Montaña rusa de emociones para despedir a La Romareda
Real Zaragoza y Albacete acudían a La Romareda con poco en juego. A pesar de ello, el partido contaba con un claro componente sentimental evidenciado desde el inicio. Antes de empezar, con el saque de honor de Ramón Villa, ya se pudo sentir que no debería ser un encuentro más, aunque finalmente la intrascendencia del choque se terminó imponiendo en muchos momentos al sentimentalismo.
Entre club y afición consiguieron hacer en las gradas de un partido con poco más en juego que la imagen propia fuera una cita especial. El inminente inicio de las obras de La Nueva Romareda y el adiós a la grada Gol Sur reunieron a más de 22.000 personas. La última jornada de esta temporada comenzó con un Real Zaragoza que pareció salir lanzado por el ambiente pero que rápidamente vio frenada su efervescencia por el desarrollo del juego.
Con el paso de los minutos, el partido viró en una igualdad máxima en la que el Real Zaragoza y Albacete pusieron de manifiesto la cautela y la tranquilidad de saber que los deberes están hechos. Aunque sin gran peligro, los locales siguieron disfrutando de alguna ocasión amenazante y a los manchegos les costaba más incomodar a Edgar Badia. El tiempo corría y los espectadores fueron testigos de un encuentro en el que las aspiraciones de ambos eran bajas y las ocasiones llegaban con cuenta gotas. Desde este modo, poco a poco el choque fue muriendo hacia un descanso que agitó a los locales y fueron capaces de proponer un fútbol más combinativo y ofensivo.
El inicio de los segundos cuarenta y cinco minutos trajeron consigo una única novedad en el cambio de piezas y resultó ser trascendental. Aprovechando el contexto de la situación y de las últimas jornadas, Víctor Fernández decidió dar descanso a Iván Azón y dar continuidad a Sergi Enrich. En consonancia a sus últimas dos semanas, el ‘23’ cuajó una gran actuación. Consiguió combinar e hilvanar jugadas ofensivas para lavar la imagen de los suyos en el encuentro por el momento.
Con una mejor presencia en el campo e impulsados por la afición, el Real Zaragoza consiguió adelantarse en el marcador gracias a Santiago Mouriño, como no, en un ejercicio de fe tras el rechace de un córner. Tras el tanto local, el cuadro manchego se espoleó y se sacó el dominio de los aragoneses y tuvieron más acercamientos de los que tuvieron en los primeros sesenta minutos.
El Albacete seguía creciendo en el partido y sintiéndose más cómodos y empezaron a avisar seriamente a los de Víctor Fernández que ellos tampoco querían despedir el año con una derrota. Los locales seguían achicando agua pero el paso del tiempo indicaban que, o reaccionaban, o iban a terminar de sufrir más de la cuenta. En el minuto 80, fue Edgar el que tuvo que mantener la ventaja para los suyos con una magnífica estirada a la escuadra. Sin embargo, el Real Zaragoza seguía sin reaccionar y sucumbieron ante la insistencia visitante en una acción fortuita y de la mala suerte en la que Alejandro Francés desvió un balón que terminó poniendo las tablas. De este modo, el Real Zaragoza fue incapaz de conseguir los tres puntos y lo que parecía una fiesta en la segunda mitad, terminó en una estruendosa bronca que ensució la emotiva despedida a la grada Gol Sur.