Chanquete ha muerto
"Porque todos los veranos/ son el mismo repetido/ y con tanto tinto/ al final llegó el final..", que terminaba el popurrí de Los Tintos de Verano. Pero confieso que mis veranos, desde que cambié el tinto por el café y la noche por la mañana, no se repiten. Duran menos, pero son más largos. El verano es la estación favorita de los inútiles, la única en la que no resulta capital el pecado de la pereza, la ideal para confundir el descanso con la pérdida del tiempo. Es lógico. En el sur es la estación más dura. Autoriza el bajo rendimiento. Mientras los profesores nos llevamos dos meses de vacaciones y una paga extra —por la misma cara, porque durante el curso trabajamos menos que los alumnos, todo sea dicho— los albañiles se ganan un jornal y la mitad del cielo, los camareros aparecen como la nueva forma reglada de esclavitud y los empresarios hosteleros se ganan el pan, la ostra, el coche de lujo y la mitad del infierno, las tabletas de chocolate se estiran al sol y las gordas se ponen más gordas todavía.
El verano quizá sea la época del año en la que mejor se manifiesta la desigualdad económica de nuestro país, y con ella, la contradicción social que significa aceptarla. Presumir del turismo como primera industria equivale a valorar profesionalmente nuestra condición de serviles, de mayordomos del germano pudiente, cuya propina —limosna— se celebra con la misma alegría que la bendición papal, cuando ambas vienen a valer lo mismo. Todo parece que funciona, pues cada cual de antemano asume su rol: mientras nosotros cuatro jugamos al padel, vosotros cuatro nos vais abriendo el chiringuito para después del partido, y mientras mi mujer le pone a Borja la protección y el bañador, tú vas cargándonos el carro de cerveza fresquita, dentro de una lógica que desemboca en la depresión post-vacacional, producto de la brusca ruptura de los roles establecidos para el verano: mientras los primeros vuelven a trabajar como cabrones, los que han estado trabajando como cabrones se quedan sin trabajo. En septiembre, los primeros se quedan sin tiempo; los segundos, sin dinero. Menos mal que —al menos en Cádiz— muchos empiezan a ensayar con su comparsa y, quiera que no, las nuevas melodías mitigan la decadencia, evaden de la realidad y distraen la conciencia del pobre, que no por no cantar deja de ser más pobre. El Concurso del Falla servirá de autopista hacia el palo, y una semana más profana que santa nos pondrá de nuevo en los abriles desde los que volverá a otearse otro inminente verano, "porque todos los veranos, son el mismo repetido", y el resto de las estaciones también. El ciclo se repite y todo es un símbolo con valor de equilibrio y supervivencia.
El problema lo tenemos los poetas. El verano ya no da ni para la canción que llevaba su nombre. La crisis ha reducido las vacaciones en la costa a una quincena, o incluso a una semana, con lo cual ya no hay tiempo para que fragüe ese amor de verano, cuyo olor te duraba hasta que se hacían perpetuas las lluvias y el frío, y te daba fuerza para resistir el traumático y bochornoso principio de curso. Hay que venir enamorado de la primavera —como mínimo— o follas menos que el chófer del Papa, que siempre va diciendo adiós. La intercomunicación de la aldea global ha convertido al mundo en romería, y ya no queda un rincón con encanto en el que surjan los sonetos y las liras de leve rima asonantada, pues no tiene encanto un Lago de Ercina al que ya no te dejan subir con tu coche, ni un puente de Rialto en el que tienes que usar los codos para cruzar. Lo malo de la crisis demográfica es que el envejecimiento de la población satura los paraísos terrenales de descuentos para pensionistas. Chanquete da fe de que la resurrección de la carne no es un hecho religioso, sino científico. Ya no quedan barbacoas que huelan a Trofeo, ni chiringuitos que te desaten el hambre, ni Irigóyenes que fichen a Mágicos, ni equipos que entrenen en la playa. Para colmo, el levante cabrón ha vuelto a soplar y habéis enterrado una vez más a la caballa inextinguible. Desagradecidos. En un mundo así la poesía no ha lugar. Todo está preparado para que gane Martínez Ares. Yo me voy a la Habana, a ver si queda algo que me guste.
JUAN CARLOS ARAGÓN.
Al igual que todos los veranos siempre se repiten, volverá el carnaval a repetirse con el regreso de su hijo más pródigo. Eso es lo que quiere decir Juan Carlos Aragón con este artículo. Nada más y nada menos. Cada vez que escribe algo por aquí, o por donde sea, la gente se va por los cerros de Úbeda y más de la mitad, por no decir 9 de cada 10, no entienden nada. Cualquier artículo suyo valdría para ser analizado en un examen de selectividad, y a buen seguro, la mayoría de personas no sabría decir cuál es el tema del texto. Lo más gracioso, es que lo disfruta, seguro que se echará unas risas a costa de todos. Prosiguiendo con el asunto… no está poniendo parches, está admirando y alagando a Martínez Ares, sabedor, de que en su día se metió en una disputa que no era la suya. No presupone Aragón, que el concurso ya tiene a su ganador en la modalidad de comparsa porque todo esté amañado, sino que lo presupone por la calidad de quien vuelve a las tablas y contra quien nadie puede competir, y menos todavía en la situación actual, donde nada le inspira como poeta… Y si no hay inspiración, no hay obra que hacer. Dicho esto, también es compatible decir, que a poco que lo haga bien, Antonio ganará el concurso. Él es como una gloria o leyenda del pop, pero adaptada a Cádiz y a su Carnaval. Quien muere o se retira prematuramente, siempre queda encumbrado en lo más alto, quizás por haber dejado al público con ganas de más, quizás simplemente por haberse marchado su estrella antes de lo esperado. No digo que Antonio no se vaya a tener que currar un buen repertorio, pero después de tantos años, para los oídos de sus verdaderos seguidores, sonará a gloria cada nueva melodía que nos traiga. Imaginaros que os quitan algo que os encanta durante una temporada, y que de repente os lo vuelven a dar... Pues eso pasará con Martínez Ares, e igual pasaría si Juan Carlos se retirase de esto y volviera tras un largo periodo de ausencia. Son ambos los autores que más pasiones pueden mover en la actualidad en nuestra fiesta grande. La gente casi siempre aprecia más a quien se va, dejando en un segundo lugar a aquel que se queda. Posdata: Juan Carlos fíchame, aunque sea de postulante.
Que nos gusta llorar Maestro. Que nos gusta llorar. Lo que hay que hacer es luchar por cambiar las cosas. Por transformar nuestras realidades. Por acabar con el Capitalismo y las desigualdades que crea. Yo personalmente, no voy a llorar, voy a pelear. Que vas a hacer tu?
Bueno Sr. Aragon , ignoro cuantos caracteres me serán concedidos para , desde aquí comentar su artículo. Para mi usted es sin duda un gran autor de esmerada y ágil pluma que siempre sobrevuela el difícil espacio aéreo que conforman la polémica , la transgresión ( esto se que le gusta ) y el victimismo mas pueril . Sus últimas alusiones a la participación del Sr. Martinez Ares , denotan una falta de seguridad en sus posibilidades , que solo se pueden disimular o maquillar desde la soflama que producen éstas entre su corte de incondicionales . Ya se esta preparando la polémica para el Carnaval que viene , con el rollo del supuesto tongo a favor de Martinez Ares , en vez de preparar usted un repertorio que coloque a su comparsa como favorita en las tablas del Falla y no prepare un numerito alternativo de ultraje premeditado , para tratar de ocultar lo que parece un velado complejo de inferioridad. Hoy me ha parecido usted mas que nunca el Mourinho del Carnaval , este apelativo , quiero que conste , no es de mi cosecha, se lo pude oír a un buen aficionado hace algunos años. Si me permite un consejo , aléjese de esta postura y muestre su talento como único argumento para conseguir el éxito , el resto de los ingrediente ya los tiene , un buen conjunto , la fama y su palmarés , y el respaldo de una legión de fans, que lo mismo aplauden un buen pasodoble de su autoría que una de sus salidas de tono y alguna que otra pataleta. Queda aquí mi opinión , desde el mas sincero respeto. Buenas noches
Maestro, he caido en la cuenta de que es el tercer artículo del Desmarque en el que nombra usted a Martinez Ares, hay CANGUELO? Con lo bonito que escribe usted, si aún anodado con la metáfora del Lago y Chanquete. Sabe usted como tocarnos la fibra.... DEL BARCO DE CHANQUETEEE NO NOS MOVERAAAN!!!