Frenazo con rebeldía

El Sevilla ha ralentizado su ritmo en LaLiga y en su temporada en general en una semana que le deja un regusto amargo en resultados aunque con poco que reprochar al equipo. Este sábado ha igualado ante el Celta en un partido que se puso cuesta arriba por dos errores gruesos, en dos pérdidas, pero que cambió en la segunda mitad en una remontada inconclusa, pero que al menos permitió sumar a los de Lopetegui. Al equipo hispalense se le nota justo. Justo en fuerzas, justo en ideas, justo en el banquillo, donde hay pocos recursos cuantitativamente hablando (solo tres profesionales), pero luego en el campo siempre hay un mínimo muy loable. El Sevilla siempre pone el alma en el campo, siempre se deja la piel y luego, evidentemente, mantiene dosis de calidad muy elevada. Ante el Celta el Papu, en una gran segunda mitad, alentó a su equipo en la remontada del 0-2 al 2-2. En realidad el regusto, pese a igualar esos dos goles, es amargo, porque el partido en general dio la sensación de brindar más al Sevilla que al rival, y así lo dicen las ocasiones, tanto en la primera mitad como en la segunda.

El equipo nervionense empezó a ritmo diesel ante un Celta que se defendía bien y alternaba una presión intensa con  repliegues buscando sorprender a la contra. Muy metido el equipo de Coudet, que pese a todo sufrió. El Sevilla, con un Tecatito realmente acertado y activo sobre todo, generaba juego y desequilibrio, y disfrutó de ocasiones claras, como una de Acuña, un remate de Ocampos de chilena y otro del mismo mexicano. El Celta, por su parte, buscaba momentos en el encuentro, momentos de calidad, que le brindaran superioridad en ataque. Los estuvo buscando, y los encontró merced a dos errores en la salida de la pelota, de Acuña y Ocampos. Cervi y Aspas no perdonaron.

Lopetegui, desde casa, agitó el árbol en el descanso. Un inexistente Mir, un Rakitic a medio gas y un Fernando mermado dejaron su sitio al Papu, Iván Romero y Óliver. Dos de los cambios marcaron, por lo que parece que fueron acertados, aunque la realidad es que Iván, mermado en el hombro desde el principio, tampoco mejoró a Mir.

Tras unos primeros minutos irregulares, el Sevilla encontró en el tramo de los 70 minutos dos goles rápidamente, como el Celta en la primera mitad. El Papu en una gran acción personal y Óliver llegando tras otra jugada del argentino. Hubo más ocasiones, aunque Ocampos estuvo muy impreciso, al igual que muchos de sus compañeros. No es que el Sevilla bordara el fútbol, pero se encontraba más cómodo en el mediocampo, con un Papu con mucha responsabilidad a la espalda, y lograba llegar la pelota a las bandas con más celeridad. De ahí vinieron los goles. Tecatito, mermado en el tobillo, estuvo más desaparecido en la segunda mitad, pero sí despertaron Acuña y Montiel, además de Óliver.

Con 2-2 pudo incluso el extremeño hacer el 3-2, pero se estrelló la pelota en el palo y dejó al Sevilla con esa sensación incompleta, amarga, de dejarse dos puntos. Eso sí, en cuanto al alma y espíritu del equipo no hay dudas. Más las hay, eso sí, en la última jugada del partido. ¿Por qué y cómo tiró Gudelj esa falta al borde del área en el minuto 94 de partido en una acción que pudo ser crucial? Doctores tiene la iglesia, se supone.