Segundo golpe de efecto de Josu Urrutia
El primero fue en las pasadas elecciones. Supo percibir el descontento más o menos generalizado de la masa social por el juego tosco y poco “atractivo” del Athletic de Caparrós, y apostó por contratar a un técnico de prestigio internacional y caro seguramente.
Sin duda que Marcelo Bielsa fue su llave de entrada a Ibaigane. Lo creo taxativamente. Marcelo, provocó nuevos estímulos y regeneró la ilusión del maltrecho aficionado. Trajo muchas novedades por estos lares que a mí, como entrenador, me despertaron una gran curiosidad; juego combinativo, posesión, ritmo frenético, toque, velocidad, defensa al hombre, etc..., y todo ello a través de entrenamientos analíticos, carrera continua abundante y trabajo sin descanso.
Robotizó a unos jugadores con ambición pero anclados, a la vez que desató a un equipo que mostraba actitudes monótonas. La primera temporada fue grandiosa en el trayecto pero deficiente en la ejecución final. Aún así, espectacular. Se acarició un título europeo y se relanzó al club por el viejo continente.
La segunda temporada perdió todo parentesco con la primera. Malos resultados, problemas acuciados públicamente de sobra conocidos, alejamiento del técnico con la directiva y, sobre todo, destrucción del hilo conductor con parte de los jugadores, que no lo olvidemos, son los auténticos dueños del destino de los entrenadores.
Saltó la alarma. Y es aquí donde entra el segundo golpe de efecto de Urrutia. La junta directiva entendió que el equipo necesitaba otro rumbo y tomó una decisión comprometida y arriesgada; cambiar a Marcelo y colocar a Ernesto Valverde, también un entrenador de prestigio a nivel internacional, y de casa. Marcelo llegó al corazón del aficionado y su decisión de no renovarle causó mucha controversia. Tengo claro que el preparador argentino es un auténtico maestro en manejar los sentimientos de los aficionados y ciertamente también creo que ha sido un cuchillo con los directivos y con los trabajadores de Lezama. Me consta.
Sin embargo, Valverde en una apuesta segura y Urrutia lo sabe. Con él ha llegado la calma en el entorno del club, su metodología es muy diferente, ni mejor ni peor, pero más atractiva para el jugador. Su ideario también se centra en practicar un juego atractivo y combinativo basado en la posesión y la presión agobiante para recuperar el balón, utiliza un sistema defensivo basado en el trabajo zonal, línea adelantada y mucha reducción de espacios y es un tipo más sociable y dialogante con el jugador.
En su primera etapa, obtuvo unos resultados brillantes, incluido una semifinal de copa, y sobre todo un juego atractivo y arrogante con el contrario. Intuyo y lo creo, que el Ernesto que ha llegado esta temporada, más sabio y más recatado en su juego. Auguro un ciclo esperanzador, como también lo auguraba con Marcelo, y antes con Caparrós. Urrutia sabe que puede haber cambio de dirigentes si la situación no se calma y sobre todo si los resultados no son buenos, pero tengo claro que su personalidad es infranqueable y para nada manejable. Su decisión será juzgada por el sanedrín rojiblanco.
Por Pablo Palacio. Entrenador de fútbol.
@jpablopalacio