El día que Rafa Nadal tocó fondo para levantarse y ser número uno: "Estaba jugando sin ilusión"
Los grandes deportistas de la historia también han pasado por malos momentos. Rafa Nadal también es humano y el manacorí ha contado cómo fue su situación más dura en este 2019. Unos días que consiguió superar con su fortaleza mental hasta terminar consiguiendo el número uno en uno de los mejores años de su carrera.
Así lo ha narrado el tenista español en una entrevista para Marca, con sus sensaciones al llegar a la temporada de tierra: "Hago tratamiento para llegar bien a Montecarlo, pero tengo dolores y me cuesta mucho. No soy capaz de encontrar la energía vital con la que yo siempre he entrenado y competido. En Montecarlo se me infecta un dedo de la mano y se me hincha, juego con el dedo dormido toda la semana".
De la derrota en las semifinales en Mónaco, al Godó, con ese dolor: "Juego un partido desastroso en las semifinales de Montecarlo y me quedo hecho polvo. Necesitaba parar porque llevaba unos meses jugando bien pero sufriendo físicamente. El sufrimiento me llevaba a aburrirme con lo que estaba haciendo".
"Me planteé parar, pero hablé con el equipo y me convencieron para ir a Barcelona. En el partido ante Mayer en primera ronda tuve una de las peores sensaciones en una pista de tenis. Estaba jugando sin ilusión, no tenía ni por ganar el partido. Estaba pensando: '¿Qué hago aquí?' No me había pasado en la vida, no sé ni cómo gané el partido", desvela Rafa Nadal en la entrevista para Marca.
Ahí llegó el punto de inflexión de Nadal para terminar el año conquistando Roland Garros, el US Open y la Copa Davis: "Le pedí a mi familia que me dejaran solo en la habitación. Me quedé cuatro horas analizando todas las posibilidades, como no jugar al día siguiente y descansar varios meses. Llegué a la conclusión de darme una oportunidad hasta Roland Garros. Valoraría cualquier mejora y no emitiría ninguna queja".
"Hago un cambio de chip a nivel mental en el Godó, a pesar de perder con Thiem. Tenía que llegar a París al 100%. Me sentía mejor en Roma tras analizar que, estando muy mal, había hecho tres semifinales. Ganó allí y llego convencido de ganar a Roland Garros. A partir de ahí, el cambio es total. Empiezo a ser yo mismo a nivel físico, de confianza y energía. Eso me lleva a recuperar la confianza y la ilusión en mi tenis", concluye Rafa Nadal.