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Tras el terrible batacazo que tuvo en Europa, recibiendo cinco goles por parte del Real Madrid, el Liverpool no había logrado levantar cabeza. Lo intentó contra el Crystal Palace en la jornada posterior, pero no pasó del empate a cero. Un resultado que le mantenía algo alejado de los puestos europeos por el momento, aunque tenían por delante una jornada atrasada por disputarse que podía significar un impulso en la clasificación en caso de victoria.
El rival era el Wolves, el equipo de Lopetegui que les había ganado por 3-0 en su campo a principios de febrero, por lo que no había nada fácil en este partido. Prueba de ello fue la primera mitad, donde el Liverpool tuvo el dominio de la posesión y también de los remates a portería, aunque no le salían las cosas a los de Klopp. Se fueron al descanso con el 0-0 inicial, sabiendo que otro empate podía ser bastante negativo tanto en la tabla como psicológicamente.
Con más ganas salieron en la segunda mitad y Darwin Núñez marcó un gol que fue anulado por falta previa, por lo que el empate seguía ahí. Sin embargo, en una jugada a balón parado, Van Dijk se encargó de darle la ventaja en el marcador con la cabeza tras una asistencia de Diogo Jota. Los hombres de Klopp vieron que no se les podía escapar esta oportunidad y siguieron apretando.
Esto provocó que Salah, tras una buena carrera de Tsimikas, pusiera con el muslo el segundo y definitivo gol del partido. El Liverpool vuelve a sonreír con una nueva victoria que les coloca a tan solo dos puntos del Newcastle y a seis puntos del Tottenham, que es el equipo que marca los puestos de la Champions League. Ahora no les queda otra que prepararse para recibir a un duro rival como el United en la Premier League.