El Real Madrid viaja a Estambul para enfrentarse al que fue su verdugo la temporada pasada, el Fenerbahce de Zeljko Obradovic, porque tras su derrota en semifinales de la Final a Cuatro el equipo no volvió a ser el mismo.El Madrid, que dominó las competiciones española y europea durante siete meses en la temporada pasada, llegó a la Final a Cuatro para medirse a un Fenerbahce, a la postre campeón de Europa por primera vez, que le asestó el golpe de gracia con el 84-75 de semifinales.
Los jugadores de Pablo Laso llegaron con la gasolina justa y esa derrota les acabó de vaciar el depósito como se demostró después en la Liga Endesa, donde no pudieron vencer al Valencia en el playoff final.
Los turcos, con el mayor presupuesto europeo junto al CSKA, han perdido a dos de sus grandes jugadores: el pívot estadounidense Ekpe Udoh, un tormento para los pívots madridistas el año pasado, y el alero serbio Bogdan Bogdanovic, ambos en la NBA.
Pero como las penas con pan son menos penas, Obradovic ha podido fichar al estadounidense Jason Thompson, al italiano Nicollo Melli, al estadounidense Brad Wanamaker y al serbio Marko Guduric, entre otros, y retener al italiano Luigi Datome, al griego Kostas Sloukas, al serbio Nikola Kalinic y, sobre todo, al checo Jan Vesely. En resumen, una plantilla de ensueño.
El Madrid viaja con las ya sabidas bajas del mexicano Gustavo Ayón, del esloveno-estadounidense Anthony Randolph, del serbio Ognjen Kuzmic y del español Sergio Llull. Tampoco viaja Rudy Fernández, ausente en las dos últimas jornadas de Euroliga por un problema muscular.
Los dos equipos llegan dentro de las posiciones de corte. El Fenerbahce es cuarto con un balance de 9 victorias y 5 derrotas y el Madrid, sexto con 8-6.
En el cara a cara, domina el equipo de Laso con 9-12, con cuatro victorias en Estambul, la última en la temporada 2012-13.
Ahora las circunstancias son distintas y también la importancia del partido. No hay una necesidad imperiosa de victoria por parte de ningún equipo, pero no está de más ir marcando el territorio para cuando llegue el momento de la verdad.
De ahí que tan importante como la victoria o la derrota sean las sensaciones de juego y la manera en la que se llega al desenlace del partido.
Los dos equipos saben que todos los partidos cuentan igual, pero también que sigue sin ser lo mismo ganar o perder cuando se miden los grandes entre si.
Las consecuencias de la temporada pasada las tiene todavía frescas el Madrid. Ahora, con cinco meses de competición por delante, no serán igual, pero pueden preparar el terreno.