Kilimanjaro, la montaña del esplendor
La realidad es sólo una construcción mental. No hay gran diferencia entre los procesos que se producen en el cerebro cuando vivimos una cosa o cuando la imaginamos.
Un día me encontraba en uno de los lugares más maravillosos que existen, o incluso que se pudiera llegar a imaginar. El enorme prado que me envolvía olía a florecillas silvestres que nacían entre pequeños pero impetuosos riachuelos. Comencé a andar entre los campos de hierbas, entretenido con la presencia de hermosos olivos. Enebros de más de veinte metros salían a mi encuentro. Alcé la vista, y vi su enorme base cubierta por la niebla. Horadando el cielo más bello de nuestro planeta, altiva y majestuosa, se erguía la cumbre de una montaña que sólo Dios pudo colocar allí, y supe que lo había hecho para locura de nuestros sentidos. Lo viví con tanta intensidad que no importaba que sólo fuera un sueño.
Las fuerzas geológicas lo hicieron nacer cuando nada de lo que hoy discurre a sus pies existía. Los elefantes que lo custodian aún no eran siquiera los mamuts que los antecedieron. En el año 1848 un misionero trajo a occidente la noticia de que muy cerca de la línea del ecuador existía una enorme montaña de nieves perpetuas. La reacción no provocó menos escepticismo que cuando el mundo conoció que la Tierra era redonda o que era ésta la que giraba alrededor del Sol. Pero ahí estaba el Kilimanjaro: “la montaña del esplendor”.
Se eleva a 5.895 metros de altitud en el nordeste de Tanzania, para desafiar a las leyes de la naturaleza o al propio sentido común. Tal vez lo haga, también, para disfrutar de las mejores vistas de la más auténtica y apasionante África negra.
El Kilimanjaro es un estratovolcán compuesto por tres picos. Kibo, el más alto y flanqueado por los otros dos, es fuente de todo tipo de mitos y leyendas no exentas de connotaciones espirituales. Los massai creen que allí habita su Dios “Ngai”.
En esa parte de África nada se puede entender sin tener en cuenta su gran montaña, que lo condiciona todo. Sus propias gentes desprenden algo muy especial por la influencia de la magia del Kilimanjaro. Muchos, también, encuentran en ella la forma de poder llevar sustento a sus familias. Conocer y convivir con los guías, porteadores, cocineros, etc., puede ser una experiencia catártica que le cambie a cualquiera la manera de ver el mundo.
Nosotros encontramos apasionante el reto de coronar el techo de ese gran continente; casi sin reparar en que algunos de nuestros acompañantes quizá hayan ascendido hasta el Kibo en centenares de ocasiones: cargados con mochilas de más de quince kilos, o pesadas bombonas de butano, vistiendo ropas que nada tienen que ver con la fabricada por las famosas marcas que aquí conocemos, y guardando el equilibrio a través de increíbles pasos aéreos de barrancos que amenazan con engullirlos, pero que los respetan porque Ngai los protege desde la cima. Todo ello, para mayor lección de vida, sin renunciar a la sutileza, la amabilidad, y la permanente sonrisa que lo cambia todo.
Si queréis vivir una experiencia que va mucho más allá del ascenso a una gran montaña, os invito a participar en la expedición “KILIMANJARO 2013” el próximo mes de agosto. Queremos llegar a esa cumbre; pero queremos hacer mucho más. Puedes informarte llamando al 607879703, o en unaillantada@hotmail.com www.goenkarterri.org
Cuento ya con casi una veintena de amigos que me acompañaran en esta parte del proyecto de “SIETE CUMBRES-SIETE CONTINENTES”. Como ya os contaba en un artículo anterior, y por la experiencia de pasadas expediciones, viajar en grupo multiplica las emociones, las vivencias, los aprendizajes, y hace que algunas quimeras se vuelven alcanzables. Si eres capaz de soñarlo, harás que sea real.