Valle de Valdivielso: senderismo por la Ribera del Ebro
Por favor, indica por qué quieres reportar este vídeo:
Desde el Desfiladero de los Hocinos al de la Horadada. Desde Valdenoceda hasta Panizares. Allá va el Ebro por el valle burgalés de Valdivielso. Una suerte de estrecho río Nilo generando riqueza con sus crecidas y desbordamientos. Metáfora constante. Alegoría del limo. Es de un marrón oscuro el agua del río. Por tanto pueblo. Por tanta iglesia. Por tanta torre. Por tanta escultura moderna erigida.
¿Quiénes levantan las piedras que luego son techo de historias disímiles? Aquí. En este apartado valle. Tudanca y la Tesla son sierras que lo custodian. Luego del valle de Manzanedo. Antes de que la monumental Oña se haga presente. Merindad de Valdivielso: una, dos, y hasta tres patas de la cuna de Castilla.
Los soldados depusieron las armas. Es el río el que va...
La historia que discurre. En Fontibre nació. En Amposta y San Jaume d'Enveja se ensancha. Delta. Un río va. El Mediterráneo lo recibe con sus dos brazos abiertos. Un trozo se le ofrece al viajero cuando poca vida tiene. El llamado 'Ebro escondido'. Escondido es el valle. Escondido es el río. Jugando al escondite en pleno Julio. Húmedo y nublado nació el día en la costa. Sol, cielo azul, temperaturas altas se le prometían al viajero en el interior.
Palabra cumplida. Desde Sanfuentes. Desde Gallarta. Desde Portugalete. Tres hombres van. Desde lo alto de la Mazorra lo verán. Ese 'Paraiso' que desde la cima del monte Nebo Moisés pudo ver, pero le fue negado. Ningún dios entrará en escena para 'aguarles' la fiesta.
Agua se ha dicho. La de este tramo del Ebro que conforma un "mágico entorno natural que permite la práctica deportiva del piragüismo, rafting, senderismo, pesca, bici de montaña, escalada, cicloturismo" y un 'etc de imaginación'. Contrastados futbolistas son los tres. No es el deporte, sin embargo, lo que les atrae. Caminarán. Es cierto. Tanto como que el 'trabajo sucio' correrá a cargo de un coche.
De él se bajan cuando el señuelo del arte se insinúa. El arte que desprenden catorce pueblos con sus torres e iglesias erigidas y labradas en el más puro estilo románico. Y el de esas quince obras pétreas del escultor Carlos Armiño que, a una y otra orilla del río colocadas, son como soldados que de día al Ebro escoltan, y de noche, su sueño velan.
Fertxu también es escultor. A él se dirige el viajero cuando, ante cada una de ellas, detenido, admirando lo que el artista construyó, no termina de comprender ese sentimiento profundo que, en días como hoy, las permite mostrarse al sol en toda su desnudez. Carlos Armiño las bautizó de seguido a su última cincelada. Quiso el autor que las primeras fueran las últimas, y las últimas, las primeras: ¡qué lo mismo les dará a las piedras el reino de los cielos!
Evitaron la "mujer" sin darse cuenta. Era la segunda una "nube de piedra", pero nadie lo sabía. "Hojas" donde veían una boca sedienta. "Pórtico" sin gloria. Un "mirador" que no ven. No tenían a mano copas para un "brindis". "Torre" donde hay una madre con su hija en brazos. "Contenedor": ¿cómo asumir que en el arte quepa la basura?...
Gente del pueblo se afana en labores de reparación de sus templos centenarios. Por dentro. Porque las piedras que conforman paredes, techos, bóvedas, capiteles y demás derroche de orfebrería están limpias cual recién extraídas de la cantera. El viajero, aunque se lo propusiera, no sería capaz de ligar escultura con tramo del río; ni pueblo con monumento; ni iglesia con el santo patrón, o la patrona santa.
Quiere destacar, sin embargo, quizás porque lo necesite, y tanto, la iglesia románica de San Pedro de Tejada. Y es que, cuando el siglo XXI balbuceaba, una tarde memorable cruzó el Ebro por "el puente más antiguo de toda la zona". Ya en Puente Arenas, el viajero, en muy buena compañía, se echó a andar en busca del sueño de "una de las iglesias románicas mejor conservadas y más interesantes de todo el arte románico español".
Propiedad privada. La 'familia' Huidobro 'sí recibe'...siempre y cuando se pague el precio estipulado. Música de fondo. O se andaba con prisa, o ella y él no estaban dispuestos a comulgar con ruedas de molino. "Su estructura armónica y sólida responde a las características típicas del románico de Burgos: una sola nave, abside semicircular y torre sobre la cúpula". En el jardín, sentada en una silla de cervecera, una mujer, "Es día de visita y la entrada es gratuita". Fotos, sólo desde el exterior; "dentro del templo están prohibidas". Tendrá Huidobro por apellido esta buena señora. Lo pensó el viajero, pero no lo dijo.
La única nave, desnuda, vacía, convierte en gigante y hermoso este templo románico erigido a la medida del ser humano. Al fondo, detrás de un altar desnudo, una estrecha vidriera como único resquicio por el que colarse la luz del sol. Portada, ventanas, capiteles y canecillos dando soporte a la escultura. Relieve de la Ascensión y de la Última Cena. Iconografía lúdica y erótica.
De todo lo visible se apropiaron los viajeros. Y de ese halo místico que flota pero no se ve. Mereció la pena una espera de dos décadas. Ni fue dicho ni se pensó: cuando en 2001 se marcharon sin visitar San Pedro de Tejeda, el viajero creía que jamás habría de pisar el interior de esta maravilla del segundo tercio del siglo XII.
A día 21 de Julio de 2021, el viajero lamenta, hasta el punto de rasgarse las vestiduras, no haber entrado en el Almiñé para darle el 'repaso' debido a la iglesia románica de San Nicolás de Bari, un regalo para los sentidos capaz, por sí solo, de crear en el visitante el temible 'Sindrome de Sthendal'. Demasiado románico en estado puro para tan solo una mañana.
Demasiadas huertas, frutales y fincas de cereal. Demasiadas encinas y robles. Abundancia, hasta el 'exceso', de la típica vegetación ribereña. Sabíamos de su existencia, pero no tuvimos tiempo de preguntarle "cerezas al cerezo", que florece en Valdivielso y prolifera en el valle de Caderechas.
De pasado "belicoso" a presente gozoso. De valle separado, penosamente accesible, aislado, a ser habilitado [ GR 99- GR 85] como 'Camino del Ebro' y 'Ruta de los Sentidos'. Degustado el románico a ojos llenos, en lo más hondo del valle, el Ebro es río que va 'a lo suyo'. Demasiado oscuro para el viajero, que se siente como un pez nadando en las aguas de las idílicas calas ibicencas. Unas escaleras metálicas y un pequeño trampolín, sin embargo: un niño, nadando; en la orilla alguien lo espera. En las márgenes del Ebro se 'plantaron' las esculturas de Carlos Armiño.
Donde el río no es, ni las esculturas; bajo los pueblos, sintiéndose arropado por el románico, el viajero que hasta este 'valle oculto' se acercó andará, caminará, correrá, montará en bici de montaña o de turismo. Si ve paredes, las escalará. Si se siente atraído por las aguas del Ebro, remará en piragua sobre lo sereno; hará rafting en balsa hinchada cuando el río se acelere, surjan turbulencias y aparezcan las cascadas. Si lo que quiere son peces, deberá "mojarse el culo", y, ya empapado o desnudo, nadar si es que no teme lo marrón, lo turbio, las corrientes.
Valle de Valdivielso. No va más. Fin del 'mundo de las Merindade'. Debajo está la Bureba. Una altiva depresión encajonada entre un aro de de sierras y montes. Asentamiento de los antiguos Autrigones. "aquitanos, autrigones, caristios, vardulos y vascones". Listado de tribus vascas escrito por Estrabon poco antes del nacimiento de la era cristiana.
El que quiera explicaciones, que se las pida al maestro - geógrafo griego. Que uno no es nadie. Un viajero que, tratando de ensalzar el Valle de Valdivielso y sus senderos para practicar deportes, metido en camisa de once varas, bajó al sur y termino perdiéndose por los Cerros de Úbeda. Hay que ver lo mucho que se aprende haciendo senderismo, trekking, y ascendiendo montañas.