Marcelo Bielsa y Fernando Amorebieta debatieron el pasado jueves en Lezama por la jugada que le costó el 0-1 al Athletic ante el Rayo en el partido perdido en San Mamés. El técnico le reprochó haber hecho mal el retorno del balón parado inmediatamente anterior. Y el central no se calló.
Tras la discusión, según palabras del propio míster, definió una "postura final" y pidió opinión al colectivo, porque "siempre voy a tener muy presente si los futbolistas que dirijo me consideran una persona justa o no".
El preparador rojiblanco, en cualquier caso, enmarca este episodio dentro de la dinámica normal de un vestuario. "Los aspectos futbolísticos que se desprenden de los partidos son objeto de análisis entre el cuerpo técnico y los jugadores. Si hace referencia a Amorebieta, he hablado con él sobre aspectos vinculados al partido ante el Rayo, como lo he hecho respecto a situaciones que involucraban a otros jugadores", explica.
Su proceder tras cada partido es el siguiente. "Ofrezco mi punto de vista y escucho cuando se producen las respuestas que generan mis comentarios, no sería bueno que mis palabras no generaran eco ni que yo privara a los jugadores de dar su punto de vista, es una práctica regular", insiste el técnico, antes de seguir con el relato de su procedimiento. "Escucho cómo lo vivieron ellos, fijo una posición final sobre el tema y, por último, siempre pido saber si esa posicion final que asumo es considerada justa por el colectivo". También lo preguntó en esta ocasión, aunque omite la respuesta obtenida.
Una vez aclarado el asunto, lo da por zanjado. Y evita extenderse en su opinión sobre las filtraciones que se producen desde el vestuario. "Ya pasó eso en el Athletic bajo mi conducción y ya me expresé al respecto de lo que me parece esa práctica".
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