Lucía Martín-Portugués: armada con un sable para sacarle punta a la vida

Pocas cosas son más valiosas que tener las ideas claras. La convicción de que lo realmente importante es "el aquí y el ahora". Lucía Martín-Portugués, tiradora de esgrima en la modalidad de sable, podría escribir un manual de buenas prácticas para la vida. Su camino no ha sido fácil y ha ido recopilando Luciconsejos que, dicho sea de paso, ayudan a entender cómo ha tenido que mirarse por dentro y recomponerse. Su charla con ElDesmarque e Iberdrola es una buena muestra de que #EllasValenOro.

Lucía nació en Madrid hace 30 años. Lleva desde los 18 en la élite mundial de la esgrima y hasta el último momento ha luchado por una de las plazas en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. No ha podido ser, pero ella no se amedrenta. Ni lo ha hecho nunca.

"Hubiese supuesto un sueño porque hay un porcentaje muy bajito de deportistas que lo consiguen y una medalla menos todavía. Pero el aprendizaje de toda mi vida no lo cambiaría por un día en los Juegos. Creo que es un plus, un premio, una finalización de una secuencia. Me encantaría, ir y ganar sería lo máximo, pero si tengo que elegir, preferiría toda mi vida que tener ese día en concreto", relata.

El año 2020, un año preolímpico muy extraño, ha sido "horrible" tanto deportiva como personalmente para Lucía Martín-Portugués. Pero no se queja, porque ha acabado saliendo adelante. Ella, deportista de profesión, decidió no apostar su futuro a una sola carta y está acabando sus estudios de odontología. Eso sí, con "muchas lágrimas -hay profesores que no le ponen facilidades- y con mucho cuidado: mientras la gente se va por ahí a tomar algo, yo me voy a la biblioteca a estudiar".

Lucía y la esgrima, amor incondicional

Su relación con la esgrima comenzó cuando era bien pequeña y, cuando salía de ballet, tenía que esperar a su hermano, que aprendía a manejar el sable. Lucía se dio cuenta de que quería "menos tutú y más tratrá". "Aunque no había esgrima femenina de sable, que es lo que a mí me gustaba, hablaron con mi club y me apuntaron. Fui de las primeras en España", cuenta la madrileña.

Una montaña rusa. Así podría definirse su carrera, plagada de altibajos y con un punto de inflexión entre 2012 y 2013, cuando se quedó sin plaza olímpica para Londres, perdió su beca ADO y, además, perdió a su padre por un cáncer de pulmón. Lucía cogió las riendas de su familia, devastada, y alargó su propio duelo para permitir que ellos se repusieran.

Hasta que un día "te levantas y ves que el mundo sigue girando a pesar de que una de las figuras más fuerte de tu vida no está, te das cuenta de que nada es tan importante, ni el deporte, ni el dinero. Sólo es importante hacer lo que te hace feliz, levantarte cada día, el aquí y el ahora. También a nivel deportivo, cuando superé el duelo, dejé de tener miedo a perder y empecé a tener más ganas de ganar y mis resultados empezaron a mejorar". Aquí, su primer Luciconsejo.

El deporte como estilo de vida

Para Lucía, la esgrima y el deporte en general no son sólo un complemento circunstancial. Son un estilo de vida. Sabe que practicar deporte te aporta mucha autodisciplina, pero en concreto la esgrima le gusta por "la capacidad estratégica que tiene, es un ajedrez físico, vas por delante el rival, tienes que tenderle trampas para que caiga y tú te lleves el tocado. Y la capacidad resolutiva, porque nada sale como nos planeamos".

Sufre de epilepsia -con crisis de ausencia- pero, "por suerte, está completamente controlada". Una enfermedad que se lleva en silencio porque "como hago mi vida normal, parece que esa parte no existe y sí que existe".

Sin referentes femeninos en sable, cuando era más joven Lucía fijó sus ojos en Jorge Pina, campeón de Europa cuando ella empezaba, y en su hermano, que llegó a ser tercero del mundo. Ahora, sigue los pasos de Araceli Navarro.

En la pista, la madrileña se considera "muy, muy, muy agresiva". "Siempre uso todo lo que hay en la pista a mi favor y encima de ella no hay amigos. Fuera, lo que quieras, pero encima es competición, trabajo. Y a veces incluso me paso de agresividad y me perjudica, pero en general me ha beneficiado siempre", confiesa.

Hasta que se creó la categoría de sable femenino, Lucía competía contra chicos. No obstante, reconoce que esto no ha afectado a su rendimiento general: "En mi caso, no ha marcado una diferencia porque todos mis hermanos son chicos y yo soy muy feminista y lucho por nuestros derechos porque siempre nos han tratado a los cuatro de la misma forma. Y de repente, pongo un pie en la calle y me empiezan a tratar distinto por ser mujer y no lo entendía. En mi rendimiento puede que sí porque ellos tienen más fuerza y velocidad y eso ha potenciado otras habilidades mías, pero no ha sido una diferencia muy grande".

El camino al crecimiento

Otra de las cosas que Lucía tiene muy claras es que el papel de Iberdrola en el crecimiento del deporte femenino no sólo es fundamental, lo es "todo, que no os engañen. Y también en el masculino".  Y se explica: "Nos están dando las mismas oportunidades que al resto y nos están quitando cargas. En mi piel he sufrido tener mejores resultados que mis compañeros y yo no ir a las competiciones, o tener que pagármelo yo o entre mis compañeras, y un chico con peores resultados (yo en el 40 del ránking y él en el 160), pagárselo la Federación. Esto con Iberdrola no pasa".

"Tenemos nuestro propio presupuesto, nuestras propias normas y todo separado y distinto para nosotras. Y hacen falta unos 200 Iberdrola más pero no sólo para el deporte femenino, sino para el COI, para el CSD, para todas las entidades que nos protegen, las asociaciones de deportistas… Yo soy profesional porque tengo una beca ADO y desde pequeña en casa me ha enseñado así, pero entiendo que la gente no pueda tomar esas decisiones. Cómo le explicas a tus padres, que no han hecho deporte en su vida, que tú quieres ser jugador de bádminton -como su amiga Clara Azurmendi-. Alucinan, claro. No se dan cuenta de que tenemos una visibilidad en la salud y la imagen de la gente que es muy importante también", añade la tiradora.

Lucía considera la esgrima como un "ajedrez físico y moderno". Y está convencida de que un fenómeno como el de 'Gambito de dama' de Netflix -o como ya ocurrió con los estudios de medicina después de 'Anatomía de Grey'- sería un impulso brutal para la esgrima. Reniega de que este deporte sea caro y desmonta los clichés que lo rodean. Y cuenta cómo la Federación de Esgrima está dando forma a las competiciones en estos tiempos tan complicados de pandemia. Sus respuestas, en el vídeo superior.

El test de preguntas rápidas de Lucía

Lucía Martín-Portugués respondió con la velocidad a la que mueve el sable al test de preguntas rápidas de ElDesmarque. Siendo una persona a la que le encanta la música, nos confesó cuál es su canción favorita -además de su plato preferido o la última serie que ha visto-. Todo, en el vídeo inferior.