Aunque diga Blas Infante

Emocionante como ninguno nuestro himno, no sé si de mayor belleza plástica y profundidad lírica en el texto que en la música y viceversa y, por supuesto, en la voz eterna de Rocío por encima de todas las voces que lo han cantado y lo sigan cantando. Pero siempre al oírlo, y en especial una mañana como ésta, no puedes como andaluz por más que pararte a la mitad y pensar o maldecir. Joder. Si nuestro himno comienza pidiéndonos que nos levantemos es porque llevamos siglos sentados, tumbados o de rodillas.

 
El pasodoble de los Los Yesterday suena todos los 28-F pero, en contra de lo que pueda parecer, para mí no es ningún honor, sino todo lo contrario. Es una letra que muestra mi tristeza y mi vergüenza por ser de una tierra que no se levanta ni a tiros. Mi orgullo como andaluz hubiera sido no haberla tenido que escribir, no haberla tenido que cantar nunca. En cambio, los mismos que premiaron esa letra desconsideraron el año anterior la de En el Norte los del Norte, en la que sí manifestaba mí orgullo de ser del Sur como mal menor ante los valores que nos imponen desde el arriba geográfico, que suele coincidir con el arriba económico y político. A ver si nos aclaramos. ¿Ni nuestras propias instituciones quieren premiar lo que nos dignifica como andaluces y en cambio sí lo hacen con las que denuncian nuestra vergüenza? ¿No será acaso que desde el campanario del Cortijo se prefiere seguir alimentando la defensa de una Andalucía que se afirma a sí misma con la copla y la cruz en el hombro?
Ahora me voy a meter —como suelo en la mayoría de lo que escribo— en un hondo charco del que vamos a ver si salgo. Andalucía es un Cortijo. Hasta ahí todos de acuerdo. El Cortijo siempre tiene unos dueños que viven de puta madre. El resto, vive mejor o peor según participe de sus dueños. El Cortijo cambió de dueños hace 40 años, pero no de política, ni de valores. Así es difícil promover el andalucismo entre los que no comulgamos con la filosofía impuesta por el Soviets del Cortijo ni con los mamones que la secundan. Un pueblo que siempre supera a todos los pueblos de Europa en tasa de paro y nunca se levanta es un pueblo que necesariamente esconde algo, y no sólo su economía sumergida. Esconde algo más. Algo más complejo y profundo. No sé si seguir buscando qué hay tras la copla, las cruces, las peinetas y los varales, porque no quiero desistir de la posibilidad de que Andalucía cambie. La esperanza en la revolución de la patria andaluza se me tambalea cada vez que miro al rostro de la propia patria.
A Blas Infante no costó mucho matarlo. En cambio, a los responsables de los ERE va a ser imposible meterlos en el talego. Verás. ¿La razón? Blas Infante los hubiera metido. Y ellos lo hubieran matado. Aunque hoy entonen su himno. Los muy sinvergüenzas. Hay muchos más andaluces que hacen patria en la línea de los ERE que en la de Blas Infante, muchos más, y son los mismos que han conseguido que el andalucismo como tal no tenga ni representación parlamentaria propia. Por eso la patria andaluza no termina de ser una patria completa, porque mantiene una contradicción brutal y continua entre los andaluces que conciben el himno como filosofía de vida, y los que simplemente lo conciben como un himno precioso para cantarlo un día como hoy, pero que el resto de los días hacen justo lo contrario de lo que dice. Es cierto que los andaluces "seguimos siendo luz que alma de hombres a otros hombres damos", me consta. Pero no pedimos tierra y libertad, sino ayudas y subvenciones. Y así es imposible que la blanca y verde infunda respeto más allá de Despeñaperros.
Si cada andaluz que canta la letra de su himno hiciera lo que la propia letra dice, no sería necesario cantarlo ya. Aunque mirándolo bien, entre éste y el de España, me quedo con éste.
JUAN CARLOS ARAGÓN