Vuela, Georgie, vuela (Segundo tiempo)

VUELA, GEORGIE, VUELA… (SEGUNDO TIEMPO)

Dedicatoria: A Dickie Best, a Anne Vithhers, padres de George Best  Cita: “El aeropuerto de Belfast lleva tu nombre; tu amigo Van Morrison tiene un avión: ¡vuela, Georgie, vuela!  …Dominic Campbell no fue una buena compañía para ti: tan niño… y convirtió el Lounge Club en tu segunda casa. Pequeño. Ligero. Nadie te quería. Hasta que Bob Bishop te vio y le dio el recado a Busby, entrenador de los diablos rojos: “He descubierto un genio”, le dijo.

A los 22 años habías tocado techo porque lo habías ganado todo, así en el fútbol –tu pasión-, en los amoríos que conllevan sexo, misses, actrices y modelos, los coches de lujo que coleccionabas, y en el alcohol, siempre el alcohol, pero, para tu defensa, cómo evitarlo, ¿verdad?, entras en un pub y setenta personas se acercan a ti para invitarte a una copa, decirles que no sería una desprecio, metáfora evangélica que te equipara a Jesucristo (“No guru, no method, no teacher”) cuando decía lo de perdonar no siete ni setenta…sino setenta veces siete, total, 490, no hay hígado que lo aguante si no el tuyo, que has colmado la paciencia de tu club, que te da un toque tras otro porque entiende que a una edad tan temprana como los 22 años ha empezado tu decaimiento.
Así y todo, sigues haciendo historia porque la clase y el talento que te fueron dados al nacer son dones así que el alcohol compita en circulación con la sangre (roja, roja…¡roja!) por las venillas, venas y arterias de tu cuerpo. No sé cómo lo haces, pero, así des bandazos, eres capaz de evitar el colapso. Así las cosas, en Argentina conocerás cómo se las gasta Bilardo defendiendo la elástica de Estudiantes de la Plata. En ese choque se forjó lo de “pisarlo, pisarlo”,  y si de un bofetón las lentes de un compañero tuyo se precipitan al verde, va Bilardo y las patea. Tanta violencia te incomoda en grado sumo, y estallas: “Nadie atacó más duro…y más sucio que este equipo argentino”…que en la vuelta consiguió llevarse el gato al agua…

En la 69/70 marcaste seis goles en el 8-2 que le encajasteis al Northampton Town. En la 70/71 perdiste adrede al tren que te llevaba a la concentración a fin de pasar el fin de semana con la actriz Sinead Cusack. En el curso 71/72  metiste el gol de tu vida frente al Sheffield United: perforaste la portería rival luego de haber dejado cuatro ´cadáveres´ en la hierba.
Te llevas de calle a Carolyne Moore….y, claro, tanta conquista te genera envidias, enemistades y amenazas. Te vas, te escondes, …y de pronto reapareces. Farras, suspensiones, ya nada es como era, has vivido tan deprisa que lo que para ti son tres días, para el resto de los mortales son semanas, meses, años, año 1974, no va más, no has cumplido los 28 …y el club te da la boleta, incapaz de intuir que tu marcha conllevará el descenso de los rojos diablos a su hábitat natural si tomamos en cuenta su sobrenombre: el infierno de la First Division, ese infierno que habitan los segundones del fútbol. Entre el 74 y el 84, lo tuyo será un frenético ir y venir por equipos de todo pelaje: Sudáfrica, Inglaterra, Eire, USA, Escocia, Hong-Kong…
Podrías haber disfrutado el Mundial del Naranjito, pero el míster te obvió. El daño más grande que se te pudo hacer. Te retiras. O no. Australia fue cárcel a cielo abierto…y refugio para el guerrero irlandés que se apresta a llegar al ´Club de los 40”, y te dices a ti mismo, como a finales de la década el cubano Silvio Rodríguez habría de cantar en homenaje a sí mismo: “Llego al club de los cuarenta/ y una mano trae la cuenta/ llama la atención  la suma/ desde hoy hasta la cuna”. Hoy, que cumples tu sueño de fichar por el Tobermore United, club de fútbol de tu Irlanda del Norte natal.

Y en lo que atañe a la cuna, la tuya, un suspiro profundo de alivio al ser consciente de que te llamas George, nombre de pila, y no Ronaldo Samuel, como te apuntaron en el registro de inmediato a abrir los ojos a la violenta luz de este mundo, en la Belfast descomunal, la de Gulliver, la del Titanic, la de los muros atestados de grafittis recordando invasiones, colonizaciones, luchas entre republicanos y unionistas alentadas por la ira, mucha ira, el norte de Irlanda que tiende al este es el miembro gangrenado de un cuerpo aparentemente sano: el folk, la música, lo verde de las campiñas, y los abruptos y descomunales acantilados…
En el 88 disputó un amistoso junto a viejas glorias entre las que destacaba Ardiles, al que la guerra de las Malvinas le sorprendió en terreno enemigo saliendo airoso; no todo en Argentina es Bilardo, musitaría George Best cuando estrechaba la mano del diminuto, pero talentoso, centrocampista argentino.

Diez años después, dos lustros convenientemente humedecidos  por los aspersores del alcohol,  Best fue reclutado como estrella para el televisivo programa de deportes “Soccer Saturday”, fútbol sabatino del que pudo disfrutar hasta 2004. Gozo dulce-amargo por mor de ese hígado suyo tan quejicoso, no es para menos, el alcohol lo está poniendo a prueba desde que su amiguito Dominic le arrastrara a la ´buena vida´ que supone salir triunfador de un continuo reto a la muerte, o a la vida, a ella se aferra. 2000: agravamiento. 2001: hospitalizado. 2002: trasplante de hígado.
La vida, eso se debe pensar, le da una oportunidad para la regeneración. George Best la rechaza: “Prefiero morir bebiendo… que vivir traicionando al alcohol, amigo fiel que me acompaña desde mi más tierna infancia”. Herido de muerte, a los 58 años, cumple el único sueño que le faltaba vivificar: el Portsmouth lo contrata para dirigir el fútbol base del Club. Fue firmar aquel contrato… y empezar a precipitarse las últimas secuencias de su vida…
Bebiendo en Sarrey Pub dicen que lo vieron. El 30/10/2005, según consta en la lista de entrada, fue ingresado en el Cromwel Hospital de Londres. El 20 de noviembre de ese mismo año, un George Best encamado, dirigiéndose a la cámara, exclamó como en plegaria: “Don´t die like me” (No mueran como yo).
Cinco días más tarde (25/11/2005), sedado y sin dolor, dejó de tiritar de calor la estrella que George Best era. Junto a él, Calum, su hijo de 24 años: ¡Dios, qué duro es ver morir a un padre!...y Dick, su padre: ¡Dios, que terrible resulta sobrevivirle a un hijo!...
Y cuando ya no hay futbolista, un féretro lo acoge en su traslado desde Londres a Belfast. Estandarte del United. Bandera norirlandesa. Siete cadenas de televisión retransmitieron el ´último partido´ de su vida. 100.000 personas acompañando su definitiva carrera hacia la portería donde el can Cerbero le permitirá la entrada…pero de ningún modo su salida. 25.000 ´supporters´ en su velatorio. El funeral es ´de Estado´.
Lo sepultan en Roselaw, junto a su madre. 30.000 almas  visitan su tumba mientras en la casa de los sueños le escucho a Silvio Rodríguez en susurro: “Cómo sabrá la cerveza / que el sepulturero/ se beberá / cuando acabe darle / a mi cuerpo abrigo”.

Durante meses, su tumba fue custodiada como por soldados romanos que temieran resurrección profetizada o exhumación por parte de sus incontables admiradores. Una de las coronas a mano trenzadas fue la de su amigo del alma Van Morrison, el ´León de Belfast´, que a luz recién había dado su compacto ´MAGIC TIME´.
Años antes, Van Morrison había actuado para él en el plató de un programa de televisión  en el que se homenajeaba a uno de los mejores futbolistas europeos del siglo XX. Con anterioridad, Van Morrison lo inmortalizaba en ´Too long in exile´ (demasiado tiempo exiliado) Demasiado tiempo exiliado / nunca vas a volver a casa / demasiado tiempo exiliado /tanto como para volverme majara…
Demasiado tiempo / demasiado tiempo exiliado/ Igual que James Joyce, nena/ Demasiado tiempo exiliado / Igual que Samuel Becket, nena/ Demasiado tiempo exiliado/ Igual que Oscar Wilde, nena/ Demasiado tiempo exiliado/ Igual que George Best, nena/ Demasiado tiempo exiliado…”
 Uno propone…y el azaroso paso del tiempo dispone.  Esto pretendía ser una carta de felicitación a George Best con motivo de su 70 cumpleaños. Todo arrancó cuando lo vi siendo entrevistado por un colega y homenajeado por la música y la voz de Van Morrison, amigo de su infancia y su artista más venerado.
Cerré los ojos y vi a George Best  vestido de corto, con su melena a lo Beatle y esa barba mediada de forajido del fart west con ascendencia irlandesa. Pero, en especial, con el 7 a la espalda de una camiseta que le acariciaba las caderas por fuera de su pantalón, como los genios del fútbol a los que se les permite el lujo de la transgresión…
Me pilló muy de niño su plenitud. Aún así, lo recordaba tal y como lo he disfrutado en sesiones voraces de videos de youtube . Lo veo y no me canso. Lo escucho y me complace:”Una única Irlanda sería un paso de gigante  para poder medrar en europeos y mundiales”
Como cuando incido en la montaña con los Cuadernos de viaje, una intención, un único deseo por mi parte. Háganse fuertes en la casa torre de su cuarto. Busquen y encuentren todo tipo de registros de jugadas, goles y partidos de ese genio del fútbol que fue el irlandés Gerge Best. Internet. Gogle. Youtube. Video. Auriculares en los oídos. Termos de café para que el sueño no los venza.
Los días son lo que son, pero las noches serán más largas. Me retiro. Ya no pinto nada. Es la hora del chico de Belfast, “el niño bonito del juego  bonito”, del quinto Beatle, del amigo de Van Morrison, Stranded, varado está Georgie en Roselaw, engordando la leyenda de Gulliver, el Titanic, Madame George y las palabras que Raymond Beaty   creyó escuchar de la  boca de un niño de cuya mano un padre tiraba tratando de evitar las aglomeraciones postpartido de un estadio en el que George Best estaba jugando el ´football game´ de su retirada. Dice Francis , la voz de Doctor Deseo, que “toda la historia de este fiero club (Athletic) vive en la mirada de un chaval”.  Dijo aquel niño irlandés, según rememora Raymond Beatty…  “Sólo un minuto, papá, George tiene el balón de nuevo”
Leer el Capítulo I: Tributo a George Best
'Casa de los sueños' La Florida Portugalete
Un artículo para El Desmarque Bizkaia de Luis Mari Pérez 'Kuitxi'.