De Benzema, resbalones y manos

En la despedida y homenaje postreno de Gorka Iraizoz en San Mamés, no faltaron ingredientes en un partido intenso ante el Leganés, con tirones de los leones, que merecieron más goles, pero que al perdonar, como suele pasar, dejó vivo al voluntarioso y correoso equipo pepinero. Ahí entró el eléctrico Williams, el enredador Muniain o las delicatessen de Aduriz, que no fueron suficientes para sellar ya el quinto puesto. La mano de Insúa que pudo ser penalti y la de Kepa Arrizabalaga, que salvó la ocasión de pillo de Bustinza, tuvieron su miga.

Y es que Williams repitió una de sus maldades: volver loco a su par, en este caso Diego Rico. El lateral izquierdo burgalés, una de las revelaciones de su equipo este curso, se vio incapaz de sujetar las veloces acometidas del 11 rojiblanco. Como consuelo, antes Marcelo y Theo tampoco pudieron amortiguar su velocidad punta. Williams se disfrazó de Benzema en una jugada en la línea de fondo en la que robó un balón, se fajó de Rico casi hasta la cocina, pero Mantovani, contundente, abortó su avance. Un pase de su pecho habilitó al gol de Aduriz.
Los dichosos resbalones no ayudaron a ganar el envite. En hasta tres ocasiones Iker Muniain se vio afectado por esta contingencia, justo en el momento en el que levantaba el balón hacia el corazón del área. El extremo de La Txantrea, que acaba la campaña en su mejor momento, con chispa, confianza y desborde, se fue al suelo no se sabe si por las botas o el piso mojado, pero se desesperó ante tan mal fario. También Yeray, cada vez más Kaiser en el equipo, se resbaló en otras ocasión.
Capítulo aparte merece Aritz Aduriz, inspirado ante el Leganés, hizo alardes de su calidad técnica, con controles, toques, sombreros y su gol de rigor, van 16 en Liga, puso anotar algo más, y es el equipo 33 al que ha marcado en su prolífica carrera. Este tío no para y tiene cuerda para rato. Está además seguro de la campanada en el Calderón. Cuando menos te lo esperas salta la liebre, vino a decir en zona mixta.