ciria Amores en su tesis “El sueño de ser grandes: Historia social del nacimiento del fútbol en Zaragoza, 1903-1936” y como había indicado Ángel Aznar Paniagua en su monumental “El largo camino hacia la Recopa”, más que hablarse de la fusión de dos clubes, se puede hablar de la absorción del Zaragoza por parte del Iberia, como indicaría Gayarre, “Partíamos del hecho de que el nuevo club tenía que ser el Iberia, que cambiaría el nombre, tomando el de la ciudad”. Y apenas unos días después, la primera victoria, el 20 de marzo de 1932, frente al Valladolid, en el campo de Torrero, con un once pleno de jugadores del Iberia, cuyo último partido había sido una semana antes en Zorrilla, precisamente frente al equipo vallisoletano.

Y así, considera Ciria, el Iberia nunca dejó de existir y no es sólo padre del Real Zaragoza actual, sino el mismo club. Aunque distingue, eso sí, entre el nacimiento federativo, que correspondería con el del Iberia, en 1917 (concretamente el 24 de marzo) y el administrativo, que corresponde a la unión con el Zaragoza, en 1932. Una unión de la que surgiría la fuerza para competir en mancomunado primero y en Segunda división después, logrando su primer ascenso a la máxima categoría en 1936, aunque por la guerra, no debutaría hasta 1939, inicio a la postre, de una gloriosa historia que trata de reverdecer ahora, inmerso en la lucha de nuevo por el ascenso a la Primera división.