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Sara Peñalver y Clara Azurmendi: el futuro del bádminton y la herencia de Carolina Marín
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Sara Peñalver y Clara Azurmendi: el futuro del bádminton y la herencia de Carolina Marín

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Entre volantes y raquetas continúa la travesía que ElDesmarque e Iberdrola están haciendo juntos. Reunimos a dos antiguas compañeras de entrenamiento, Sara Peñalver y Clara Azurmendi, tan diferentes como parecidas, consideradas las herederas de Carolina Marín en la élite del bádminton. La retirada de Sara, el presente y el futuro de este deporte son las claves de esta charla, que ayuda a puntualizar, una vez más, que #EllasValenOro.

Sara Peñalver nació en 1999 en Sonseca, Toledo. Empezó a practicar bádminton porque tanto su hermano Marco como su hermano Kike iban a entrenar a diario, sus padres trabajaban durante todo el día y, para no quedarse sola en casa, los acompañaba a los dos a entrenar. Así, un día, probó. Y no ha soltado la raqueta en tres lustros. Pero en 2019, algo hizo click en su cabeza. Se dio cuenta de que no era feliz y decidió abandonar el bádminton y hacerlo, además, sin intención de volver. Ahora, ya retirada y con su vida encauzada en otra dirección, Sara confiesa que no se arrepiente de ninguna de las decisiones que ha tomado en su vida.

Clara Azurmendi, por su parte, nació en San Sebastián en 1998. El bádminton también llegó a su vida gracias a su hermano y ha alcanzado un alto nivel con tesón y constancia. Ella se ha planteado alguna vez si le merece la pena el camino que está siguiendo y en todas esas ocasiones, su cabeza le ha terminado diciendo que sí. Por eso sigue trabajando para sumar medallas a su palmarés.

Sara y Clara se han entrenado juntas durante muchos años, han practicado con Carolina Marín y Fernando Rivas, el encargado de encumbrar a la onubense en el bádminton mundial, es el que dirige sus sesiones. Por eso y por sus múltiples características físicas y técnicas, las dos estaban llamadas a ser las herederas legítimas de Carolina. Ahora, con Sara retirada, es Clara la que se queda con el testigo. Aunque hay algo que las dos tienen muy claro: ni Sara quería ser Carolina, ni Clara quiere serlo.

"De cara a la gente, puede parecer que sí sentíamos presión porque siempre nos preguntan", argumenta Sara. "Y ante tantas preguntas, te planteas si tienes presión por la de veces que lo preguntan. Éramos las tres muy diferentes dentro de la pista en todos los niveles y por eso no tenemos esa presión. Si quisiéramos conseguir todo lo que ella está consiguiendo, sí la tendríamos", añade. "Te lo preguntan tanto que terminas pensando en decir que sí para que dejen de preguntar", puntualiza Clara.

Pero todo esto no implica que no hayan absorbido como esponjas las enseñanzas de Carolina, tanto dentro como fuera de la pista. La amistad forjada a lo largo de los años entre estas tres jugadoras de bádminton es única y tanto Sara como Clara han disfrutado y aprendido de los consejos de la onubense. "Ya no entreno con ella", recuerda la de Toledo, "pero siempre me decía que día a día hay que ser constante. La constancia es lo que le ha hecho a ella llegar a donde ha llegado. Aun teniendo un mal día, también sacaba buenos entrenamientos y siempre ha estado muy encima para enseñarnos eso, porque perder un día de entrenamiento o una semana a ese nivel, se nota mucho".

Para la jugadora del País Vasco, su relación con Carolina es parecida: "Todo lo que ha conseguido ha sido dedicándole horas, nadie le ha regalado nada. Nosotros lo hemos visto con nuestros propios ojos. Cualquiera se piensa que ha nacido así, pero es muy disciplinada y le toca sufrir para conseguir lo que quiere. Yo lo he notado más a nivel anímico, a mí a veces me cuesta arrancar y que te venga la mejor del mundo y te diga: 'Cambia esa cara y ponte a entrenar'. Y piensas: 'Jope, pues tiene razón'".

El carácter competitivo de Carolina es una de sus señas de identidad y estas dos jugadoras tienen claro que es algo que, aunque es innato, también se puede trabajar. "Hay que nacer con ello, pero también se puede desarrollar", opina Clara. "Un 80% tienes que tenerlo tú porque, o lo tienes, o es muy difícil sacarlo. Cuando estás dentro de la pista y estás compitiendo, te sale tu yo interior, por mucho que intentes disimular. Entonces, si no lo tienes, es muy difícil conseguirlo. Ella tendría ese 80% y ahora lo ha mejorado hasta llegar a este nivel", puntualiza Sara.

Ese nivel que ha alcanzado Carolina y que ahora quiere alcanzar Clara es gracias en parte a Fernando Rivas, el entrenador. Al tratar de ponerle un adjetivo al trabajo del técnico, son varias las opciones que manejan Sara y Clara, aunque finalmente acaban eligiendo uno: exigente. "Él está a la última todo el rato y tú tienes que confiar plenamente en él porque igual vas a probar algo que nunca antes nadie ha intentado y tienes que creer en que va a funcionar", puntualiza la vasca.

Clara Azurmendi, en un torneo de bádminton.
Clara Azurmendi, en un torneo de bádminton.

La retirada de Sara y el futuro de Clara

Sara decidió dejar el bádminton a nivel profesional a los 19 años. Es sorprendente que, tras tantos años de esfuerzo y tesón, de recibir halagos de lo mejor de este deporte, esta sonsecana decidiera guardar su raqueta en el momento en que debía romper el cascarón. Pero ella tiene muy claras las razones que promovieron su retirada y no se arrepiente de haberlo hecho.

"Creo que nunca es una sola cosa, siempre es un cúmulo de todo y llega al culmen y dices: 'Basta'", explica Sara. "Llevaba un tiempo que entrenando no estaba a gusto, no estaba disfrutando. El que está en el deporte de alto nivel es porque está disfrutando día a día y haciendo algo que le gusta. Y yo me di cuenta de que ya no lo estaba haciendo, no tenía ganas de ir a entrenar. Necesitaba un cambio, suena típico, pero ahora que llevo un año retirada, sé que necesitaba ese cambio", añade.

Concreta además que "hubo varios factores que me hicieron decidirme. Si hubiese cambiado algo en los entrenamientos, igual habría pensado que era una mala etapa y que podía volver más adelante. Pero eso no cambiaba, no iba a cambiar y yo quería seguir con mi vida y sé que, si hubiese seguido, habría tenido buena proyección, pero no disfrutaba de lo que estaba haciendo, no estaba a gusto, di el paso y no me arrepiento", sentencia la toledana.

Aunque ya no entrena profesionalmente, Sara no ha guardado del todo su raqueta. Al volver a casa, empezó a estudiar el grado superior en Enseñanza y Animación Sociodeportiva (TSEAS, el antiguo TAFAD). Y, por las tardes, enseña a los más pequeños de su pueblo a jugar al bádminton. "Yo quiero enseñar lo que he aprendido estos años, que no es lo mismo enseñarlo que practicarlo, y estoy en ello, empezando con los más peques, para poder ser entrenadora", señala sobre sus intenciones de futuro.

Clara comprende la situación que atravesó su excompañera antes de tomar esa decisión -de hecho, estuvo a su lado- y confiesa que alguna vez se le ha pasado por la cabeza dejarlo. "Sí hay momentos de malas rachas, de bajón o lesiones que te hacen plantearte cosas. Llevamos más de media vida metidas en el bádminton, al final son muchos años y me he preguntado lo mismo que se preguntó Sara: '¿Me compensa?'. Y bueno, hay cosas que te tiran más, pero de momento esto me sigue llenando como para seguir sacrificándome. En el momento en que me pase como a Sara, lo más honesto es dejarlo", concreta la guipuzcoana.

Para la de San Sebastián, el futuro todavía no está claro. En lo deportivo, prefiere ir curso por curso: "Estamos a la espera de un nuevo calendario. Tenía como objetivo este año el Europeo absoluto que tenía que haber sido en abril y se ha pospuesto. Y también el Mundial de Huelva que lo han pospuesto hasta diciembre de 2021. Y los Juegos… está complicado con la plaza ocupada por Carolina". Aun así, no descarta acudir a las siguientes Olimpiadas en París: "Si en 2024 sigo estando bien y sigo mentalmente con motivación y ganas, va a ser mi objetivo estar en París. Pero ahora vamos año a año".

En lo académico, Clara ha decidido dejar a un lado, de momento, sus estudios de Fisioterapia. "Era muy complicado. Me sobrevaloré a mí o infravaloré la carrera, pero es imposible. A la mínima que me iba una semana de competición, volvía y estaba perdidísima. No estaba al 100% ni en una cosa ni en otra", confesaba. "Mis padres siempre me han dicho que para estudiar hay toda una vida y que para entrenar a alto nivel hay una fecha de caducidad y esa comprensión por su parte me ayudó a decidirme", añadía, teniendo claro que "sí sé que algo quiero estudiar y eso me tranquiliza".

Sara Peñalver celebra un triunfo en una competición.
Sara Peñalver celebra un triunfo en una competición.

Los sacrificios del pasado, las recompensas del presente

Es bien sabido que para llegar a altos niveles de profesionalidad en el deporte hay que hacer una serie de sacrificios. Ni Sara Peñalver ni Clara Azurmendi se han librado de ellos. Dejar la casa de sus padres a muy corta edad, dejar de hacer planes de adolescente normal y perderte cosas del día a día por ir a competiciones es duro, pero las dos recalcan que, al final, tiene su recompensa.

Clara tardó más en irse de casa que Sara, puesto que esperó a los 14 años. "En mi caso me costó tomar la decisión, pero mis padres siempre me han apoyado mucho. Se hace duro. Con 14 años me vine a Madrid, eres una niña todavía e independizarte y no tener a tu madre ahí si te pasa cualquier cosa, pues cuesta. Los primeros meses son duros, pero te haces al final", remarca. "Pierdes las cosas que toda adolescente vive. Con los amigos, yo llegaba a casa (a San Sebastián) y mis amigas no me entendían. Y al final cambias de amigos, te juntas con gente que te entiende… ", puntualiza. "Pero es verdad que ganas muchas cosas. A mí, tanto deportivamente como a nivel personal, el deporte y haber vivido esto tan joven, me ha hecho crecer y madurar mucho antes que a otra gente de mi edad".

Sara, por su parte, vio lo de marcharse de casa como algo natural. "Mis dos hermanos ya se habían ido. Se fue primero Kike a Oviedo y yo me fui allí también y no me daba miedo porque yo no iba a ser menos que ellos. También tenía el apoyo de Kike, que siempre lo he tenido cerca y no me arrepiento nada de haber tomado esa decisión. Siempre he estado súper a gusto y siempre hemos tenido gente que nos cuidaba y estaba atenta a nosotros y por eso, superbién", cuenta sobre su experiencia de independizarse tan joven, con 12 años.

Ella también ha tenido que dejar a un lado los planes habituales. "Imagínate. Vas a estar lejos de la familia, de los amigos. Yo me fui justo en el cambio de Primaria a la ESO y cuando pasas al instituto es otra etapa de la vida y yo eso lo hice fuera y cuando volví a casa, la gente ya había tomado otros caminos. Pierdes amigos, dejas de salir… Cosas que a los adolescentes les gusta y allí no tienes", concreta. Pero también tiene muy claro un asunto: "Pierdes muchas cosas, pero luego hay otras muchas que ganas. Es sacrificio, pero siempre te lleva por el buen camino".

Ninguna de ellas se dedicó en exclusiva al bádminton desde que empezaron en este deporte. Hubo otras prácticas que llamaron la atención de Sara y Clara antes de decidirse por el deporte que tantas alegrías les ha traído. "Empecé con baile a los 4 y hasta los 8 años y a mí me encantaba", cuenta la de Toledo. "Lo que pasa que el bádminton me daba una cosa que el baile no me daba. En baile me aprendía los pasos muy rápido y me 'aburría'. Yo era muy inquieta y cuando aprendía algo, quería más y más. En el bádminton no pasa, siempre hay algo nuevo por aprender o por mejorar. Y por eso me decidí", argumenta.

Para Clara, el deporte ha sido una constante: "De pequeña creo que he pasado por todos los deportes casi. Mis padres han estudiado los dos INEF e hice natación, tenis, baloncesto e incluso gimnasia rítmica, baile de salón… Pero lo único que combinaba era baloncesto y bádminton, y la decisión me llegó porque en baloncesto a nivel escolar me aburría. En bádminton siempre he entrenado con gente mayor que yo y siempre tenías que estar al nivel de ellos para seguir entrenando y eso te hace engancharte más", explica.

Clara Azurmendi, durante una competición.
Clara Azurmendi, durante una competición.

El bádminton y su boom en España

Hasta la llegada de Carolina Marín, el bádminton era el gran desconocido en nuestro país. Su éxito en los países asiáticos es tal que, de los 29 mundiales que se han celebrado, 28 medallas han sido para China, Indonesia y Corea del Sur. Tanto Clara como Sara saben que este triunfo no guarda ningún secreto y conocen la razón por la que en España no ha tenido apenas proyección hasta ahora.

"En España ya está el fútbol. Siempre ha destacado y siempre ha estado. El bádminton, mucha gente que lo descubre, se engancha, porque verlo en directo es maravilloso. La velocidad del volante, el movimiento del volante y el deportista. Y en Asia, como no hay tanto fútbol, el deporte estrella es el bádminton. Puede ser muy entretenido, pero aquí está el fútbol y es un deporte muy difícil de sobrepasar", dice Sara. "Los españoles tenemos en mente que, si no somos los mejores, no existe ese deporte. Y hasta que no ha llegado Carolina, no ha existido el bádminton", añade Clara por su parte. "Es un deporte muy bonito de ver, muy plástico, llegamos a unas posiciones que la gente dice: pero cómo llegas así, te vas a partir. Y varía mucho de verlo en directo a verlo por televisión. Si desde el principio hubiéramos tenido a Carolina o a otro campeón mundial, habría sido completamente distinto", dictamina la de San Sebastián.

Sara Peñalver celebra un punto en un torneo.
Sara Peñalver celebra un punto en un torneo.

Las preguntas cruzadas de Sara y Clara

En ElDesmarque propusimos a estas dos jugadoras de bádminton que se pasaran al lado de los periodistas y se hicieran las preguntas la una a la otra. Y no tuvieron ningún problema. Sara quiso saber cómo afecta al juego de Clara su personalidad tranquila y su afición por dormir, mientras que la vasca le preguntó a su amiga y excompañera cómo fueron sus primeros días tras la retirada y cómo llenaba el vacío de las diez horas de entrenamiento. Curiosidades que quedan saciadas con las respuestas de ambas.

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