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La Copa del Mundo cayó finalmente en las manos de Argentina, pese a que hubo un hombre que trató de impedirlo. Se trata de Kylian Mbappé, el delantero francés que se echó a los hombros la responsabilidad de llevar a Francia a la prórroga y a los penaltis cuando el partido parecía más oscuro. Y es que los franceses no habían conseguido realizar ningún remate a portería hasta que apareció Mbappé.
Sin embargo, para que eso sucediera, Deschamps tuvo que mover fichas en el campo. El técnico francés había planteado un partido con Giroud y Dembélé en la parte ofensiva, pero en la primera parte se dio cuenta de que no había resultados y los sacó del campo. En su lugar, entraron Thuram y Kolo Muani. Este último fue el detonante que volvió a encender el partido en el minuto 80.
Luchando un balón hasta el final, Kolo Muani cayó dentro del área y el colegiado señaló penalti a favor de Francia. Mbappé lo transformó en el primer gol francés y, a su vez, en el primer tiro a puerta. Lo que nadie se podía imaginar es que ese gol le dio un gran impulso al equipo francés, tanto que un minuto después el propio Mbappé marcó el segundo, devolviendo el empate al marcador.
En la prórroga, Argentina se volvió a poner por delante con un gol de Messi, pero Mbappé volvió a responder desde el punto de penalti, marcando su hat-trick. Con ese gol, el francés firmó el sello de máximo goleador del campeonato, aunque de nada serviría después ya que los argentinos se llevaron la Copa del Mundo en los penaltis.
Haber marcado un hat-trick en la final y no haberse llevado el trofeo de campeón es un hecho que pasará a la historia de este campeonato. Sin embargo, ese triplete de goles le ayudó a llevarse la Bota de Oro.