Un andaluz del Barça
¿Tú de qué equipo eres, primo? Bueno, calla, que no te quiero comprometer en público. Yo del Cádiz. No necesito ser socio, ni siquiera ir al Estadio todos los domingos. Aunque deambule por Segunda B y aprenda geografía con sus rivales, como pierda, no levanto cabeza hasta el miércoles. Me duele. Es el equipo de mi tierra, mi única patria real. Añoro aquel Cádiz que, además de ser el mejor de historia, estaba repleto de ilustres paisanos que sentían el amarillo por encima del verde que les regateaba Irigoyen. Aquel equipo, al que sobraba el C.F., antes que “el Cádiz”, era Cádiz. Sus gestas –que no fueron pocas para sus posibilidades– nos llenaron de orgullo patrio a todos los gaditanos, y se convirtió en un activo y una seña de identidad colectiva durante década y media. Luego descendió a los infiernos y se desgaditanizó, en la hierba y en los despachos, y el principio de identidad con el equipo lo tuve que seguir buscando no más allá del nombre, el Estadio y el amarillo.
Pero tratándose del Cádiz me ha sido suficiente. Sin Irigoyen, Mané, Mejías, Juan José, Linares y Quevedo, en Segunda B y sin un juego que haya vuelto a enamorarme, sólo sigo siendo del Cádiz, porque entiendo que el verbo ser es tan constitutivo de la identidad que no admite desdobles. Dicho de otro modo: no se puede ser de dos equipos. No obstante, admito que cualquiera pueda tener además simpatías –yo las tengo– por otros equipos, que siga su marcha, que vea sus partidos y que celebre sus goles y victorias. En todo caso, el fútbol tiene tanto de pasión que, para sentir, siempre necesitamos ir a favor –que no es lo mismo que ser– de uno de los dos equipos que están en liza. Forma parte del juego. Eso es una cosa. Otra muy distinta es ser del Cádiz “y” del Madrid. Para ser del Madrid ya están los madrileños. Alguien puede argumentar en mi contra que el equipo de su ciudad o su pueblo es tan irrelevante que no le aporta ninguna señal para la constitución de su identidad, y que futbolísticamente la ha encontrado –a través del televisor o de la tradición familiar– en un equipo grande, ganador, que aunque tenga su estadio a 800 kilómetros lo hace sentir por sus colores. Vale. El lugar de nacimiento es un accidente del destino, y todos tenemos derecho a renunciar a nuestra nacionalidad en virtud de otra que nos identifique más o mejor. Al fin y al cabo, eso depende de lo que para cada cual represente su patria chica. Hasta aquí probablemente estemos casi todos de acuerdo. El disenso viene a continuación.
Conozco a mujeres machistas que han sido objeto de violencia de género y a profesores interinos que han votado al PP y han perdido el trabajo. También conozco andaluces que odian al Madrid porque “es el equipo de Franco”… pero luego se declaran culés y gritan que son del Barça. A lo mejor resulta que el accionista mayor del Barcelona es el Partido Comunista y yo no me he enterado. O a lo mejor –también– es que cuando algunos escucharon lo de que “a Cataluña la levantaron los andaluces” no se dieron cuenta de que aquello era un chiste. Cuando Blas Infante clamó “Andaluces, levantaos” se refería a Andalucía. Al menos eso creía yo. Pero si por esa regla de tres los andaluces también levantaron Alemania, la semifinal de la Champions contra el Bayern va a ser un duelo fratricida. Primo, ¿tú conoces algún negro que sea del Ku Klux Klan?
JUAN CARLOS ARAGÓN
Pues yo soy MALAGUEÑO y no me identifico en absoluto con Andalucía.
Este como tu te refieres es un poeta y quizás en Andalucia es mas conocido que el 80% de la plantilla del Malaga
Totalmente de acuerdo. Y mucha culpa de esto la tienen los medios. Sobre todo canal sur , que dedica mas tiempo al madrid/barsa que a los andaluces.
Que yo sepa Málaga está en andalucía, amigo Paco. No es tan difícil de entender. Ovación cerrada al autor del artículo.
¿A que viene poner a este en el desmarquemalaga? NO LO ENTIENDO