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El Cádiz de Sergio ha resultado ser el peor enemigo para los intereses de Simeone. El Atlético de Madrid quería aprovechar el duelo directo entre Betis y Real Sociedad para sacar más ventaja en la clasificación. Pero la necesidad de puntos del equipo amarillo se impuso en el Nuevo Mirandilla. Todo ello en un partido loco que pudo acabar de cualquier forma, aunque fueron los cadistas los que se marcharon con una sonrisa.
Ya el comienzo del encuentro pronosticaba la fuerte intensidad y emoción del mismo. Apenas a los 25 segundos de empezar, el Pacha Espino mandaba un balón al área que cogió Brian Ocampo. El delantero cadista no perdonó y antes de llegar al minuto de juego, el Cádiz iba por delante en el marcador. Un escenario que ni el propio Sergio podía haberse imaginado, pero que estaba pasando.
El Atlético estaba obligado a reaccionar, aunque no encontraba la forma. La lesión de Morata preocupó a Simeone, que tuvo que meter a Cunha en su lugar en un cambio obligado. El Cádiz estaba sabiendo aguantar con Ledesma como protagonista y su premio se aumentó en la segunda parte, concretamente en los últimos minutos de juego. Álex Fernández, en un ataque rápido, puso el 2-0 para la sorpresa del banquillo atlético.
Joao Félix, que salió a revolucionar el encuentro, cumplió su papel y le dio más emoción al choque. El portugués fue protagonista en los dos goles del Atlético de Madrid, que pasó de verse por debajo a empatar el encuentro a pocos minutos de finalizar el partido. Pero este encuentro debía acabar de forma previsible y así fue. Cuando más atacaba el Atlético y ya en el minuto 98 cumplido, el Cádiz sentenció.
Rubén Sobrino, con el cuerpo, remató como pudo un centro de Alejo y batió a Oblak en la última jugada del choque. La afición se volvió loca ante un final apoteósico que le dio los tres puntos al Cádiz. Y los de Simeone, por el contrario, se fueron cabizbajos ante la oportunidad desaprovechada de sumar.