El clasicismo de la espléndida Fuga en Dannemora
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Tras siete vibrantes entregas, la magnífica miniserie Fuga en Dannemora (2018) llegó a su fin el pasado domingo 30 de diciembre, con unos generosos 99 minutos de metraje que relatan qué pasó tras la fuga de David Sweat y Richard Matt de la prisión en 2015, con la ayuda de la trabajadora social Joyce Mitchell, alias Tilly. Aquí no se van a desvelar ninguno de los aspectos argumentales de esa conclusión, que se puede encontrar haciendo una simple búsqueda en internet, sino alabar el trabajo de todos los implicados en la miniserie, que han logrado coger una morbosa historia real y convertirla en un tenso y clásico thriller.
Cuando se anunció el proyecto de Fuga en Dannemora, la dirección de Ben Stiller y su curioso trío protagonista (Patricia Arquette, Benicio Del Toro, Paul Dano) fue uno de los aspectos más comentados. Vista ya la miniserie, probablemente estos aspectos sean de los más destacables. En especial se recordará Fuga en Dannemora por la inconmensurable interpretación de Arquette, que ya está acumulando nominaciones a los premios gordos, y con toda justicia. Del Toro, Dano, Eric Lange, David Morse y el resto del reparto está excelente, pero la inmersión que hace la actriz en su personaje es digna de todos los elogios.
Y en segundo lugar, la apuesta que Stiller, que ha confesado en entrevistas aceptó el proyecto para probarse como director tras la tibia recepción de Zoolander 2 (2016), es una por el clasicismo más absoluto. Pero uno que se aprovecha de las ventajas de emitirse en una cadena de premium cable en lo que al sexo y la violencia se refiere, y que mezcla ambas ideas a la perfección. Habrá gente que vea Fuga en Dannemora y piense que simplemente está "bien", que es "correcta" pero nada novedosa en las formas, dejando aparte el excelente plano secuencia que abre el episodio 5, y que sigue a Sweat desde su celda hasta la calle para mostrar el recorrido que los presos hicieron.
El clasicismo se traduce en una apuesta sobria, sin estridencias ni excesivos alardes, donde la naturalidad con la que los guiones de Brett Johnson, Michael Tolkin y Jerry Stahl fluyen y el trabajo fotográfico dan a Stiller las herramientas para ofrecer un producto que hace décadas hubiera sido uno más del montón, pero que ahora destaca por su alta calidad y no morir en el intento de emular ese cine. Fuga en Dannemora es una maravilla, y la prueba de que toda historia, contada de la manera adecuada, puede resonar muy adentro en el espectador.