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¿Se acuerdan de... 'Ídolo' Moussambani?

Redacción nacional

Este deportista de Guinea Ecuatorial se hizo famoso en los Juegos de Sídney por protagonizar una de las actuaciones más carismáticas de la historia

Pocas historias tan estrambóticas, curiosas y heroicas como la de Eric Moussambani en Sídney 2000. Este deportista quería participar en la cita olímpica, pero al no poder hacerlo en atletismo, fue relegado a la natación, un deporte prácticamente inóspito en su país y que le dejaba ante una negra perspectiva de preparase por su cuenta.

Como el Cómite Olímpico Internacional da ciertas plazas a países en vías de desarrollo, nuestro protagonista no necesitó hacer una determinada marca para ir a Sídney. Y es ahí donde comienza su historia. Clasificado ya, Moussambani, que no tenía instalaciones en su país a medida de unos Juegos Olímpicos, tuvo que conformarse con practicar en una piscina de hotel, lejos de las especificaciones de lo que es un piscina olímpica.

A diferencia de la leyenda, su mítica carrera no fue lo que mucha gente piensa. No es que el resto de competidores acabaran mucho antes que él y salieran de la piscina mientras él aún batallaba. Nada de eso. Moussambani compitió en una de las primeras rondas clasificatorias y sus adversarios, apenas dos, hicieron salida nula, lo que le permitió competir en solitario y hacer más grande su leyenda. Ante una piscina vacía, pero una grada llena, Moussambani escribió su gran historia.

Hizo un primer largo en casi 50 segundos, ya lejos de los tiempos de los mejores, pero fue el segundo el que le hizo famoso. Apenas podía moverse, se le hizo larguísimo, pero consiguió completarlo gracias a la ayuda de un público volcado con su gesta. ¿El tiempo? Un minuto, 52 segundos y 72 centésimas. A más de un minuto del récord del mundo.

Pero aquella carrera le convirtió en un icono, le permitió seguir con su empeño de ser deportista profesional y llegó a clasificarse para los Juegos de Atenas 2004, aunque no pudo competir por problemas en el visado. Su mérito es tal que la mayoría de gente recuerda su nombre y su historia con más nitidez que el de cualquiera de las medallas de oro de aquel año.

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