Crítica Toy Story 4 (sin spoilers), los juguetes siguen teniendo alma

¿Cómo se clausura una saga que ya quedó cerrada hace casi diez años? Disney-Pixar se encontró cara a cara con este problema en el momento en el que decidieron darle una cuarta entrega a Toy Story. Durante todo este tiempo, hasta hoy día de su estreno, mis lágrimas por el final de "la tres" y yo éramos escépticas.. pero lo han vuelto a hacer.

Siempre he pensado que la calidad de la historia de estos juguetes ha ido in crescendo y quizás ya no suba más, pero al menos se ha estancado en una gran secuela. A estas alturas era difícil no reciclar historias, hacer avanzar a unos archiconocidos personajes, caer en el tópico, en las bromas sin gracia.. Pero poco de ello he visto en Toy Story 4.

Una vez más, desde los más pequeños hasta los que tienen la infancia bien olvidada, pueden disfrutar de una entrañable historia. Es una película familiar, no para niños, y eso es importante recordarlo.

Si con Toy Story 3 una parte de ti se quebraba al, quizás, verte en la misma situación que Andy con sus juguetes, esta entrega hará que otra parte de ti se congele y pienses en todo el camino recorrido desde el estreno de la primera entrega en 1995.

Woody, Buzz, Jessie, Bo Peep, Rex, los Patata.. todos ellos vuelven tal y como los recordábamos o incluso mejor; conocemos a secundarios que, una vez más (como fue el caso de Barbie y Ken en la anterior, por ejemplo) roban los minutos en pantalla. El carisma de los juguetes sigue intacto.

A pesar de conocer los diálogos de la saga como la palma de mi mano, decidí volverme a ver las anteriores estos últimos días, y ver cómo la animación 3D avanza de una a otra película es fascinante. Toy Story 4 brilla por el cariño y trabajo que lleva tras el movimiento de cada personaje, de cada elemento que lo compone, de cada sentimiento que transmite.

Y aunque se haya roto una tradición de 25 años, el filme nos regala 5 escenas post-créditos que si bien no aportan ningún tipo de cliffhanger al más puro estilo Marvel, merecen ser vistas antes de salir de la sala.

Pero no olvidemos que, aunque le de una casi matrícula de honor al filme, es suficiente. Es posible otra película más, pueden ocurrir mil situaciones que nos lleven a encontrarnos con este singular grupo de amigos, pero no hay ninguna necesidad. Es mejor parar cuando se está en lo más alto.