Los nuevos modelos de Copa y Supercopa a debate con el no de LaLiga
Luis Rubiales espera mañana el refrendo a los cambios que pretende hacer en la Copa del Rey, la Supercopa y la competición femenina durante la Asamblea de la Federación, en la que se votará el calendario de la temporada que viene y se informará de la renovación del convenio de competencias con LaLiga.
Los 141 asambleístas, entre los que hay 20 clubes y 13 jugadores profesionales y 29 equipos y 19 futbolistas que representan al fútbol modesto, están citados en la Ciudad del Fútbol (12.00h) para pronunciarse sobre unos proyectos que la Federación defiende, pero LaLiga rechaza.
La cita de mañana será una muestra más del ya "histórico" pulso que mantienen ambas partes y que lejos de suavizarse se ha encrespado más en la última semana, especialmente entre sus presidentes, Javier Tebas y Luis Rubiales.
El primero no tiene previsto ir a la Asamblea. El segundo celebrará dentro de 18 días su primer año en el cargo.
Después de que ambos acordaran que la última Supercopa se jugara en Tánger, Rubiales anunció su intención de que esta competición cambie su formato para ser una final a cuatro, en el mes de enero y no en agosto como hasta ahora, previa al inicio de Liga, desde la próxima temporada.
También presentó una Copa del Rey que se dispute a partido único hasta las semifinales y que en ella, desde la primera eliminatoria, haya equipos de regional, Tercera, Segunda B, Segunda y Primera.
Con estos mimbres y con el anuncio de una revolución en la competición femenina que ha despertado el recelo de los clubes, más la reanudación del diálogo con LaLiga para intentar renovar el convenio que reparte las competencias de una y otra, la Federación convocó la asamblea extraordinaria de mañana para votar estos puntos.
Días después añadió a la agenda, y "dado el carácter urgente de la temática", la aprobación del calendario 2019-2020.
LaLiga y la Asociación de Futbolistas (AFE) han acordado fechas como el 18 de agosto para el inicio de la competición; el 24 de mayo para el final de Primera y el 18 de abril para la final de la Copa del Rey. Pero ese acuerdo no reserva fechas en enero para la nueva Supercopa, que apunta a Arabia Saudí como posible escenario.
Ésta se ha convertido en otro de los puntos de discordia. Hace cuatro días los clubes de LaLiga la rechazaron en su Asamblea, igual que hicieron con el nuevo modelo de Copa.
El no del fútbol profesional salió de una votación secreta, resuelta con 39,7 votos a favor; 2,2 en contra y 1,1 abstención -el voto de los clubes de Primera vale 1,1 para su suma sea igual a la de la suma de los de Segunda (22) y al no estar el Reus el total alcanza la cifra de 43-.
Para LaLiga estos cambios deben ser acordados por las dos partes. En el caso de la Copa porque afecta a sus clubes y SADs afiliados e implica una variación importante en el calendario de la competición profesional y en el de la Supercopa porque supone a una alteración de los derechos adquiridos los mismos. De hecho el Valencia, que puede verse afectado como finalista de la Copa, ha avisado de posible alegalidad al respecto.
En la Asamblea hay 20 clubes profesionales y los presidentes de 12 de ellos forman parte de la junta directiva: Barcelona, Real Madrid, Atlético, Betis, Espanyol y Valladolid.
Entre las votaciones de mañana se colará la explicación sobre cómo marcha la negociación para renovar el convenio de coordinación de competencias con LaLiga -el vigente expira el 30 de junio- después de sentarse dos veces con la mediación del Consejo Superior de Deportes, tras ocho reuniones previas sin mediador y sin acuerdo.
La RFEF quiere un nuevo pacto en la cesión de derechos de explotación, del nombre de la competición, del balón y de la aplicación de los horarios del torneo liguero. Rubiales ya ha anunciado que la próxima temporada no habrá partidos los lunes.
LaLiga entiende que la fijación de los horarios, la elección y/o comercialización del balón y la denominación de las dos competiciones profesionales son competencias suyas.
El CSD ha pedido a ambos un borrador y en unos días volverá a sentar en la misma mesa a dos partes condenadas a entenderse, pero demasiado enfrentadas ahora mismo, tanto como para esperar que lo que apruebe una será impugnado por la otra.