La onda expansiva de la bomba Salazar alcanza Doha
José Antonio Diego
Doha, 1 oct .- Lo último que necesitaban los campeonatos del mundo más desangelados de la historia era que la sombra del dopaje asomara su rostro abominable. La bomba ha estallado a miles de kilómetros, en Estados Unidos, pero la onda expansiva golpea de lleno en el monumental Khalifa Stadium de Doha.
La Agencia Estadounidense Antidopaje ha suspendido por cuatro años a Salazar "por organización e incitación a una conducta dopante prohibida" al término de una investigación de cuatro años sobre las prácticas utilizadas en Beaverton, sede del Nike Oregon Project que dirigía el exatleta.
Los rumores largamente propalados desde hace años han dejado paso a las certezas, plasmadas en los informes que culminan una investigación de cuatro años: Salazar, el mago que sacaba grandes atletas como conejos de su chistera, utilizaba métodos prohibidos.
Ninguno de los atletas más famosos a los que ha lanzado a la fama (Mo Farah, Matthew Centrowitz, Galen Rupp, Sifan Hassan) han dado positivo en un control de dopaje, pero su vinculación al polémico entrenador les deja ya para siempre tocados por la sombra de la ominosa práctica.
Y la sospecha es mucho peor que la certeza. La realidad delimita perfectamente el contorno de la infracción; la sospecha no admite límites. Cada cual es libre de hacer volar su imaginación desde el dopaje más leve hasta las prácticas más agresivas.
La Federación Estadounidense de Atletismo (USA Track and Field, USATF) ha marcado distancias con el suspendido entrenador retirándole con carácter inmediato la acreditación. El brujo tendrá que abandonar Doha sin asistir, este misma noche, a la final de 800 metros, en la que participan dos de sus atletas, Donavan Brazier y Clayton Murphy.
La carrera tiene una enorme relevancia para el atletismo de Estados Unidos porque sus dos representantes, pero especialmente Donavan Brazier, pueden cerrar un lapso de 47 años sin títulos globales (olímpicos o mundiales) para el país en esta disciplina.
Brazier, en posesión de una marca de 1:42.70 este año -tercera de los finalistas- y de un poderoso remate, es uno de los favoritos para alzarse con el título.
Desde que el carismático Dave Wottle, tocado con su eterna gorra, se impuso en la final de los Juegos de Múnich'72, ningún otro estadounidense ha ganado un título global en la prueba.
Entre los más famosos discípulos de Salazar se encuentra el británico de origen somalí Mo Farah, cuádruple campeón olímpico (dobletes en 5.000 y 10.000), que trabajó con él entre 2011 y 2017; Matthew Centrowitz, campeón olímpico de 1.500 y Galen Rupp, doble medallista olímpico, pero también la holandesa Sifan Hassan, que acaba de conquistar en Doha el título de 10.000 y tiene todavía por delante el 1.500.
Hassan se ha erigido este año en reina del fondo mundial y lo acaba de ratificar en Doha. El 28 de septiembre ganó la medalla de oro en la final de 10.000 metros con un tiempo de 30:17.62, la mejor marca mundial del año, tras lanzar un ataque incontenible en la última vuelta.
Desde que se afincó en los Estados Unidos para trabajar con Salazar, Hassan se ha disparado en distancias que van desde los 1.500 al medio maratón, batiendo récords mundiales en los 5 km y la milla, y récords de Europa en 3.000, 5.000 y medio maratón.
Hassan tiene todavía por delante una nueva prueba en Doha, los 1.500 a partir del miércoles, y para el 27 de octubre próximo está anunciada como figura estelar del Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso para atacar el récord mundial, establecido el año pasado en la misma ciudad española por la keniana Joyciline Jepkosgei con un tiempo de 1h04:51.
Salazar comentó el pasado año, con respecto a Sifan Hassan, que estaban trabajando mucho la técnica y la biomecánica de la holandesa, y que a su juicio tenía todavía "un gran margen de mejora".
Las investigaciones realizadas por la Agencia Estadounidense Antidopaje, que incluye denuncias de algunos atletas, apuntan a que pudo haber algo más que biomecánica en los métodos que utiliza.
Salazar, nacido en Cuba hace 61 años, se ha defendido: "Estoy conmocionado por las decisiones anunciadas. Durante toda la investigación mis atletas y yo hemos sufrido métodos injustos y contrarios a la ética. El Oregon Projet jamás ha permitido ni permitirá el dopaje. Voy a apelar", anunció el tres veces ganador del maratón de Nueva York.
Los Mundiales de Doha parecen condenados a vivir una polémica tras otra. En lugar de contar las hazañas de los atletas, los medios de todo el mundo dedican largos espacios al calor, la humedad, las críticas a la IAAF por haber elegido Doha. Ahora, el nuevo escándalo de dopaje. Mal año para los atletas que han centrado todo su trabajo en el Mundial.