Review de Sherlock 4x02
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Como en los mejores espectáculos de magia, las pistas estaban delante de nosotros en todo momento. No se van a hacer aquí spoilers de lo que sucede en El detective mentiroso, sobre todo en sus últimos minutos, pero sí que hay que aplaudir a Steven Moffat y Mark Gatiss por la manera en que descubren la sorpresa, tras entregar un episodio que tiene muchos de los mejores elementos de la serie y que obliga al espectador a hacer cábalas constantes para encajar todas las piezas. Sherlock (2010-) en su salsa, tanto la serie como el personaje, con un excelente despliegue de un Benedict Cumberbatch comodísimo ya en la piel del peculiar detective.
Si el episodio funciona como un reloj y los 89 minutos se pasan volando es porque todos los elementos funcionan con gran precisión. La historia es atractiva, con un punto de partida de lo más intrigante; la manera de dosificar la información es sabia, con cada nueva revelación causando la buscada sorpresa. El villano se presenta con la mayor de las fanfarrías, y funciona. Toby Jones está excelente como Culverton Smith, aunque la resolución de su historia no esté a la altura del resto. Pero es porque hay mucho más en juego en esta entrega de Sherlock.
Porque la señora Hudson sigue revelando capas de su pasado de manera hilarante, y Sherlock ha vuelto a su estado más extremo, a su conciencia más alterada. Y eso se traduce siempre en la variante más visualmente imaginativa de Sherlock, con angulares extremos, bruscos cortes de edición y veloces montajes cargados de imágenes e información que reflejan la psique alterada de nuestro protagonista. Pero el capítulo pertenece también, por supuesto, a John Watson, cuyo dolor en palpable gracias a la solidez interpretativa de Martin Freeman. Siendo como es ésta una serie de solo tres capítulos, la inevitable reconciliación entre los personajes tenía que darse pronto, pero el inteligente giro que introducen los guionistas para lograrlo conecta los dos capítulos y tiene todo el sentido del mundo. Otro punto a su favor. Y para los que puedan argumentar que se produce todo con demasiada sencillez, encontrarán en la frase de la señora Hudson a Watson la clave para refutar su propia crítica.
Cómo lo es el hecho de que la propia estructura de El detective mentiroso sea tan peculiar respecto a otros episodios de Sherlock. Eso tiene su parte positiva y negativa, ya que el desenlace se acelera más de lo debido pero en general el ritmo nos mantiene alerta y el espectáculo de humor, tensión y drama funciona. Y muy bien. Retomando la metáfora de la magia que abre este escrito, los responsables están agitando una mano ante nuestra cara -la crítica y veraz trama del asesino en serie millonario- para que no nos demos cuenta de lo que hace la otra. Porque lo que está haciendo sutilmente la otra nos lanza al final de temporada con la boca abierta, en un fundido a negro que configura un cliffhanger de manual. Que el domingo llegue ya.