Malaguismo también es no hacer caso a Ricky Rubio

El Málaga es capaz de perder en casa contra el Alcoyano, ganar en Murcia por goleada y no marcarle al Sanluqueño en casa ni aunque el partido hubiese durado 350 minutos en vez de 99, al igual que tú eres capaz de madrugar un sábado sin alarma y quedarte dormido un martes en día de examen. Todos podemos ser un desastre indescifrable e contradictorio casi al poco de haber sido todo lo contrario. Pintar de gris es lo más complicado. En el fútbol, el blanco y el negro son los colores primarios. Y en Málaga muy mucho. Ciudad visceral, aquí todo es al rojo vivo. Para lo bueno y para lo malo.

El pitido final devino en las críticas de diversos sectores de aficionados tras el amargo 0-0 de este sábado en La Rosaleda. Las palabras de Pellicer ayudaron a ser leña para la hoguera que muchos hinchas detractores hace tiempo que encienden sobre su figura. Porque Pellicer no gusta a todo el mundo. De hecho, Sergio Pellicer convive con la etiqueta de entrenador defensivo que es poco sexy para muchos que prefieren Pepemeles o Víctorsánchezdelamos. El castellonense, que a veces le falta más autocrítica y muchas le sobra parafernalia en su discurso, dijo que el plan de partido había salido a la perfección, pero faltó que la pelotita entrara.

Desde luego, utilizar la expresión "plan perfecto" no fue la mejor forma de analizar un 0-0, pero no le quito ni una coma a esto que dijo: "La finalización es un trabajo que requiere de mucho tiempo. Hemos hecho un partido muy bueno, generando muchas situaciones, pero sin el gol se quedó en un partido malo. Para jugar en el Málaga hay que ser constante, no tener un día bueno y ya está". Porque hay dos formas de mirarlo si se hace desde ambos extremos. La número 1 es que el Málaga no fue capaz de marcarle al Sanluqueño en casa, que no tuvo precisión, que la plantilla da para lo que da y que el planteamiento de Pellicer fue insuficiente. La número dos es que todo se hizo bien menos lo que en el fútbol hay que hacer bien, que es marcar.

Ni con la uno, ni con la dos. Me quedo con la de en medio. Con que el esfuerzo del equipo no puede reprocharse, que el potero del Sanluqueño hizo el partido de su vida, que ocaciones hubo más que nunca -19 disparos, la mitad acabaron en parada de Samu García-. Que la ansiedad de jugar en La Rosaleda, un diagnóstico que se da año tras año, es un estado que el equipo debe tratarse, porque así no llegará lejos en la competición. Pues sí, el Sanluqueño y otros muchos equipos se te encerrarán y tendrás que tirar el muro por lo civil o por lo criminal y el Málaga no tiene genética goleadora para eso. La tuvo en Murcia porque marcó dos goles a balón parado y aprovechó otros dos errores con espacios. Que claro que sí, hay jugadores que "no pueden fallar esto o aquello" ni pueden tomar esas malas decisiones en los metros finales, pero que también por eso están jugando en Primera RFEF y no en Segunda ni en Primera División.

Esto es el Málaga, papá. Es la exigencia máxima. Pero repito, es Primera RFEF, es una plantilla con lesionados y carencias, necesitada de refuerzos en el mercado invernal y muy joven, es decir, muy expuesta al error. El equipo acabó jugando con Roberto (21 años), Loren (20 años), Antoñito (17 años), Kevin (22), Dani Lorenzo (20) y Larrubia (21). La edad no es una excusa, pero sí una variable clave para entender esos errores en la toma de decisiones cara a puerta. Es un riesgo, pero el proyecto de Loren Juarros debe pagar ese peaje.

El consejo de Ricky Rubio

El Málaga CF genera siempre opiniones contrarias porque las gradas son en realidad un pequeño reflejo de la sociedad ultra en la que vivimos, donde el término medio es una cosa que, por lo que sea, no atrae demasiado. O eres muy bueno o eres muy malo. O de izquierdas o de derechas. Facha o feminazi. La tortilla con cebolla o sin cebolla. O goleas 1-4 en Murcia y todos son jugadorazos o empatas o pierdes en casa contra sanluqueños o alcoyanos y ningún jugador vale ni para esconderse. Y Pellicer, a la hoguera.

Por eso, en días como estos, me encomiendo a Ricky Rubio y su mantra: Never too high, never too low (Nunca demasiado alto, nunca demasiado bajo). Ni tocar fondo en las derrotas ni creerse en las nubes en las victorias. Se vive mejor así e invito al lector a probarlo. Ibon Navarro, entrenador del Unicaja, utilizó esa frase de Ricky en el vestuario del WiZink Center después de ganarle al Madrid hace poco, como diciendo: "Ni antes éramos tan malos ni ahora seremos el Dream Team de Jordan y Magic". Un elogio al término medio. El Málaga CF está en esas constantes subidas y bajadas, pero en la mente del grupo debe imperar el orden, la línea recta, la escala de grises. Pero claro, tan fácil es escribirlo como difícil lograrlo.