Subidón de moral para el otro Cádiz
El Cádiz mostró en Zaragoza su versión copera y fue capaz de eliminar a uno de los grandes equipos de LaLiga 1|2|3. Un golazo de Manu Vallejo y un excelente trabajo defensivo sirvió para lograr el pase a la siguiente eliminatoria. Un gran subidón de moral.
En los primeros minutos la posesión era del Zaragoza casi al ciento por ciento, pero los amarillos no sufrían en defensa. Esto permitió que el equipo se fuera asentando y empezara a generar algo de fútbol a base de hacer llegar el balón a Perea y Aketxe, que jugaban en izquierda y derecha a pierna cambiada.
Era un partido abierto, como todos los de Copa, y eran los locales los que más pisaban el área. Grippo, a la salida de un córner, probó por primera vez a David Gil en el minuto 16 con un remate inocente. Los maños estaban dando avisos con algún disparo lejano y al Cádiz le costaba salir con claridad. Parecía evidente que el objetivo número uno era mejorar en la parcela defensiva con respecto a partidos anteriores.
El primer remate cadista llegó en un córner lanzado por Aketxe que cabeceó arriba Garrido en el minuto 21. Era un partido sin ritmo, quizá porque muchos de los protagonistas no eran habituales en la Liga. Fue un primer tiempo en el que pasaron pocas cosas y lo más triste fue ver llorando a Carrillo por una lesión que le obligó a dejar el partido antes del descanso.
En los últimos minutos tuvo el Cádiz una gran oportunidad en las botas de Manu Vallejo, pero el árbitro había pitado un fuera de juego inexistente que invalidaba la acción.
En el inicio de la segunda parte se empezó a ver un Cádiz más decidido en el ataque, con personalidad y como queriéndose revolver ante tantas adversidades en forma de lesiones y penalidades. Robaba en el centro del campo con relativa facilidad y disfrutaba de la movilidad de la gente de arriba, como Jairo o Manu Vallejo.
Era un Cádiz mucho más atrevido y tuvo premio en el minuto 55. Un saque con la mano de David Gil a Carmona acabó con un gran pase en profundidad del lateral a Manu Vallejo, que definió fantásticamente con un disparo fuerte que adelantó a los amarillos.
Era un Cádiz con un juego alegre, con energía. Cualquier parecido con la versión liguera era pura coincidencia. Vallejo tuvo el segundo en sus botas en el minuto 53. Jairo le metió un gran balón y dribló a Ratón, pero un defensa del Zaragoza evitó el gol debajo del larguero.
La grada de La Romareda pedía la marcha de Idiakez, su entrenador, y al Cádiz se le veía muy cómodo contra un rival que tenía los mismos síntomas ligueros de los amarillos: ansiedad y pocos recursos. Los de Cervera estaban muy centrados en el plano defensivo y estaban a punto de hacer el segundo. Un gran centro de Brian Oliván acabó con un remate de Vallejo a bocajarro en el minuto 68, pero se encontró de nuevo con el guardameta maño.
En los locales creaban peligro Soro y Pombo, pero más con empeño que con ocasiones reales. Y el cadismo estaba temiendo que por tanto perdonar volvería a llegar el castigo de algún gol en contra. Jairo le estaba dando muchas opciones en ataque porque es capaz de desbordar, de dar pases de calidad y de inquietar mucho a la defensa por su movilidad.
David Gil evitó el empate en el minuto 79 con una espectacular intervención a un cabezazo cercano de Grippo en una falta lanzada por Igbekeme. Quedaba un tramo final de sufrimiento después de las ocasiones desperdiciadas para poner tierra por medio. El buen trabajo defensivo de los cadistas hacía que los intentos locales quedaran en casi nada. Y Agra tuvo la opción de sentenciar con un remate en el segundo palo ya con el tiempo cumplido, pero el balón se le fue arriba.
Al final el marcador no cambió y el Cádiz logró un pase que le debe otorgar moral y confianza. Pese a las bajas, hay equipo y entrenador para hacer muchas cosas todavía, pero hay que confirmarlo el domingo ante el Sporting.