Podemos ascender
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No te equivoques con el título, primo, que hoy no voy a hablar de política. Hoy es mi jornada de reflexión, aunque para muchos sea la fiesta del zoon politikón, ese “animal político” con el que Aristóteles definió al hombre, raza a la que pertenezco pero con la que en absoluto me identifico. Hoy sólo soy zoon gaditanón, ese animal gaditano dividido en cuerpo —en La Tacita— y alma —en Alicante—, el único animal que me salva de la radical misantropía.
Hoy es también la fiesta de la democracia, el gobierno de la mayoría. Y como yo estoy en contra de las mayorías, y más aún de los gobiernos, pues entiendo que hoy es un día que puede ser de fiesta para cualquiera… (para cualquiera que no sea yo).
En un país en el que la mediocridad prima sobre la excelencia no puedo sentir más ganas que las de abandonarlo. De alguna forma, ya lo abandoné el día aquél que me di cuenta de que mi única patria era Cádiz, y que —como digo en cierto pasaje de Las Noches de Bohemia—: “nadie puede darse a dos amores en una sola vida”. Mi país no es España, sino Cádiz, que políticamente pertenece a España, pero geográficamente no. Es una isla separada. Culturalmente, tampoco. Sólo mantenemos algunas leves tradiciones comunes, producto de la brutalidad imperialista. Pero poco más. Por eso admiro a los vascos. Por eso me encanta cuando me dice la gente de fuera que hablando no nos entiende. Será eso, que hablamos una especie de euskera que a los del imperio les cuesta seguir. Po ea, el B1 de gaditano será obligatorio para el que quiera trabajar aquí en cuanto Kichi I de Rotterdam me nombre a mí Teniente de Alcalde.
Pero mientras ese día llega, hoy quiero celebrar que el Cádiz volverá a la división de plata: las cosas de plata con las de plata. Para qué votar pues si ya me importa un carajo el país y el gobierno, el mismo carajo que les importa a los que tienen que ponerse de acuerdo para gobernar, ni más ni menos. Que se voten ellos. Yo era más feliz cuando faltaba menos al fútbol que a clase, cuando empezaba a leer el Diario de Cádiz por la página de deportes, cuando me chupaba íntegro el Concurso del Falla, cuando mis poemas sólo hablaban de Cádiz. Probé otras cosas. Quise hacerlas mías. Con un esfuerzo tortuoso procuré convencerme de que este país podía cambiar, que la justicia social era posible, que el Cádiz sólo era un equipo de fútbol y que el Carnaval tenía sus límites. Hoy tengo que decir que tirirí-tirirí-un-mojón-pa-mí. Lo que me creo es lo que me creo y ya no voy a perder más tiempo intentando empeñarme en lo contrario.
Sé que alguien jalará de hemeroteca y me criticará cuando, hace un año, cuestioné a los que no votaron el gobierno de la ciudad, porque entendieron prioritario irse a Oviedo a empujar a nuestro equipo. Un año después me cuestiono a mí mismo por no haber cumplido mi deber de gaditano de ir a Alicante. ¿Diferencia? No es lo mismo la ciudad que el país. Cádiz es natural. España, artificial. Entonces se votaba Cádiz, hoy España.
¿Política y educación? No. Fútbol y Carnaval. ¿Pasa algo? A partir de ambas coordenadas se forja no sólo mi identidad, sino la de muchos a los que en eso también me parezco. Y si alguien piensa que son coordenadas débiles, lo respeto. Pero como sucede que la vida de por sí no tiene sentido y que cada cual lo construye a su sagrada manera del modo que le resulta más creíble, pues yo, a estas alturas de mi vida, después de haber salido rebotado de casi todos los artificios que la civilización occidental ha inventado para mí, tengo claro ya que voy a seguir luchando para que el Cádiz ascienda, y mi comparsa también, que al igual que los ingleses ya no están en Europa, yo ya no estoy en España. El mismo derecho tienen ellos que yo.
Ahora en serio. Si el Cádiz asciende, mañana voy a votar y le doy mi voto al que tenga menos. Como decía Juan Ramón Jiménez: “A la inmensa minoría, siempre”. Viva el Cádiz. Forever.
JUAN CARLOS ARAGÓN.
es verdad e primo, nada de política. Hermano, tu y yo sabemos que la política es todo, abarca y fagocita cada cosa. Los dos lo sabemos, pero a ti te escuchan. Enséñales, enséñanos. Aprovecha el poder que tienes. También sabemos los dos lo que significa esa palabra.