‘Pobres’ presionados
La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Dicen algunos de los gurús de esto que de los árbitros no hay que hablar, que eso no hace más que manchar el deporte. Digo yo que habrá que hablar todo lo que haga falta. A los árbitros buenos hay que ensalzarlos hasta que no haya papel donde escribir si es menester, y creo sinceramente que sobre los malos lo que no hay que hacer nunca es insultarles, pero definirlos, describir su actitud, aptitud o actuación, por supuesto. Ni que tuvieran bula papal para librarse de ello.
Al trencilla que medió en Alcorcón en el duelo entre los madrileños y el Decano, por ejemplo, no se le puede criticar que se equivocara, porque aquí se equivoca hasta el apuntador; lo malo es que supo perfectamente cómo equivocarse. Y no creo que el Recre dejara de ganar, sólo por él, esos dos puntos de más que nos hubieran venido como una autopista para encarar el vital partido ante el Tenerife, -ni que estemos tampoco con el agua al cuello es culpa de los árbitros, que no sirva de única excusa-, pero el aire que le dio a los locales en determinados momentos con ridículas faltas, consintiendo decenas de pérdidas de tiempo ‘irrecuperables’ (mal endémico de los colegiados en este país, siempre beneficiando al infractor y algo estúpidamente tolerado por sus jefes, que no ponen jamás remedio a esto), fue increíble. Hasta la expulsión del rival, clarísima, la quiso disimular pero, aunque lo buscó, no tuvo otra salida. Lo del tal Areces Franco fue un poco de verbena; parecido a lo del día del Racing o a lo de aquél ‘4º árbitro’ que chuleó a Oltra durante la prolongación en Santander. A ése no le sancionaron, por cierto. A Pedraza, por no hacer nada sí. Alucinante.
Es cierto que la presión que tienen es brutal. Lógico: están en el punto de mira de todo el mundo y rodeados de gente que se juega (como el Recre) su futuro en el sentido más literal de la expresión. Pero igual que el periodista aguanta (o debe aguantar) mil críticas por cada palabra que suelta, que un cirujano cardiovascular soporta lo que soporta o que un piloto de un avión comercial tiene la responsabilidad que tiene, si los árbitros –los profesionales, me refiero- no están capacitados para digerir la tensión que les rodea y tomar decisiones correctas, que se vayan a cultivar moras al Himalaya, donde no tendrán presión ninguna. A algunos, desde luego, no les echaríamos de menos.