París es Nadalandia
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Rafa Nadal se despide con honores ante Djokovic en el individual de los JJ.OO.
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El balear se centra ya en el dobles junto a Alcaraz
El tenis, como todo en esta vida, tiene un principio y un final. Y el de Rafael Nadal está muy cerca. Es una agonía lenta y dolorosa pero con momentos buenos, con sonrisas, sin dramas. Y se está alargando porque él lucha, porque quiere que su historia, una de las más grandes jamás contadas sobre un deportista, tenga algún capítulo más, ya sea en la Chatrier, en su pista, o en la de Bastad y similares, por pequeñas que sean, en la búsqueda de un penúltimo momento de gloria, de levantar algún titulo más, de seguir sintiendo que es el mejor en lo suyo aunque sepa que ya no es tan competitivo.
Habrá quien piense que no debió jugar los individuales olímpicos, que no había que arriesgar para llegar más fino al dobles con Alcaraz y que no había que exponerse a una derrota casi segura con Djokovic, pero eso es no saber nada de estos 22 años de carrera transcurridos desde que con 15 debutase en su primer torneo ATP.
Nadal no se arruga, Nadal no se borra, Nadal no dimite. Por eso, todos somos de Rafael Nadal. Los españoles y los franceses. Sí, esos con los que siempre estamos enfrentados. Los que vienen habitualmente a Roland Garros, al menos esos, primero son de Nadal y luego de Monfils y del resto de tenistas de su país. Roland Garros es Nadalandia, la Chatrier su jardín, el resto de pistas de son los alrededores de su casa y la gente que se acerca aquí, salvo lógicas excepciones como los aficionados serbios que han venido a ver a Djokovic, sus invitados a esta locura nadalista que genera inmensas colas en los accesos para el público en general, 'overbooking' en las tribunas de prensa y muchos más aplausos y ambiente en las pistas de tenis que en los pabellones de cualquier otro deporte y con cualquier otro deportista presente en estos juegos.
Nadal ya fue abrazado por 'Zizou' y toda Francia en la ceremonia inaugural como ha vuelto a ser abrazado hoy por todo el estadio a pesar de la derrota porque esto no es un adiós, sólo es un hasta luego. Volverá con Alcaraz para buscar la medalla y, si eso tampoco sale bien, en cualquier otro momento y de cualquier otra manera porque Roland Garros le espera y porque no va a dejar esto hasta que no sienta que ya no puede más. Y mientras tanto, nosotros, a disfrutar con él, con la conquista de cada punto, de cada juego, de cada set, de cada partido...