Marcelo, Marcelino, Martillo del Athletic
Un gol del 'Gallo' tras bloqueo directo de Julen Guerrero al portero del Real Zaragoza le metió al Athletic Club en la que el eterno Jose Iragorri dio en llamar "Champions Luis". Luis Fernández, el 'francés de Tarifa'. Era tal la comunión con la grada de San Mamés, que Jose Mari Arrate llegó a bendecirlo con el nombre de nuestro "Niño Jesus".
De seguido a tardes y noches gloriosas, de kalimotxo se empapaba Luis con toda la 'peña' en una calle 'Poza' abarrotada. Creyó haberse topado el inquilino de Ibaigane con el 'Ferguson de Lezama'. "Todo pasa", sin embargo. Y lo del internacional 'bleu' fue pasar. Desde la distancia, se hizo conocedor de "lo más terrible y de lo hermoso". Disfrutar del juego bonito de Jupp Heynkes y Valverde a costa de aquel bienio negro que casi nos cuesta la vida.
Tras concitar a Caparrós en la "Ciudad deportiva" [sic] de Lezama, una analítica del cuerpo médico arrojó que "sangre rojiblanca le hierve al de Utrera en las venas". Y fue así que su nombre se retrajo para resultar bonito. "Jokin". En sus cuatro temporadas en Lezama, Jokin Caparrós consiguió que al Athletic le invadiera la calma.
La tranquilidad que Bielsa necesitaba para fundar en Bilbao el 'reino de la locura'. Marcelo. Marcus. "Martillo". Ese 'pilón' implacable con el que se afanaba en la fragua que le había alquilado Vulcano. Si "todo el mundo en un grano de maiz", todo el fútbol le cabía a Bielsa en su cabeza, y luego más. El entrenador más sabio del mundo. El más tozudo, también. Hasta conseguir escenificar 'El partido más hermoso del mundo' en el 'Teatro de los sueños'.
Marcelo. Marcus. Marte. Dios de la guerra no cruenta. Martes, día de la semana. Marzo, estación en la que se baja el invierno para que a la diligencia se incorpore una primavera que puede hacerme enloquecer.
Marcelo. Martus. Martillo pilón con el que Bielsa modeló a Iturraspe, Susaeta y Ander Herrera a su imagen y semejanza. Jugadores suyos que desde la banda observaba, mientras, cabeza gacha, iba consumiendo pasos cual cuentas de su propio 'Rosario'.
"El loco". Sí. Porque "a lo loco se vive mejor". Cuando Fernando Llorente, en las postrimerías del Athletic vs Sporting de Portugal, remachó el pase mortal de Ibai Gómez, la 'cordura' fue declarada "hábito enfermizo que puede llegar a matar".
Tanto de Bielsa y, sin embargo, así como Caparrós regresó "allí abajo" con el yugo ligero de su Jokin tan liviano, nadie reparó en que Bielsa se nos había marchado sin ese 'Markel', su nombre dulcificado.
Un poco de Bielsa era mucho. Y lo sigue siendo.
Una década para que, girando sobre su propio eje, Marte diera una vuelta completa alrededor del Sol. Se detuvo la diligencia. Se incorporó a la 'posada'. Helo ahí. Marcelino de Marcelo. Marcelo de Martus. Martillo pilón con el que García Toral, metódico y sutil, se esmera con las maneras de un orfebre. Vini, vidi, vinci.
Aunque en lo que respecta a vencer [maldita lesión la de Unai Vencedor], la Supercopa tuvo más que ver con el protocolo de las flores a Pitxitxi y "besar al santo" Mamés. Con el reparto a medias entre él y la testa de Gaizka Garitano. Cae un entrenador pero es su cabeza la que rueda. Sinécdoque.
La parte por el todo. Metáfora facilona. Métanse en Google y verán. Retrocedan en el tiempo y constaten que el proyecto de Marcelino es cosa seria. Desde la euforia de entonces hasta la ilusión desbordante de ahora, pasando por un periodo de dudas.
Enemigo de los personalismos, de ellos huyo. Puedo, de este modo, elevarme, ascender hasta colocarme a la altura en la que medran los drones. El juego es un guiñol, una sesión de marionetas hábilmente manejadas por las expertas manos del titiritero. Me ha costado tiempo. Al final he comprendido.
Qué el juego asociativo, combinatorio, que ha conseguido plasmar Marcelino es una loable aproximación a la fascinante apuesta de Marcelo. Acaso, apunto, porque el 'legado del Loco' lo sostienen Óscar de Marcos e Iker Muniain.
En casa o fuera. El Athletic, protagonista. Jaun ta Jabe! Como si con diez años de menos Marcelino. Duplicado. Sosias. Heterónimo. Su alumno más aventajado. No son asertos. Ni siquiera suposiciones. Son preguntas. Que a ti, que de esto sabes, te dirijo. A ti. A quien, si no. A ti. Fútbol sabio y omnipotente. O al que un día fuera tu 'segundo' y tu utillero. Díselo a él, si. Al que en las alturas hilvana.