El Cádiz no juega finales, el Cádiz las gana
El Cádiz ha ganado otra final. Tenía que ganar al Celta y lo ha hecho con todo merecimiento. Un gran partido que se salda con un golazo de Sobrino y le deja la salvación a un paso de la salvación. Sergio ha montado un equipo al que no le tiemblan las piernas y se ha vuelto a ver, aupado por una afición de diez.
En la primera media hora el control era del Cádiz. La posesión era amarilla, aunque al Celta se le veía cómodo replegado y dándole el balón a los locales para salir a la contra ante cualquier robo. Había movilidad en la delantera cadista, pero no era suficiente para crear ocasiones claras.
Carles Pérez tuvo una buena oportunidad al filo de la media hora en una pelota en la que estuvo más rápido que Meré. Realmente el Cádiz no sufría, pero tampoco traducía su dominio en nada potable de cara al marcador. Bongonda avisaba con disparos inquietantes para la portería de Iván Villar.
Pudo cambiar la cosa por un penalti señalado por el árbitro por derribo a Bongonda. Lo pitó en un primer momento, pero después del VAR le avisaron para que lo revisara y cambió de opinión. Y, acto seguido, se produjo un gol anulado al Choco por un fuera de juego previo de Iza, que es quien había centrado. Los gaditanos fueron bastante mejores en el primer tiempo, pero sin la recompensa merecida.
Pasó poco tiempo hasta que llegara. En el minuto 54 Gonzalo Escalante hizo una fantástica jugada al borde del área y le metió un gran pase a Sobrino, que cruzó el balón con maestría. Se ponía por delante y las sensaciones no podían ser mejores en ese momento.
El Celta daba entrada a Iago Aspas y se presumía otro final de infarto. Paciencia, que también había entrado, daba el susto y Conan tenía que aparecer por primera vez en el partido. Era el minuto 68 y el equipo estaba demasiado metido atrás, aunque tenía energía para ir conteniendo las acometidas de un rival muy herido.
Era un ejercicio de supervivencia, pero el equipo se había recompuesto bien del arreón celeste y tenía sus opciones de matar el partido. El Celta sacaba todos los delanteros posibles y Sergio respondía metiendo a Momo para apuntalar la zaga. Tres centrales y mucha concentración para frenar al oponente.
Como el Cádiz iba ganando, el árbitro dio nueve minutos, algo que nunca sucede cuando los amarillos necesitan remontar. Roger rozó el segundo con un cabezazo al palo en la prolongación que lo habría calmado todo. Pero el final fue un éxtasis porque ya el objetivo casi se toca.