Al 'gallo' Griezmann le va la marcha
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Otro partido imparable de Antoine Griezmann, con dos goles, una definición incontestable, con regates, con velocidad, protagonista de todas las ocasiones de su selección, lanzó a Francia a la final de la Eurocopa con un 2-0 a Alemania, desbordada por el sensacional atacante del Atlético de Madrid.
La final espera el próximo domingo, en el estadio de Saint Denis, contra Portugal y Cristiano Ronaldo. Es el momento de Griezmann, el niño que hace dieciséis años, cuando tenía nueve, vibró, gritó y saltó en su casa con el gol de oro de David Trezeguet en la final de la Eurocopa 2000, la última vez que Francia fue campeona de Europa.
Ahora es él quien deslumbra en Europa. Ya lo ha hecho con su club, el Atlético de Madrid, toda la temporada. Y no ha parado en el torneo continental, lanzado con seis goles, tres por encima de sus inmediatos perseguidores, dos compañeros de selección (Giroud y Payet), y a toda velocidad hacia la Bota de Oro de Francia 2016.
Decisivo en octavos de final contra Irlanda -sus dos tantos provocaron una remontada indispensable-, goleador en cuartos contra Islandia, con una preciosa vaselina al contragolpe, y determinante, de nuevo, en las semifinales contra un adversario del potencial de Alemania. El campeón del mundo, superado también por Griezmann.
Desde el principio se le vio suelto al internacional galo, ágil, de fácil regate, desbordante cada vez que agarró la pelota, como en una triple pared que terminó con un tiro raso, con la derecha, y una parada magnífica de Manuel Neuer. Sufrió, como todo su equipo, cuando Alemania se adueñó del duelo un tramo del primer tiempo, cerrado con un penalti transformado por Griezmann para poner el 0-1.
Una especie de revancha para el futbolista. Falló una pena máxima hace 38 días en la final de la Liga de Campeones del Atlético de Madrid frente al Real Madrid, contra el larguero, pero este jueves marcó al borde del descanso, con la izquierda, a media altura, fuera del alcance de Manuel Neuer, para dar una valiosa ventaja a Francia.
La selección anfitriona sólo tiró a portería en el primer acto desde las botas de Griezmann. La primera, en el minuto 6; la segunda, contra el lateral de la red, en el 41; la tercera, el citado penalti, el gol que relanzó a Francia, agobiada hasta entonces, sometida por momentos a un control exhaustivo del rival.
Después, marcó el 2-0, en el minuto 72, para culminar su imponente partido; oportuno, atento y sutil para aprovechar un rechace de Manuel Neuer y batir al guardameta de nuevo. En el 91, aclamado por la afición, dejó su puesto a Yohan Cabaye. Ya había hecho un trabajo indispensable para el pase de su selección.
Ya va por los 40 goles en esta temporada. Ha sido el máximo goleador del Atlético de Madrid en el global del curso y en cada una de las competiciones, con 32 dianas. Además, añade ocho tantos entre los compromisos amistosos y de competición con su equipo nacional, seis en la Eurocopa, en la que ya avista la final y la Bota de Oro.
El domingo, en un escenario inmejorable, el estadio de Saint Denis, en su país, ante su público, con millones de espectadores, tiene la oportunidad de completar el desafío, de devolver a Francia a la cima de la Eurocopa, dieciséis años después del gol de oro de David Trezeguet en Rotterdam contra Italia, el 2 de julio de 2000.
Aquel día, Griezmann era un niño. Tenía nueve años. Es su mejor recuerdo de una Eurocopa. "Cuando marcó el gol de oro y se quitó la camiseta. Fue un gran momento. Recuerdo que estaba en casa con mi familia y mis amigos y todos estábamos gritando de alegría", rememoró el internacional galo. Ahora, en 2016, es su momento.