Derrotado Unai Vencedor, Iker Muniain se fue a la guerra y la perdió

¿Languidece Iker Muniain?... ¿O es, acaso, que la propia ley de la selva que impera en una sabana de leones está dictando sentencias en su contra?... Complicado resulta pronunciarse sobre lo que otras voces, con notable ligereza, y osada temeridad, lo equiparan al 'Ocaso de los Dioses'. Si supieran cómo termina la ópera de Wagner, y aún asumiendo que el afamado compositor bebe de las fuentes de la mitología germánica, temblarían ante la "profetizada guerra entre los dioses que conduciría al fin del mundo".

Y sin un 'mundo' en el que poder seguir siendo 'caso único', el Athletic Club se extinguiría, y, de seguido, todas aquellas personas que sienten que sin Lezama, leones, San Mames y Catedral la vida no tiene sentido. ¿Qué decir, entonces, sobre la merma deportiva que está sufriendo de un tiempo a esta parte el 'pony de la Txantrea?

Para empezar, sin necesidad de irnos a aquella tarde en La Florida en la que un Muniain de catorce años se gustaba trazando diagonales con una velocidad endiablada, situemos al 'personaje' en el tablero sistemático que Marcelino García Toral pintaba en la pizarra del vestuario hora y media antes de comenzar los partidos. 2021-2022. La temporada en la que al técnico de Careñes se le permitió que trabajara al Athletic por entero. Bueno: casi.

Porque fue comenzar el montaraz tañido de cuernos y bocinas llamando a elecciones anticipadas, y empezar a desgajarse del proyecto Athletic lo que había venido con intención de quedarse hasta marcar un hito relevante en la historia del  Club. En este momento de aturdimiento, Marcelino García Toral se había hecho fuerte con sus leones en un valle que había nacido para 'los pájaros'. Pájaros que corren y picotean. Leones que vuelan y dan zarpazos.

El asturiano sentía debilidad por 'un tal' Unai Vencedor, y por Muniain, 'Iker' en todo momento salido de su boca; un capitán al que se abalanzaba en completo abrazo de su cuerpo cuando los goles que se marcaban eran los más sentidos. Y de Vencedor, qué decir que no se dijera en su totalidad cuando decidió que el 'Sean Penn de Rekalde' fuera, junto a Dani García, el segundo de sus 'dos aliviadores'.

Dani y Vence, Vence y Dani. Problema resuelto en el doble medio centro de su intratable sistema 1-4-4-2. Algo pasa con Muniain. Cierto. Pero antes de entrar en su 'decaída', guardemos un minuto de silencio por Vencedor.

Silencio que no es de duelo por el luto rematado con una salva de aplausos que hace daño. Silencio para pensar, o reflexionar, tratar de entender cómo es posible que un 'técnico top' haya encumbrado a un medio centro puro y duro como la piedra de la cantera de Rekalde, y, de la noche, de su triste y oscura noche del alma, a la mañana alegre y jovial de la laboriosa 'hormiga' que volvía al 'tajo' de su 'club de referencia' por tercera vez.

O sea, en menos que canta un gallo que nadie llegó a ver ni a escuchar, Vencedor, líder en todas las batallas que, junto a Dani García, lideraba en post de la vigencia de un Athletic enorme y único, fue relegado cual 'Chico del Coro' que el 'Director del internado' castiga encerrándolo en el cuarto oscuro donde las ratas hacen caldero.

Finalizado su cautiverio, creyendo 'Txingurri' que el muchacho no había tenido suficiente, tomó la decisión de expulsarlo fuera de 'El fondo del estanque' para que se hundiera en el lodo de Ipurua alejado del alcance de sus ojos. Del 'estrellato' gozoso con Marcelino al 'anonimato' triste con un 'gallo' que, diríase, habita un lugar que le es ajeno. Como si adrede la cesión de Vencedor. Qué dirá Marcelino García Toral / que está en Marsella / que le han hecho trizas / a la más joven / de sus dos doncellas: ¿tanto trabajo para terminar siendo en vano?

¿Languidece Iker Muniain?

¿Recuerdan? Al igual que Vencedor, Iker era un fijo de lujo en el sistema de Marcelino. Escorado de partida a la banda izquierda, como nació, creció y vivió excepto en contadas ocasiones, Muniain siempre tuvo la libertad de buscar el centro del combate  para que en él se dedicara a 'bailar con lobos'.

Sobre Iker y la zona que invadía, Marcelino acuñó "su clarividencia cuando llega al 'balcón del área' y desde sus alturas ve cosas que solo él es capaz de atisbar". Por entonces, el técnico asturiano colocaba a Sancet de segundo delantero. Con Iñaki a su lado. Berenguer, en la banda derecha, temeroso de la poderosa irrupción de un Nico Williams llamado  para la gloria. Hasta que llegó Valverde y mandó a parar.

Con su 1-4-2-3-1. Y con 'Txingurri', el rechinar de dientes de Muniain. Miedo. Al escenario de Ernesto en el que él no tenía cabida. Fuera de sitio. No porque su fútbol languidezca carente de prestaciones. Es el sistema y sus ocupantes. Obviando el doble medio centro donde nada se le ha perdido, Ohian Sancet le roba la media punta que otros reclaman para 'Muni'. Por las bandas, los hermanos Williams. ¡Arriba, arriba, arriba!, Guruzeta marcando 'cruces'.

Y desde que el virtuoso Ruiz de Galarreta llegó de Mallorca ["te lo dice Pérez"], Ohian Sancet no volverá a ser 'contrabajo' en el sistema rockero de un Ernesto Valverde que, por mucho que le duela, no está autorizado a jugar con 'doce'. Muniain no encuentra su sitio en el 'sistema' de una 'sociedad salvaje'. Unai Vencedor: agur eta ohore! El que te hundió en lodo cree que no es de su incumbencia mirarte a la cara para esgrimir unos motivos que no tiene.

• Por Kuitxi Pérez, periodista y exfutbolista