De Bustinza a Bóveda en el cajón del 2
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Eneko Bóveda se ganó en el Eibar el derecho a acariciar la gloria. El canterano, el sustituto natural de Iraola, jugaba con tanta naturalidad en Segunda B que en Primera en el seno del equipo armero. La marcha del de Usurbil a New York le habilitaba un puesto, se cerraba el círculo.
Apenas dos meses después alzaba su primer título, el de la Supercopa, siendo titular en el carril del 2. En la final anterior de Copa, ante el mismo rival, el Barça, fue Bustinza, ahora cedido en el Leganés, el afortunado, pero no hubo nada que hacer. Bóveda se estrena con estrella. Y Bóveda no sólo enseñó el dorsal a su espalda si no que cumplió con pestancia, elegencia y gallardía. Desplazó a De Marcos unos metros por delante (en la Copa estaba sancionado y no pudo actuar) y se encargó no sólo de acotar su zona ante las embestidas de Messi, Pedro o Suárez, si no en echar un cable a Etxeita y Laporte y lanzar la línea de fuera de juego sincronizada con sus nuevos compañeros. Una actuación más que aseada edulcorada con un par de cortes prodigiosos salvando un gol seguro de Messi y otros dos balones que engatillaba Iniesta. El solitario gol del astro argentino vino por un error colectivo, pero Bóveda, que ha venido para quedarse, corroboró su robustez defensiva y que no se arruga a la hora de sumarse al ataque. Su generosa sonrisa no se borró de su rostro en toda la celebración posterior sobre el césped del Camp Nou. El nuevo Iraola va cogiendo brillo.