Fuego de resurrección
El Deportivo se exigía a sí mismo golpear primero en la ida de las semifinales del play off de ascenso a Primera. Enfrente, el Málaga de un ex, Víctor Sánchez del Amo: un conjunto al alza por juego y resultados al que la recta final de la campaña le había servido para mudar su piel al completo. Arropado por la afición, el Dépor sufrió, tocó fondo y resucitó. Ontiveros descosió al conjunto coruñés anotando un gol de bandera y brindándole una asistencia de lujo a Luis Hernández. Su superioridad resultó aplastante. Hasta que el equipo, tras el paso por los vestuarios, se hizo con el dominio del esférico, aculó al contrario y recuperó toda la efectividad perdida por el camino. Pura dinamita.
José Luis Martí se vio obligado a realizar un cambio en el eje de la defensa: el lesionado de última hora Pablo Marí (aductor) dejó su plaza a Michele Somma. Además, David Simón ocupó la parcela de Eneko Bóveda en el sector derecho de la cobertura y Borja Valle acompañó a Carlos Fernández en la punta del ataque. En el Málaga, el once esperado, con la presencia de Boulahroud en la línea de medios por el internacional senegalés N'Diaye.
El Málaga arrancó el duelo mandando. Los andaluces buscaron a Ontiveros en el perfil izquierdo de su ataque y el tres contra dos en el centro del campo les permitió circular la pelota con cierta tranquilidad a lo ancho. El Dépor no era capaz de adueñarse el balón y temblaba cuando intentaba acumular pases. En ese escenario, Luis Hernández adelantaría a los de la Costa del Sol al enviar al fondo de la red un cómodo testarazo. Ontiveros desbordó a Cartabia y su preciso centro al área pequeña encontró, libre de marca, al central madrileño.
La reacción deportivista fue inmediata, en parte porque Ricca cometió la torpeza de derribar a David Simón en el interior del área en una acción en la que el lateral canario se adelantó la pelota con el pecho y el defensa argentino, intentando despejar, golpeó en la boca del estómago del futbolista blanquiazul. Carlos Fernández asumió la responsabilidad y batió con clase a Munir.
El encuentro había crecido en tensión cuando Ontiveros volvió a sacar la varita mágica. El talentoso extremo recogió la pelota a unos 25 metros de la meta defendida por Dani Giménez y lo terminó colocando dentro de la portería herculina. Ni David Simón ni Álex Bergantiños encimaron a un jugador al que jamás se le puede permitir armar la pierna derecha, sin oposición, a esa distancia. Antes, la afición había reclamado una cartulina roja para Keidi en un claro agarrón del mediocentro albanés a Fede Cartabia cuando este último intentaba controlar la pelota e irse en velocidad hacia la meta de Munir. Soto Grado lo dejó en amarilla.
Ya en el segundo tiempo, el guion cambió por completo: con Fede como enganche y Borja Valle en la banda izquierda, el equipo ganó en confianza, aculó al Málaga y encontró dos goles en dos acciones bien trenzadas. Pedro Sánchez embocó un centro lateral colocado en el punto de penalti y Carlos Fernández, sobre la línea de gol, empujó un envío templadito de Fede que sobrepasó a Munir. El tanto espoleó a un Riazor deseoso de alegrías. En 18 minutos el escenario viró radicalmente.
Con el viento a favor, Borja Valle aumentó la renta en la eliminatoria merced a un golpeo seco desde el pico del área. El balón cogió velocidad sin que Munir, tapado, pudiese adivinar la dirección del mismo. Vitaminas para un grupo de futbolistas que nunca perdieron la fe y recuperaron el fútbol y le pegada cuando estaban en la lona. Aunque Víctor y Martí movieron sus fichas, el electrónico no variaría. 4-2 y un mensaje: "Dépor, '¡sí, se puede!".