El árbitro mete en la eliminatoria al Plasencia
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En el 55', el asistente que corría por la banda derecha del ataque del Plasencia levantó el banderín. Mala señal. El balón había llegado a las entrañas del área y golpeado en el cuerpo de algún jugador.
El árbitro, que no había advertido nada punitivo, se acercó a Robledo Roldán, o quizás a Yebenes Canuto, sus dos auxiliares. De seguido a una charla más breve que una muerte repentina, Díaz de Mera, Don Pedro, mientras indicaba el punto de penalti, se acercó al lateral zurdo del Portu, Artabe, y, para su pasmo, y el de sus compañeros, tuvo que soportar la visión de una tarjeta roja. Tocaba ver la repetición de la jugada.
Y el 'BAR' de Victor nos dijo que al defensa del Portu tan sólo le habría salvado haberse amputado uno de sus brazos, porque entre su extremidad y su costado únicamente podría haberse hecho un hueco la nada. Protestas visitantes. Era lo suyo. Pero como, se dice, un árbitro jamás se vuelve atrás luego de haber decretado penalti, el balón, sobre el punto fatídico, porque no había un segundo asistente en el que el trencilla de Ciudad Real pudiera apoyarse. Marcó Luismi. Recortaba distancias el Plasencia.
Cinco minutos antes de la jugada que habría de marcar casi toda la segunda mitad, Arbeloa tuvo que abandonar el terreno de juego por un problema muscular. Jorge Bengoetxea, que en la vuelta frente al Llanes probara su estado de forma luego de un largo periodo en el dique seco, saltó al campo para que ni el sistema ni el equilibrio del cuadro de Docando se resintieran. Con 42' minutos por delante, la cosa no pintaba bonita porque el panorama había cambiado de raíz. La U.D. Plasencia, que hasta ese momento había estado lejísimos de ser ese león tan fiero que se nos había pintado, terrible, inmenso, poderoso, virtuoso, veloz, ambicioso, incidió en la propuesta que de salida había puesto sobre el verde del Municipal, un piso en medidas muy grande, pero como una gota de agua si lo comparamos con el césped de la UD Llanes.
¿Ni en Asturias ni en Cáceres había agua para dar de beber a una hierba sedienta?... ¿O es que, tal vez, todo se deba a ese respeto lindando con el miedo que infunde el Club Portugalete?... Y fue así que, como en Llanes sucediera, digo mal, de un modo notablemente exagerado, la propuesta de los locales estaba premeditada para pelotazos largos al corazón del área... y la carrera veloz de Karius, el único futbolista del Plasencia que era capaz de pensar más allá de la rudimentaria propuesta del mister de su equipo.
Ya antes de que el Portu le encajara sus dos goles, había mostrado la Unión Polideportiva sus credenciales. Una idea de juego que choca de manera brutal con tanto elogio como se había escrito sobre un equipo que había terminado tercero en su grupo 4, pero que, al parecer de un aficionado que había seguido los partidos del cuadro placentino durante toda la temporada, era, con diferencia, el mejor equipo de su liga.
De ahí el respeto. Que digo respeto: ¡el miedo a que el Portu se topara con un contrario demoledor que habría de llegar a La Florida con la eliminatoria ventilada: digamos que un 4-1, a tiro de hazaña la remontada en un estadio cuyo aforo se habría visto mermado por la avidez de este Plasencia que nos lo habían vendido al precio de la Segunda División. Es tan exigente la parroquia del Club Portugalete que, aun el fantástico marcador que los de Docando se traen de Cáceres, y como si jugar con un elemento menos no fuera desventaja, se mostraba de manera aislada descontenta, triste, defraudada: "No hemos jugado nada".
A palabras necias, no entrar al toro, y sí, en cambio, defender el bravo comportamiento del cuadro gualdinegro. Del mismo modo, apuntar que si uno fuera seguidor del Plasencia, se mostraría defraudado, engañado, tomadura de pelo en toda regla que un equipo de campanillas y tanto predicamento base su estilo de juego en buscar el corazón del área rival así que el golpeo se produzca a setenta metros de la portería de un Mediavilla que hoy ha estado sencillamente sensacional. Pelotazos a mansalva. Saques de banda muy largos. Carreras vertiginosas de Karium con el balón pegado a su bota y pare usted de contar. Cuando un equipo busca en todo momento lo largo, y estando el piso tan seco e irregular, todo intento de trenzar, toda apuesta por el juego combinatorio habría sido como mostrarle el cuello al filo de una guillotina muy bien afilada. El Portu, por segunda vez en dos semanas encerrado en el Laberinto, evitó al monstruo y salió a la luz gracias al hilo del ovillo de un Club (ovillo, en inglés) en cuyo escudo está sellada a fuego la palabra orgullo. A la luz de los hechos, el Portu se queda a la espera de la sentencia sobre una tarjeta roja, la que el asistente le ordenó que le fuera mostrada a Artabe, que a estas horas debería estar ya recurrida. Tras ellos, también, lamentar la lesión de Arbeloa, que, junto a Infante, es uno de los dos estiletes que Docando tiene en las bandas. Me defraudo, y mucho, el Plasencia. Mucho ruido en los medios de comunicación...y pocas, muy pocas nueces luego de que el nogal de este partido de ida de semifinales haya sido del todo agitado. 1-2. Antes de los dos goles del Portu, tras ellos, también de seguido al penalti y expulsión que le metía al Plasencia en la eliminatoria, el llamado "equipo más fuerte y virtuoso del grupo 4 de la tercera División" se me antojo básico, vulgar, rudimentario.
Y en cuanto a los pesares de algún parroquiano jallillero, aprovecho que el Nervión desemboca en el Abra para decir que dos no juegan a fútbol si uno de ellos no lo quiere y encima mete palos en la rueda del carromato rival para que su propuesta futbolística no rule. ¿Lo mejor?... La casta del equipo al verse con diez en el campo. Que la ventaja,1-2, no fuera a menos. ¿Lo peor?...Un terreno de juego, y ya van dos, infame. El pobre fútbol, que en este tipo de casos siempre sale perdiendo. La lesión de Arbeloa, que, junto a la baja de Infante, deja en cuadro las alas del centro del campo. La de Moya, también. Y es que, ni no fuera por Dorrio y el renacido Bengoetxea, Docando se vería en el aprieto de conformar un once sin extremos. Así como se escribió tras el Llanes-Portu, el partido en La Florida será otra historia. A tod@s nos habría gustado disfrutar de un partido brillante. Pero entre lo material del césped y lo humano de un árbitro al que le daba igual el amor que la muerte, lo del Portu es una proeza. Ahora, como en la primera ronda sucedió, las 'armas' del Plasencia y el 'potencial' del Portu se verán las caras el próximo fin de semana.
En La Florida. Donde el césped será el amo del balón, Ven y échate, le dirá al esférico. Y la pelota, ya sin dueño, será del que mejor trato le dé.
Sin Infante. Quizás sin Artabe. Tal vez sin Arbeloa... Veremos lo que pasa con Moya. Las lesiones castigan al Portu en el momento más inoportuno. Bengoetxea y Ajuriagoikoa llegan a tiempo. Aun así, el mister del Portu, Carlos Docando, deberá recurrir al ingenio ante tanta necesidad.
Seco y duro el terreno. A pelotazos entienden el fútbol. Acaso sea porque se fijan en el Portu...y se les antoja superior. Que no calle La Florida. Ruido, mucho ruido en el Municipal. El Portu, a pesar de las bajas, y contando con un marcador goloso, deberá ofrecer, como frente al Llanes, su mejor 'versión'. Ser original, o sea , "Ser nosotros mismos", como le apuntara Txopi al Desmarque Bizkaia antes de eliminar al CD Llanes.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'. Periodista y exfutbolista del Portugalete