José Carlos Galván
(Marca)
Aun con un hipotético, indeseado e impensable descenso, Álvaro Cervera tiene el aprobado asegurado en el Recreativo. Hay que remontarse a lo 80, con el recientemente fallecido Txutxi Aranguren, para encontrar una apuesta tan decidida por la cantera del Decano. En tiempos de crisis extrema como la actual, las cuentas del club lo agradecen, sobre todo con vistas a los próximos ejercicios. Ale Zambrano, Álvaro Vega, Bonaque, Chuli... y la lista todavía no está cerrada. Cervera los ha hecho profesionales.
Y al contrario que en otros tiempos, las decisiones del entrenador de Guinea en este sentido no han estado marcadas por la necesidad económica. Tiene en plantilla a otros 25 jugadores. Su elección es sincera.
Huyo del chovinismo, de los golpes en el pecho por la cantera, de la demagogia en torno al caladero de futbolistas propio. Tienen que jugar los mejores, sean de donde sean, tengan la edad que tengan y procedan de donde procedan. El mérito del actual entrenador del Recre es haber descubierto que en casa estaban algunos de esos ‘mejores’ y justificar el desembolso anual en los filiales. Cervera ha demostrado que, al menos para la Segunda División, no hace falta hacer 15 fichajes todos los años porque los hay iguales en la ciudad deportiva ‘Decano del Fútbol Español’. Basta darles la alternativa en el momento justo primero y confianza después.
Desde luego, Cervera es el mayor responsable de la irregularidad del equipo y de la incapacidad para llevar el peso de los partidos en el Nuevo Colombino. También corresponsable de los fichajes frustrantes del pasado verano. Asimismo, se le puede achacar la falta de tacto a la hora de admitir públicamente las debilidades del Recre y de culpar a jugadores concretos de goles encajados. Los aciertos de Cervera con la cantera, sin embargo, son más atemporales que los errores y, por tanto, más duraderos. Cualitativamente, su éxito tiene más peso que las decepciones que haya podido crear.
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