Mi primera vez en San Mamés: En Pozas estaba Carmelo, el loro del Athletic
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¡Cómo no acordarme de mi primera vez en San Mamés! ¡¡¡Como si fuese hoy!!! Lo recordaré mientras viva. Fue un Athletic Club – FC Barcelona. Tirando de hemeroteca he comprobado que fue un 7 de febrero de 1965, pero lo que tengo intacto en mi memoria es todo lo que envolvió a aquel regalazo que me hizo un cliente del bar-restaurante de mis aitas en Bilbao. El trayecto por Licenciado Poza –que no era ni por asomo lo que es hoy en día-, fijarme en la pajarería donde estaba Carmelo, el loro del Athletic, y la llegada a San Mamés. Brutal!!!
Pero todo fue poco cuando entramos y tomamos asiento en una de las dos filas que había en la parte baja de la antigua e histórica general. Prácticamente centrados con la línea de medio campo me faltaban ojos para ver cuanto ocurría a mi alrededor. De frente, los banquillos. Las gradas, abarrotadas y aficionados volcados con nuestro equipo y muchas banderas y pancartas.
Y en esto que, por ambos laterales de la Principal, saltan los jugadores. Los del Barça me importaron poco pero de los rojiblancos no perdía ripio. Jose Mari Orue de capitán, Koldo Agirre, Koldobi Etxeberria, Arieta II y 'El Chopo' Iribar que empezaba a ser el gran ídolo que luego fue y sigue siendo.
Hubo otra cosa que me llamó la atención y más con el paso del tiempo. En el conjunto culé jugaban entre otros Jesús Garay, Sadurní, Rifé, Seminario y un lateral uruguayo que jugó el primer tiempo por mi banda con lo que lo tenía a escasos metros. Se llamaba Benítez, era muy bueno y mulato, cosa que también atrajo mi interés, puesto que en aquellos años pocos jugadores que no fueran de raza blanca jugaban en LaLiga Santander.
Me quedé con su juego y su color, pero lo que más me impacto es que aquel futbolista al que tuve tan cerca en San Mamés murió al cabo de tres años debido a una intoxicación alimentaria. No obstante, toda la alegría de mi estreno se tornó en tristeza cuando acabó el partido y el Athletic no había podido ganar. Fue un 0-0.
En cualquier caso, fue un día apasionante, marcado en rojo (y blanco) en mi particular historia y que jamás olvidaré. Gracias Monchu!!!
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