Quini en el recuerdo
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Nos quedamos sin él, sin el símbolo de lo que fuimos. Quini se fue, pero seguirá presente para la eternidad. Será imposible acercarse a Mareo o a El Molinón y no esperar tropezar con esa sonrisa sempiterna y contagiosa, esa gracia que regaba como goles sobre el verde, un cachete cariñoso, cómo él era, siempre, con todos.
Los recuerdos de un deportista irrepetible se entremezclan con los de una persona inigualable. La pérdida de un ser cercano y entrañable, inevitablemente trae a nuestra memoria a los responsables de que nuestros afectos futbolísticos sean rojiblancos. Esa parte de la familia que nos contaba las hazañas deportivas de un goleador inimaginable en el fútbol que nos tocó vivir. La familia de Llaranes, tus tías de Cimavilla, tu padrino, tu padre. Las ausencias duelen más en días así.
Si inmenso fue como goleador, más grande aún como persona. La luz de Quini se ha apagado y deja en la oscuridad más absoluta no solo a todos los sportinguistas, sino a todo aquel que haya tenido la suerte de haberse cruzado en su camino.
No hay más, el deporte une, y no siempre en los buenos momentos, quizás aún más en los malos. Los que tenemos el orgullo de ser de un equipo poco acostumbrado a ganar lo sabemos bien y 'Quinocho' nos lo ha vuelto a demostrar. No falta nadie, salvo los que ya no están.