Sobre Amores y Colores de Fútbol
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Terminaron la Liga, la Copa del Rey, la Europa League y, ayer, la Champions League modelos 2014-2015. Tres llevan el nombre del FC Barcelona y una el del Sevilla cf. Las cuatro, el nombre de quien suscribe, “viuda” momentánea de fútbol español hasta el inicio de la próxima temporada.
Para compensar, me puse a reflexionar en la relación entre los amores y los colores de fútbol de esta liga desde el club de mi simpatía, el Athletic Club de Bilbao. Rojo y blanco a bastones verticales si bien, en origen, fue puro blanco y luego se añadió un azul venido del fútbol inglés. Sin embargo, el Athletic unió en su zamarra los colores de la villa bilbaína y los del club inglés Southampton FC, a los que añadieron sus calzones y medias de color negro. Entonces, una podría pensar que todo lo que una rojo y blanco en la Liga española, habría de estar hermanado. Pero no: lo cromático discurre por un carril y, en el otro, discurren las pasiones y las filias. Y, ya se sabe, las paralelas no se juntan: apenas coexisten, no sin dificultades. Obsérvese, si no, el caso del Atlético de Madrid, con el que hay una relación de desconfianza. Fundado por vascos que trabajaban en el Ejército de Aviación en la capital del Reino y que, para compatibilizar la nostalgia con la realidad, fundaron un club de fútbol con sus mismos colores que luego, para diferenciarlos del originario, tiñeron de azul intenso los calzones y las medias. En Madrid, el otro rojiblanco es el Rayo Vallecano. Y aquí sí, las relaciones entre las aficiones son mucho mejores que aquellas con las del Atleti. A tal punto que, el día de la última final de Copa, regresaba yo a casa acompañada del consuelo espontáneo de un hincha del Rayito. Dice el sociólogo valenciano Ramón Llopis Goig en su estudio “Claves etnoterritoriales de la historia del fútbol español”, este deporte conserva, en España, el componente etnoterritorial que le ha caracterizado durante todo el siglo XX: una dimensión conceptual donde se desarrollan los conflictos identitarios y movilizaciones políticas, en donde los principales actores sociales son los grupos étnicos con un anclaje geográfico delimitado. Los años del franquismo acentuaron las divisiones entre centro y periferia, que persisten, si bien la distinción mayor está dada en los presupuestos y los ingresos, con lo que la Liga se conforma de un duopolio de facto, una clase media y una gran clase media empobrecida. Todo esto, pese a la proliferación del modelo institucional de las sociedades anónimas deportivas, los cupos al número de jugadores no comunitarios, las diferencias impositivas entre jugadores españoles y extranjeros y las diferencias de la asignación de los derechos televisivos. Pero aquí hablamos de amores y colores. Muchas veces irreconciliables. Y en tono rojo y blanco encontramos también al Sporting de Gijón, el Sevilla cf, el Granada, el Almería. Si hay más, se añaden a la lista: de amores, de pasiones, de filias y amistad futboleras. Con guiño de ojos o a cara de perro, cañas de por medio. Mi “viudez” temporal la compensaré con mis orígenes de fútbol: la liga argentina (con las peripecias de mi albirrojo / rojiblanco, que también de calzones y medias negras, Estudiantes de La Plata), la Copa Sudamericana, la Copa Libertadores y lo que tercie. Un clavo saca a otro clavo, que dicen. Ah, que también tengo el culebrón de la FIFA. Si es que con la pasión del fútbol no se puede.
Por Alejandra Herranz. Blogger y periodista
@aleherranz